Harry sigue atrincherado con respecto a su familia paterna. Carlos III cumple 75 años el próximo 14 de noviembre y las posibilidades de que el príncipe vaya a este a este evento familiar son igual a cero. Tanto que algunos medios como Daily Mail aseguran que ya ha rechazado la invitación. Una celebración que va a tener lugar en Clarence House y que marcará el gran desfile Trooping The Colour, que veremos en junio de 2024, cuando el monarca, por tradición, festeje su cumpleaños de forma pública y oficial. Si a Harry no se le espera en Clarence House, muchísimo menos que fuera acompañado por su mujer, Meghan Markle. Por cierto, que The Sunday Times lanza nuevos pronósticos sobre la duración de este matrimonio. El analista royal Graydon Carter, ex editor de Vanity Fair, en una entrevista vaticina un corto plazo para los Sussex: "Mediría este matrimonio por años en lugar de décadas".
Inflexible y rotundo en su argumento, Graydon Carter pinta un retrato implacable de la norteamericana, a quien deja como una mujer muy ambiciosa. Dice que Meghan buscaba "notoriedad, dinero y un título". Ya lo tiene. Lo tiene todo. Habla del "pobre Harry" y asegura que "su utilidad para ella disminuye". También vaticina que la actriz de Suits no volverá a trabajar como intérprete.
Esta crítica, una de tantas, les llega a los Sussex cuando Carlos III prepara su 75º cumpleaños, que tendrá lugar el próximo 14 de noviembre. Pese a que han sido invitados al evento, habrían declinado su asistencia, tal y como recogen los medios británicos. Mientras que el monarca se afana por encontrar momentos para tender puentes con su hijo y hallar un espacio de diálogo entre ellos, Harry no recoge el guante de su padre.
Harry y Meghan, que empezaron su relación en 2016, se casaron en 2018. Dos años después, activaron el botón del Megxit y abandonaron la familia real con todas las funciones que eso implicaba. Un divorcio real. Sin embargo, ese plan suyo de vivir una vida privada alejada de los focos y crear un hogar para sus hijos en un entorno íntimo se ha ido desmoronando como un castillo de naipes desde el momento en que los duques firmaron contratos millonario con Netflix, Spotify y la editorial Bantam para revelar sus vidas a través de series, libro de memorias y podcast. Todo un ejercicio de contradicciones.