Firmas

El Congreso convertido en una sucia taberna

  • Pastor ha puesto el listón igual para todos, en su discurso emotivo
Ana Pastor durante el pleno de este miércoles. Foto: Efe

Víctor Arribas

Resulta difícil recordar, pese a los muchos y recientes antecedentes, una sesión de control al Gobierno tan lamentable como la que hoy se ha vivido en el Congreso. Ha habido insultos, gritos, descalificaciones directas o indirectas e incluso denuncias de escupitajos. Realmente un bochorno para cualquier ciudadano español mínimamente educado. Seguro que muchos habrán disfrutado de lo visto y oído. No representan a la mayoría de los españoles que quieren un mínimo de decoro y de pauta de comportamiento en quienes les representan en las instituciones. No quieren que el lugar donde reposa la soberanía popular se haya convertido en una taberna de la peor especie y con la más abyecta clientela.

De unos años a esta parte se escenifica en el palacio de la Carrera de San Jerónimo lo que se ha llamado la "nueva política". Una especie a "vale todo" con tal de obtener el titular jugoso y la fotografía que irá directamente al perfil de las redes sociales de los protagonistas. Gabriel Rufián es uno de los congresistas predilectos, el que más, de esta nueva tendencia chulesca en la que se juega al demoledor juego de provoca, que algo queda. Un representante del pueblo al que no se recuerda una sola aparición en público, de palabra o en su prolífica cuenta de Twitter, en la que haya evitado la agresión hacia sus adversarios, empleando toda la mala fe que puede acumular el personaje. Su interpelación al ministro Josep Borrell pasará a los anales parlamentarios, como también la respuesta del titular de Exteriores aludiendo al serrín y estiércol que cada semana esparce por las alfombras del diputado independentista.

La cuestión a discernir hoy es si la presidenta de la Cámara Ana Pastor ha acertado o no con sus decisiones y con su discurso de emociones a flor de piel tras estos indecentes incidentes. Ha considerado rufianes a todos, y ha ordenado retirar los insultos de Ciudadanos a ERC y de ERC a Ciudadanos, dos grupos que se han llamado golpistas y fascistas mutuamente desde hace 48 horas. Seguramente ambos tienen la convicción de que así arañan votos. Y seguramente así sea. Lo cual pondría el foco entonces y de forma dramática sobre los electores que otorgan su voto a los dirigentes políticos que más insulten y falten al respeto a sus homólogos.

Pastor ha puesto el listón igual para todos y no ha consentido ninguna de las dos expresiones, pese a que en los tribunales de justicia hay un procedimiento abierto, cerca ya de su vista oral, por un intento de golpe contra la Constitución protagonizado entre otros por el partido de Rufián. De golpe viene golpista. Y sin embargo el fascismo sólo viene de quienes lo aplicaron en la primera mitad del siglo pasado con los resultados de todos conocidos.