Estas dos décadas de matrimonio del monarca de Holanda y su mujer les llega en un momento de falta de sintonía entre sus conciudadanos. Guillermo y Máxima no han remontado sus errores de gestión durante la pandemia ni el episodio de la 'tragedia griega'.
Han pasado 20 años desde la boda de los Reyes de Holanda. Se casaron el 2 de febrero de 2002, en la catedral de Amsterdam. Máxima, con un bonito vestido de seda de Valentino, no pudo contener las lágrimas de emoción. La novia sufrió la ausencia de sus padres, Jorge Zorreguieta y Carmen Cerruti, que no asistieron al enlace por decisión del parlamento holandés. Zorreguieta, ministro del gobierno del dictador argentino Jorge Videla, estuvo vetado en la ceremonia.
El matrimonio, que tiene tres hijas, Amalia, Alexia y Ariane, trabaja como un equipo bien ensamblado. Los posados de la familia real, muy cinematográficos del estilo de Hollywood, han dado la vuelta al mundo por su gran capacidad de comunicar.
Sin embargo, su desacertada gestión de la pandemia les ha hecho caer en picado en los índices de popularidad de los holandeses. La nefasta dedisión de escaparse de vacaciones a las islas griegas en un yate de dos millones de euros, en verano de 2020, cuando el Gobierno pedía reducir los contactos sociales, evitar desplazamientos e instaba a la prudencia para frenar los contagios por covid, fue un error. La imagen del matrimonio y sus hijas navegando por el Mediterráneo, junto a Mikonos, levantó una ola de críticas en los Países Bajos. Guillermo y Máxima tuvieron que presentar unas disculpas públicas: "Para detener el coronavirus es importante seguir las normas dictadas", dijo el rey entonces, que admitió "no somos infalibles".
La "tragedia griega", como se conoció el episodio de las islas, provocó además el regreso a los medios de otro asunto escabroso del pasado: el proyecto de una villa de verano en Mozambique, en el año 2008, en plena crisis mundial por la burbuja inmobiliaria.
La reina, licenciada en Económicas por la Universidad Católica de Argentina, es experta en finanzas, donde ha desarrollado su carrera laboral. El magnetismo social de Máxima, una mujer profesional de 50 años, dedicada en cuerpo y alma a sus tres hijas adolescentes, no ha sido suficiente para dar lustre a la imagen empañada de la monarquía. Este 20º aniversario les llega en un momento de bajón en su popularidad.