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El PP busca el "efecto reflujo" del voto en las elecciones del 26-M
Víctor Arribas
El rearme del Partido Popular después de su histórica debacle del 28 de abril de 2019 pasa por un resultado aceptable en la próxima cita electoral, convertida en peculiar segunda vuelta para afianzar liderazgos o destronarlos definitivamente. Retener el poder en comunidades autónomas como Madrid, Murcia o Castilla León, o bien recuperar Castilla La Mancha y Extremadura sería el empujón que Pablo Casado necesita para afianzar su presidencia del todavía segundo partido nacional, hasta hace poco primero, que gobierna desde hace pocos meses en la región más poblada del país.
Si a eso sumamos la posibilidad real de recuperar la alcaldía de la capital, podemos encontrarnos en la noche del día 28 con una sensación en las filas populares muy distinta a la que hoy cunde en sus mandos provinciales y en su electorado fiel. Y en éste último es donde reside buena parte de las expectativas del PP en las triples elecciones de finales de mes: en la vuelta a casa de cientos de miles de votos que salieron de entre sus votantes de siempre para engrosar una opción más novedosa y centrista (Ciudadanos) o para apoyar proyectos más identitarios y radicales en la defensa de los principios conservadores (Vox).
Las cuentas en la calle Génova (interesante propuesta la que ha surgido para cambiar de sede, debería explorarla Casado) pasan por esa vuelta de votos al Partido Popular, como consecuencia del resultado que finalmente han arrojado los comicios generales. La división del voto en tres formaciones ha hecho perder fuelle a una alternativa para el PSOE junto a sus cuestionables socios, ya que ambos bloques han estado muy parejos en el porcentaje y número de apoyos pero hay evidentes desigualdades en su representación.
El "efecto reflujo" de votos de vuelta hacia el PP se producirá, creen los analistas de los populares, por la desagradable sorpresa que al ver el resultado final se hayan llevado los fieles que huyeron hacia otras posiciones abandonando al partido con más posibilidades de gobernar. Se cifran incluso de manera estimada el número de electores que regresará: del medio millón que apoyó a Vox en la Comunidad de Madrid hace diez días, al menos una quinta parte ha podido arrepentirse del sentido de su voto al comprobar que Pedro Sánchez seguirá en La Moncloa cuatro años más, ya sin el baldón de haber llegado al poder de la forma que lo hizo en 2018.
Más costoso es imaginar que Ciudadanos pierda alguno de los casi ochocientos mil votos que obtuvo en la misma autonomía, pero los populares podrían situarse como primera fuerza del bloque de centro-derecha si ésta teoría se cumple. Idéntica situación puede darse en Madrid ciudad, así como en las dos Castillas, en Aragón, Cantabria o Murcia, plazas donde el retroceso de los populares el 28-A ha escandalizado a los dirigentes del PP.
Las elecciones se ganan desde el centro. Una vez más, se cumplió la máxima. Y lo peor que puede hacer un líder político es dar bandazos en su posición sobre esta centralidad. Esa ha sido la principal equivocación de Casado en los meses que lleva en el liderazgo conservador, y en esa batalla se juega su futuro y la de su opción política. Si en veinte días recupera ese espacio, los Beamonte, Fernández Mañueco, Paco Núñez, López Miras, Díaz-Ayuso, Martínez-Almeida tendrán posibilidades de tocar poder, siempre en compañía de otros.