Firmas
Elecciones para superar el bloqueo
Ana Samboal
Las calles de las principales ciudades están colapsadas. No se puede circular. Un numeroso grupo de taxistas, a los que puede asistir la razón en muchas de sus reivindicaciones, la ha perdido por completo. El país no es suyo, pero han decidido pararlo alentados por una alcaldesa populista que respalda todas sus demandas. Seguirán en la calle hasta que el ministro de Fomento les dé lo que quieren a golpe de ordeno y mando, por decreto-ley. Los municipios costeros, las ciudades de Ceuta y Melilla y los centros de internamiento de inmigrantes también están colapsados. Las mafias envían a España a los inmigrantes porque nuestro Gobierno prometió puerto seguro al Aquarius, el ministro del Interior anunció que retiraría las concertinas de la valla fronteriza de África y el mismo presidente les ha garantizado que tendrán acceso a sanidad universal. Para los guardias civiles heridos no tuvo una sola palabra pública de respaldo o consuelo. La seguridad nacional, aunque estemos en nivel de alerta 4 antiterrorista, parece haber pasado a un segundo plano.
El mercado del diésel puede colapsar de un momento a otro si no lo ha hecho ya. Los transportistas tiemblan ante una posible subida de precios y los fabricantes se replantean su negocio porque nadie quiere sus coches, ni nuevos ni mucho menos usados. La prensa llega con dificultad a los puntos de venta porque los que la reparten llevan semanas en huelga. Las multinacionales amenazan con sacar su negocio de España y las pequeñas startups tecnológicas se tientan la ropa ante el advenimiento de la mal llamada tasa Google... Y, en Cataluña, los no nacionalistas se sienten abandonados. Si se atreven a acosar a todo un juez del Supremo, ¿qué no harán con aquellos que no ostentan poder? Playas y plazas están sembradas de cruces amarillas y la gestión de los asuntos públicos abandonada. Los separatistas, avalados por la Justicia alemana y crecidos ante la condescendencia de la ministra de Administraciones Públicas se han hecho fuertes. ¿Se puede hacer más en menos tiempo? Apenas lleva Pedro Sánchez dos meses al frente del Gobierno y solo ha logrado aprobar una iniciativa en el Congreso, el decreto del relevo temporal al frente de RTVE. Todo lo demás han sido imágenes, guiños, anuncios y gestos. No han sido inocuos. Ya sentimos en nuestra propia vida el efecto real del populismo: un país que, de seguir a este ritmo, acabará por bloquearse. El presidente debe convocar elecciones. Y no podrá escudarse para hacerlo en la escasa representación que tiene en el Parlamento o en las desproporcionadas demandas de sus socios o en la negativa de la oposición a apoyarle. Ni siquiera en una intención buenista de avalar en las urnas el resultado de la moción de censura que le llevó al poder. Debe convocar elecciones porque gobernar significa tomar decisiones que siempre serán incómodas para alguien y explicarlas a la opinión pública. Y no parece preparado para hacer ni lo uno ni lo otro.