Casas Reales

Por qué el Rey se exhibe con su familia en Abu Dabi: ventajas e inconvenientes del juancarlazo de Viernes Santo

La evidente voluntad de Juan Carlos I de exhibir el apoyo que le profesan sus hijas y al menos cinco de sus nietos es la verdadera noticia detrás de esta foto tan interesante como chapucera por el lamentable estilismo campechano de alguno de sus protagonistas, y por el Photoshop que amputa las piernas de Pablo Urdangarin.

Históricamente aconsejado por buenos y no tan buenos asesores en cuestiones de comunicación, Juan Carlos I conoce perfectamente el desarrollo informativo de esta bravuconada, y calcula como un maestro del ajedrez esta jugada y las subsiguientes. 

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La imagen de Viernes Santo junto a sus hijas, los nietos Urdangarin y la influencer Victoria Federica de Marichalar tiene para el Emérito más ventajas que inconvenientes, o eso ha debido pensar el que fuera jefe del Estado desde la muerte de Franco a finales de 1975 y hasta su abdicación en junio de 2014, hace casi ocho años.

Una de las ventajas es contra Corinna, con quien aún libra un frente judicial Juan Carlos, muy a su pesar. La ex amante del Rey mantiene además del proceso una batalla mediática internacional que desgasta la imagen del Emérito y por ende a la Corona, a pesar de los cortafuegos que Zarzuela y el Gobierno tratan de aplicar.

Esa guerra de su ex novia pretende pintar al Rey Juan Carlos poco menos que como un monstruo al final de la cadena de mando de unos supuestos servicios secretos peores que los malos de una película de James Bond, comandos que la amedrentaron, amenazaron y aterrorizaron, siempre según el relato de la ex princesa, negado por la otra parte, por supuesto.

Frente a esa terrible imagen que trata de proyectar Corinna, nada mejor que la fotografía de un abuelo afable, con bastón comprado en Amazon, rodeado del cariño de sus queridos nietos, apoyado en sus hijas del alma, la infanta Elena y sobre todo su hermana Cristina, extremadamente delgada tras el penúltimo disgusto de su marido, que se le ha ido nada más poner un pie fuera de la cárcel con un compi de trabajo, rubia, casada, con hijos y mucho más joven que la infanta.

Manifestación borbónica

Pero todo lo admirable que es siempre el amor de un padre a sus hijas y a sus nietos, y viceversa, choca con la difusión pública e intencionada de esta manifestación borbónica. Porque podían haber ido a ver al abuelo y no exhibirse, o incluso filtrarlo de otra manera. Pero no: querían marcar territorio, que se supiera que así lo deseaban y obligar a Zarzuela a ser partícipe de esta visión (como todo el mundo). Y ocurre en Viernes Santo y en vísperas de la reaparición pública de Felipe y Letizia este mismo sábado, posiblemente de la reina Sofía en la misa de Pascua este domingo en Mallorca y de la princesa de Asturias en Leganés.

Entre los inconvenientes de la foto está que la imagen también escenifica el cisma que de facto vive la familia del Rey. El Monarca, su mujer y sus hijas, junto con la reina Sofía, por un lado; y Juan Carlos I, sus hijas y varios nietos, por otro. La medida pero reiterada censura que Felipe VI ha hecho a su padre por sus no ejemplares (¡ejem!) actuaciones va más allá de la retirada de la asignación: hablamos de la renuncia a su herencia millonaria, el destierro de Zarzuela impuesto tácitamente al ex Rey (así le llaman los anglosajones), el alejamiento de la vida institucional y demás gestos como los recogidos en sus discursos. Juan Carlos busca con esta imagen compensar ese aislamiento diseñado por el equipo que asesora a Felipe VI para preservar la Corona de una contaminación dañina para la institución fuera y sobre todo dentro de nuestras fronteras.

Ostentación

También hay otros inconvenientes que van en el paquete de este exhibicionismo y es que hay ostentación. Y no lo decimos por las zapatilla de 400 euros que lleva la pequeña Irene. Hay gente que no se puede permitir un viaje de al menos siete personas (sin contar escoltas) a Abu Dabi, en una Semana Santa en la que los españoles pagamos más que nunca por llenar los depósitos, nos preparamos para que nos suban la hipoteca, perdemos un diez por ciento del valor de nuestros salarios por la descomunal inflación y asistimos con pavor e incertidumbre a una situación geopolítica en Europa que no alienta el optimismo. No es que cada uno no pueda hacer con su dinero lo que quiera, pero mostrarlo, en determinadas circunstancias tal vez no sea oportuno.

La cacareada transparencia de la Casa Real no llega a los niveles suficientes como para saber cuánto nos ha costado a los españoles esta foto. No sabemos el precio del operativo de seguridad con que el Gobierno protege a estos reales viajeros, además del que siempre está con don Juan Carlos. Pero entendemos que los sueldos, los desplazamientos, las estancias, la manutención y demás gastos ocasionados por este capricho dan para varios menús en colegios públicos o como para traerse unos cuantos refugiados de Ucrania o de otros lugares. Entendemos que hay dinero para todos. Y no es en el caso de las infantas un viaje único: van casi una vez al mes de media, que sepamos, y todas y cada una de las veces que se les canta ir por allí les costamos el operativo.

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