El discurso de Felipe VI esta Nochebuena es sin duda el más esperado de su reinado. La Casa de S. M. es hermética sobre cuáles podrían ser las ideas fuerza del mensaje, pero al menos sabemos que el Rey dispone de unos diez minutos, más o menos, para explicarnos con sus propias palabras los escándalos protagonizados por su padre, el rey Juan Carlos
En todo caso, sería más complicado si don Juan Carlos hubiera vuelto y estuviera sentado a pocos metros de su hijo a la hora de dirigirse a los españoles. Por fortuna para el Monarca, el Emérito hizo púbica su decisión de no regresar a España durante estas navidades argumentando para ello la situación epidemiológica que vive el país a causa del Covid-19 y su condición de persona de riesgo a causa de su avanzada edad.
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Aunque, en efecto, su decisión ha creado una etapa de relativa calma para permitir que el Mensaje de Navidad llegue con todas sus fuerzas, lo cierto es que su situación seguirá siendo motivo para que se produzca ruido mediático en el futuro próximo que enturbie los esfuerzos que Zarzuela está haciendo por relanzar la imagen de la Familia Real, una situación que no se enderezará hasta que no se aclare definitivamente el horizonte jurídico del anterior Jefe de Estado y se encuentre una solución definitiva a su lugar de residencia permanente. Por qué Juan Carlos I no está ni en Zarzuela ni en España; por qué ha pagado 678.393 euros a Hacienda o si mantiene la ejemplaridad como palabra vertebradora de la Monarquía.
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No faltan quienes ven en todo el ruido mediático en torno a Juan Carlos I, un momento de máxima tensión para la Corona, un asedio por político por parte no ya de la extrema izquierda y el independentismo, sino por el ala podemita del propio Gobierno de la Nación. Aun así, las tres investigaciones que la Fiscalía del Supremo mantiene abiertas sobre las finanzas de Don Juan Carlos no son solo un ruido de sables.
Este Felipe VI es el mismo que ya, como jefe del Estado, declaró al ser proclamado, en referencia al caso Nóos y con Urdangarin procesado, que "los ciudadanos demandan con toda razón que los principios morales y éticos inspiren, y la ejemplaridad presida, nuestra vida púbica". Palabra de Rey.
Don Felipe tiene una oportunidad perfecta para entrar a cenar en las casas de decenas de millones de españoles y contarnos a sus súbditos este jueves durante la cena más familiar del año si de verdad ha roto con su padre, por qué ha renunciado a su herencia, por qué le ha retirado retirándole su asignación anual o por qué le ha apartado de la vida pública. Damos por hecho que se acordará de los muertos por el Covid-19, de todos los afectados, de sus familias, de las personas que trabajan y han trabajado para arrimar el hombro en la pandemia, y de que lanzará un mensaje de optimismo de cara al futuro. Pero la gran pregunta es si se referirá a su padre.
También, siendo el Capitán General de las Fuerzas Armadas, tiene una oportunidad magnífica para tapar la boca a los exmilitares que le envían cartas, para pedirles a los líderes políticos que dejen de lado en este momento la polarización o los insultos
Más allá de que el discurso de Nochebuena no sea determinante en el futuro de la institución, un silencio del rey respecto de estos temas, sobre todo el lo referente a su padre, sería clamoroso. Felipe tiene que elegir entre ser rey o ser hijo. Mencionar los escándalos del Emérito es casi ineludible. Aunque no sea Felipe VI quien tiene que pedir perdón por lo ocurrido, el jefe del Estado no puede permanecer ajeno al rosario de noticas que erosionan la imagen de la Monarquía.
José Bono, ex ministro de Defensa y ex presidente del Congreso, dice este lunes que El País que el discurso de Felipe VI es un reto nada fácil, y se inclina porque aluda al problema de su padre. "La sinceridad debe prevalecer sobre la retórica palaciega. La mayoría de los españoles no aplaude algunas conductas del ex rey, solo cuatro cortesanos pelotas mantienen que no ha pasado nada. Felipe VI es de este mundo y tengo la convicción de que será explícito en que su condición de Rey de España está por encima de su condición de hijo", explica.
El ex presidente de Castilla La Mancha vaticina "un mensaje sincero en favor de la transparencia, del entendimiento entre los políticos y en defensa de la Constitución. Sin ser ajeno a las adversidades del país y a los contratiempos que ha tenido la institución". Pero opina también que "la inviolabilidad del Rey es una antigualla medieval que sólo debe estar referida a las decisiones del jefe del Estado y no a la conducta de la persona" para añadir que "la ley ha de ser igual para todos, incluido el Monarca, y éste debe estar sujeto a responsabilidad penal o civil por sus actos", si bien no cree necesario retirarle el título a don Juan Carlos. "No me preocupa mucho ese título. Además, según la RAE, emérito, es 'una persona que mantiene sus honores y alguna función', y Juan Carlos ya no tiene funciones como miembro de la familia, ni se le rinden honores".
En ese sentido, José Manuel García Margallo, ministro de Asuntos Exteriores entre 2011 y 2016, cree que "retirar a don Juan Carlos el título de Rey sería mezquino" y espera que Felipe VI utilice sus palabras para "paliar los daños que ha sufrido la Corona en los últimos tiempos, garantizar que seguirá siendo en el futuro el símbolo de la unidad y permanencia de España, uno de nuestros mejores activos en el exterior, y garantía última del pacto constitucional". Cree también Margallo que "el Rey no dejará pasar la ocasión de aludir a los incidentes que hemos conocido recientemente". Y se muestra convencido de que "reiterará su compromiso con la ejemplaridad y la transparencia que deben guiar siempre la conducta de la Familia Real".
El que fuera titular de Exteriores con Rajoy cree ve "probable" que Felipe VI aluda en su discurso a las reformas internas que garantizarán "que determinados incidentes no se repetirán en el futuro". Margallo cree que "el Rey aprovechará esta ocasión para reiterar la neutralidad de la Corona y para pedir más consenso entre las fuerzas políticas, que es la única manera de superar la crisis y afrontar el futuro" y recuerda que "la Corona es hoy el último obstáculo para evitar que la España constitucional se convierta en una España plurinacional y confederal como quiere Unidas Podemos o, lo que es más grave aún, que empiece un proceso de disolución irreversible".
No obstante, el ex ministro es partidario de introducir "dos reformas urgentes": circunscribir la inviolabilidad del Rey a los actos que realice en el ejercicio de sus funciones constitucionales; y acabar con la primacía del varón sobre la mujer en la sucesión de la Corona. "En un plazo medio habría que abordar una ley orgánica de la Corona para adecuarla a los tiempos que corren", señala. Pero Margallo, a pesar de todo, recuerda que "don Juan Carlos merece el reconocimiento de la nación por habernos devuelto las libertades y la democracia representativa y por haberlas defendido cuando fueron asaltadas en 1981".