El sorpasso militar de China a EEUU podría llegar por el aire: los cazas chinos J-10C sorprenden en una épica batalla
- Los cazas chinos J-10C derribaron a varios aviones de combate occidentales
- Algunos analistas creen que la supremacía de EEUU en Asia está en peligro
- La brecha de poder militar entre EEUU y China se está cerrando rápidamente
elEconomista.es
EEUU sigue siendo la primera potencia económica y militar del mundo. De eso no hay duda. Sin embargo, cada vez está más claro que las distancias con China, segundo en discordia, se están reduciendo. En el terreno económico, China ya ha superado en PIB a EEUU si se analiza en paridad de poder adquisitivo. Además, algunos expertos creen que en 2030 China podría ser la mayor potencia energética del mundo. También se cree que Pekín podría haber alcanzado a EEUU en ciertos sectores tecnológicos (incluso la inteligencia artificial). Sin embargo, a nivel militar parecía que aún existía una brecha más que notable entre ambas potencias. Pero ahora, esta hipótesis está siendo cuestionada tras el reciente conflicto entre Pakistán e India, donde los combates aéreos han revelado que los cazas de fabricación china usados por Pakistán han vencido, superado y derribado en varias ocasiones a aviones de combate modernos occidentales que se pueden equiparar a los que utiliza EEUU.
En medio de un conflicto aéreo entre India y Pakistán que amenaza con sacudir los equilibrios regionales, un inesperado protagonista ha saltado al primer plano: el caza chino J-10C. Este modelo de combate de cuarta generación, que hasta ahora contaba con escasa experiencia en escenarios reales, ha protagonizado uno de los episodios más significativos de su historia operativa, según informa Bloomberg. Las autoridades paquistaníes aseguran que estos aviones derribaron cinco cazas indios, incluidos modelos Rafale de fabricación francesa. Aunque la India no ha confirmado estas pérdidas, el simple hecho de que se atribuya este logro a tecnología militar china ha provocado un terremoto en los mercados y la geopolítica.
Aunque se puede realizar una evaluación del poderío militar de cada país atendiendo a la tecnología y los componentes de las armas y vehículos, lo cierto es que hasta que no se ponen en combate no se puede evaluar de verdad su potencia. Los aviones J-10C han demostrado que son mucho más potentes de lo que se creía, generando un auténtico revuelo en el mundo militar y poniendo en alerta a EEUU. Si China ha vendido estos caza tan útiles a Pakistán, cómo serán los aviones de combate más sofisticados del 'gigante asiático', se preguntarán en EEUU.
La empresa AVIC Chengdu Aircraft, fabricante del J-10C, ha visto cómo su capitalización bursátil se disparaba más de 55.000 millones de yuanes (7.600 millones de dólares) en una sola semana. Pero más allá del entusiasmo bursátil, el uso efectivo de este avión ha hecho sonar las alarmas en lugares como Taiwán, donde observadores como Shu Hsiao-Huang, del Instituto Nacional de Defensa y Seguridad, aseguran que "tal vez debamos reevaluar la capacidad de combate aéreo del Ejército Popular de Liberación, que podría estar acercándose, o incluso superando, a la de EEUU en Asia Oriental". La preocupación es seria: por primera vez, un caza chino parece haber igualado, o vencido, a sus rivales occidentales en un combate aéreo relevante.
El episodio refuerza la idea de que China está cerrando rápidamente la brecha cualitativa con las potencias militares occidentales, al menos en determinados ámbitos. Sushant Singh, ex coronel del Ejército indio y profesor en Yale, apunta que la clave del éxito chino no está solo en la aerodinámica, sino en la guerra electrónica y en la integración de sistemas. En su opinión, "la capacidad de transmitir datos de objetivo en milisegundos frente a la arquitectura fragmentada de la India revela un desafío de integración fundamental". Esta ventaja tecnológica podría estar redefiniendo el equilibrio de poder aéreo en Asia.
Los misiles PL-15, también fabricados en China y desplegados en los J-10C, han sido otro foco de atención. Con velocidades superiores a Mach 5, compiten directamente con sus equivalentes occidentales. Según el general indio Bharti, uno de estos misiles "falló su objetivo", pero partes del armamento han sido recuperadas en territorio indio, lo que confirma su uso en el combate. Más allá del resultado puntual, el mensaje está claro: China ya no es solo un fabricante de armas para países de bajo presupuesto, sino un competidor serio en la elite armamentística global.
Desde la reputada agencia Bloomberg destacan que este incidente podría reforzar la posición de China como proveedor de armas a países del llamado Sur Global. James Char, profesor del programa de China en el Instituto de Estudios Internacionales Rajaratnam, afirma que "hay muchas posibilidades de que los sistemas de armas chinos resulten ahora más atractivos para potenciales compradores". Esto es especialmente relevante en un contexto en el que varios países buscan diversificar sus alianzas defensivas y reducir su dependencia de EEUU.
La realidad, sin embargo, no es tan lineal. China ha tenido numerosos problemas con la fiabilidad de sus armas. Myanmar, Bangladesh o incluso la propia Pakistán han reportado fallos estructurales o técnicos en sistemas importados de Pekín. Cindy Zheng, entonces investigadora de Rand, advertía que "los equipos chinos atraen por sus precios bajos y su financiación, pero los costes ocultos por mal funcionamiento pueden ser enormes". Aun así, el J-10C podría ser el primer sistema que cambie esa percepción.
Un sorpasso disruptor en la región
Desde el punto de vista geopolítico, esta evolución plantea un reto directo para Washington. Mientras Xi Jinping acelera su plan para modernizar el Ejército Popular de Liberación antes de 2027, el dominio aéreo estadounidense (una de sus ventajas más decisivas) empieza a erosionarse. La propia existencia de un caza chino capaz de competir con el F-16 o incluso con el Rafale francés puede cambiar el equilibrio de poder en regiones clave como el mar de China Meridional o el estrecho de Taiwán.
En los últimos cinco años, las exportaciones armamentísticas chinas se han más que triplicado respecto a los niveles de principios de siglo, según datos del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI). El auge coincide con una ofensiva diplomática y comercial de Pekín para colocar su tecnología en mercados donde Washington pierde influencia. Norinco, AVIC o China State Shipbuilding se han convertido en los nuevos gigantes de la industria bélica global.
Frente a esta expansión, EEUU mantiene su primacía global en exportaciones de armas, pero sus márgenes se estrechan. M. Taylor Fravel, director del Programa de Seguridad en el MIT, matiza que "el J-10C no es una revolución tecnológica, su diseño no es nuevo. Pero eso no le quita importancia. Lo que estamos viendo es cómo rinden los sistemas chinos bajo condiciones reales de combate".
Y es que, más allá del marketing o de las cifras de exportación, lo que realmente importa es el desempeño operativo. La guerra aérea entre India y Pakistán ha servido de laboratorio involuntario para el armamento chino, y sus resultados pueden marcar un antes y un después. A pesar de los fallos pasados, Pekín parece haber encontrado en el J-10C un símbolo de su nueva era militar.
Con su uso en combate, el caza chino ha dejado de ser un prototipo para convertirse en una herramienta estratégica real. Si esta tendencia se confirma, Taiwán, Japón y Corea del Sur tendrán que replantear sus presupuestos y sus compras de defensa. Incluso Europa, en medio de su rearme, podría observar con más atención lo que ofrece la industria china.
Desde la agencia Bloomberg recuerdan que la fuerza aérea de China no solo ha dado este salto con el J-10C. En diciembre, el país lanzó sus primeros buques de asalto anfibio de nueva generación, y un vídeo filtrado sugiere que su sexto caza de generación ya ha realizado pruebas de vuelo. Las acciones de defensa en la bolsa china han reaccionado con fuerza.
No se trata aún de un "momento DeepSeek" (como lo fue para la IA), pero sí de un punto de inflexión. Como concluye Fravel, "no hace falta que lo sea para que sea significativo". La supremacía aérea global ya no es un monopolio estadounidense. China ha despegado, y lo ha hecho con fuerza.