El Palacio Real de Estocolmo ha abierto sus puertas este lunes para celebrar la cena de gala que la Familia Real de Suecia ofrece a los galardonados por el Nobel. Es una de las citas más destacadas del calendario de los Bernadotte, que la aprovechan cada año para sacar a relucir sus históricas joyas. En esta ocasión, diamantes, perlas y zafiros han acaparado todos los focos.
La reina Silvia ha rescatado de su armario el vestido que llevó hace justo diez años en la boda de su hija pequeña, la princesa Magdalena. Se trata de un vestido gris con escote pico, hombrera marcada, manga larga y falda con cola bordada con motivos barrocos, realizados en pedrería. Lo ha combinado con la tiara de Leuchtenberg, una joya neoclásica fabricada con una base de diamantes y siete puntas rematadas por zafiros. La diadema fue un regalo del emperador Napoleón a su hijastro, Eugenio de Beauharnais, Duque de Leuchtenberg, por su boda con la Princesa Augusta Amalia de Baviera en 1806, y cuenta con collar y pendientes a juego.
La princesa Victoria de Suecia también ha tirado de armario para repetir un diseño de Camilla Thulin que estrenó en 2019. Es un vestido formado por una blusa satinada blanca de cuello redondo y manga corta y una falda larga de vuelo, confeccionada en tejido de base negro con estampado de margaritas blancas. En cuanto a joyas, ha elegido la tiara de Connaught, realizada en diamantes con diferentes tipos de talla que forman cinco bucles, símbolos del amor.
Por último, la princesa Sofía ha destacado con un elegantísimo pero sencillo vestido rojo satinado de Ida Lanto que ha modificado para la ocasión, cambiando el corpiño original de tirantes anchos por uno de escote bardot y frente cruzado. Como es habitual, la esposa de Carlos de Suecia llevaba su tiara personal, regalo de sus suegros por su boda, y a la que ha quitado las puntas de esmeraldas para la ocasión.
