Estar en paro, la mayor preocupación de Iñaki Urdangarin: "Se ha encontrado con varias puertas cerradas"

Iñaki Urdangarin está en paro y es su mayor preocupación en la vida. El todavía marido de la Infanta Cristina "se ha encontrado con varias puertas cerradas" desde que saliera de prisión, tal y como asegura su abogado, Mario Pascual Vives, cada vez que alguien le pregunta y tiene la oportunidad de ejercer de agente de empleo del ex duque de Palma. A Iñaki no se le abre ninguna puerta laboral, aunque sin ingresos no parece que se vaya a quedar, ya que está negociando una pensión mensual de 25.000 euros y una indemnización de dos millones de euros que recibiría a partir del próximo mes de junio, cuando su hija Irene cumpla los 18 años, que será cuando firme su divorcio de la hija del rey emérito Juan Carlos I.

Pascual Vives ha desmentido que se esté hablando de esas cantidades: "Si multiplicamos por doce, creo que son unos 300.000 euros al año. Es mucho dinero. Cuando se trata de cuestiones de la esfera de la intimidad de una familia, especular es arriesgado", ha explicado.

Lea también- El abogado Mario Pascual Vives pide trabajo para Iñaki Urdangarin: "Quiere rehacer su vida y no puede"

Tampoco quiere vincular la fecha del divorcio efectivo con el cumpleaños de la hija menor de la infanta: "Cuando hay hijos, aunque sean mayores de edad, mientras no trabajen por su cuenta y tengan vida independiente, si hay cualquier documento de ruptura familiar, tienen que firmar igualmente. Por eso no creo que sea un tema significativo el hecho de que sean menores", ha zanjado.

No obstante, el letrado sí que insiste en la imperiosa necesidad de Iñaki de contar con un trabajo lo antes posible. El ex deportista quiere sentirse útil y encontrar un empleo que le ayude a crecer como persona, además de servirle para independizarse, porque convive con su madre, Claire Liebaert, desde hace unos meses en su ciudad natal, Vitoria.

Según ha confirmado a la revista Semana el jurista catalán, Urdangarín "necesita trabajar y pasar página". Desde que fuera encarcelado por su implicación en el caso Noos, Iñaki solo ha trabajado unos meses en un despacho de abogados hasta que salió de prisión y disfrutó de la libertad condicional, a principios de marzo del pasado año, después de que la juez de Vigilancia Penitenciaria del País Vasco, Ruth Alonso, aprobara el "adelantamiento cualificado" de su excarcelación propuesta por la cárcel de Zaballa (Álava).

El cuñado del rey Felipe VI superó entonces un programa de reeducación para corruptos, pero el trabajo en el despacho no continuó y no ha obtenido ningun contrato laboral desde ese mes de marzo. Iñaki quiere poder "hacer una vida lo más normal posible. Lo que más le preocupa ahora mismo es encontrar un trabajo", según Pascual Vives.

"Él está capacitado, preparado y en condiciones de poder hacerlo", asegura el letrado y, lógicamente, apunta a que sería el terreno deportivo donde Iñaki podría dar más de sí, tras haber sido internacional muchos años en la selección española de balonmano: "Podría encontrar un puesto laboral relacionado con este mundo", como miembro del equipo técnico de alguna entidad, pone como ejemplo el representante legal. 

La falta de trabajo y el standby en el que se encuentra su proceso de divorcio lógicamente deriba en una absoluta falta de ingresos. Las negociaciones sobre su futura pensión mensual tras divorciarse y la indemnización están enrarecidas por lo tensa y hostil que es ahora su relación con la infanta Cristina. A esta no le ha hecho ninguna gracia que su todavía marido se paseara por Baquiera Beret con su novia, la abogada Ainhoa Armentia, quien sí que acaba de obtener el divorcio del padre de su hijo. 

Lea también- Iñaki Urdangarin, Ainhoa Armentia y la gran polémica de la Pleta: no hay pruebas de que durmieran en la casa de la familia real

Tampoco está gustando en el entorno de Cristina el tira y afloja en relación a los escoltas designados por el gobierno que le han guardado las espaldas en Vitoria desde su salida de prisión. Urdangarin los perderá y no está dispuesto a consentirlo. Él alega que es y será siempre una persona muy conocida que precisa de protección en la calle, una seguridad que le cuesta a las arcas del Estado 8.000 euros al mes. Y los escoltas le apoyan, porque se han hecho amigos de él, y además, aseguran que seguirían cobrando lo mismo como miembros de la Policía en el País Vasco.