Firmas

La fórmula del ventilador a la hora del adiós

  • Lo que dijo Huerta en su dimisión, puedo haberlo dicho Cifuentes
<i>El ya exministro de Cultura y Deporte, Màxim Huerta. Foto: EFE</i>

Víctor Arribas

Las palabras apasionadas que pronunció el ministro más efímero de la democracia española en su historia podrían haber sido suscritas por algunos dirigentes de formaciones distintas a la del gobierno, que abandonaron igualmente sus cargos por la presión. Si alguien hizo el ejercicio de escuchar a Màxim Huerta sin mirar a la pantalla, podría imaginar en su lugar por ejemplo a Cristina Cifuentes, con la diferencia de que la "jauría que persigue a los inocentes" dura más o menos en el tiempo según la determinación de irse antes o después del perseguido. En eso no hay tacha alguna respecto a la renuncia de Huerta: se produjo o se indujo apenas doce horas después de iniciar las hordas su cacería, por emplear el mismo sentido que el dimitido ha dado a este episodio. Cifuentes seguramente podría haber dicho también que "vivimos en una sociedad ahogada por el ruido y la desinformación, no importa que no haya cometido lo que me imputan, lo importante es el bombardeo". Más o menos textualmente.

El banderazo de salida lo dio, según ese lamento sobre la jauría, la publicación en un medio de comunicación de las sentencias judiciales que rechazaron los recursos presentados por el ex ministro contra la sanción administrativa que Hacienda le impuso por emplear un sistema irregular de pago de impuestos por su trabajo, que le permitió pagar 21.000 euros de un total de ingresos cercano a los 800.000 en tres ejercicios.

En el momento del adiós se demuestra buena parte de la talla de las personas. Huerta ha querido encender un ventilador que salpica a partidos políticos, medios de comunicación, colegas de su profesión y se supone que también ciudadanos anónimos que han afeado su conducta en las redes. Y en su denuncia tiene mucha razón: esta sociedad se ha convertido en invivible para muchas personas que son sospechosas por el mero hecho de ocupar posiciones destacadas en la vida pública, son culpables hasta que se demuestre lo contrario. El matiz es que ese lamento y esa denuncia es conveniente hacerla siempre, afecte a quien afecte la actuación de la jauría de la que habló en su despedida.

No todos los presentadores de televisión y colegas de oficio del señor Huerta han creado sociedades limitadas para facturar sus trabajos profesionales tributando por sociedades y no por IRPF como correspondería. A muchos se lo ofrecieron sus asesores en aquella época del criterio más suave, y renunciaron a ello. Un trabajador, sea por cuenta ajena o propia, no es una empresa, y la creación de esas sociedades para facturar trabajos no venía acompañada de contratación alguna de empleados o de prestación de servicios colectivos empresariales. Por tanto, tratar de meter en el mismo saco a "todos" como ha dicho el ex ministro no se ajusta a la realidad.