Firmas
Nueva edición de políticas socialistas
- Lo que busca el socialismo, de forma incansable, es el aplauso popular
- Las promesas de Sánchez son inadecuadas y además muy preocupantes
Juan Velarde
Basándose en varias fuentes socialistas, en elEconomista de 26 de mayo de 2018, se señala que el intento de Sánchez de alcanzar el poder, tras la moción de censura que ha planteado al Gobierno de Rajoy, tiene un objetivo final: "Poner en marcha una agenda social", cuyo contenido cabe prever que "tendrá medidas como la puesta en marcha de la renta mínima vital, la subida del salario mínimo interprofesional hasta alcanzar los 1.000 euros en 2020, o la aprobación de un nuevo estatuto de los trabajadores que derogue la reforma laboral, así como un plan de choque contra el paro de larga duración y los jóvenes". Esta información de Silvia Zancajo que aparece en la página 12, concluye así: "Esos son, al menos, las principales medidas de corte social de la agenda impulsada por el PSOE que ha ido desgranando en los últimos meses".
Es evidente que para quienes ignoren absolutamente cuestiones fundamentales de economía -y eso no tiene por qué no ocurrirle a amplios conjuntos de personas de renta baja- puede atraer sus votos de cara a las próximas elecciones. Pero, ¿qué sucede a continuación?
Sánchez repite, si efectivamente sigue ese camino, lo que previamente ocurrió en el caso de la toma del poder por Felipe González a partir del 2 de diciembre de 1982, y posteriormente, lo sucedido a partir de 2004, cuando se inicia la segunda experiencia del modelo socialista para la política económica española, con el Gobierno de Rodríguez Zapatero.
¿Qué sucedió en el primer experimento de un modelo socialista de política económica? Se trató con él de imitar el programa de política económica que un año antes había hecho alcanzar el poder en Francia a Miterrand, precisamente con el partido socialista. Su base había sido el ya sobrepasado modelo keynesiano -socialdemócrata con los añadidos que, desde Myrdal, habían entonces arraigado en Suecia-.
El fuerte triunfo electoral socialista en Francia había ocurrido un año antes del triunfo de Felipe González, y nuestros socialistas no se enteraron de lo que relataría después el jefe del Gabinete de Miterrand, Jacques Attali, en su libro Verbatim, al mostrar que el primer ministro francés pasó a despachar con el presidente de la República, Miterrand, y, para que éste comprendiese la magnitud del desastre que había causado su política económica, le llegó a lanzar la interjección de "¡Es el Beresina!", recordando el lugar de la catástrofe final que culminó en la destrucción del ejército de Napoleón tras el fracaso de la expedición a Rusia. Y el símil era el adecuado. El triunfante modelo socialista de Mitterrand, había conseguido rápidamente el derrumbamiento del tipo de cambio del franco, el aumento de la inflación, la fuga de capitales y, en conjunto, una crisis productiva en todos los sentidos.
Boyer acabó percibiendo esto, y en el discurso de prórroga de los Presupuestos de 1982 ofreció alguna señal de deseo de cambio. Basta con señalar que se había anunciado por todos los ámbitos de propaganda socialista que este modelo iba a provocar la creación de 900.000 puestos de trabajo adicionales. Pues bien, la tasa porcentual de paro, que había sido en 1982 del 16,6%, subió en 1983 al 18% y en 1984 al 21,1%. Y a partir de ahí -recordemos la salida del Gobierno de Boyer o la crisis provocada inmediatamente casi al ingreso en el Sistema Monetario Europeo-, lo que generó que la Administración de Felipe González cediese el poder a José María Aznar, al finalizar 1995 en plena crisis económica.
El PIB por habitante se encontraba un 1,9% por debajo del de 1994. De ahí lo espectacular del cambio, debido a su sustitución por el triunfo del PP con Aznar, y la entrada del que yo califiqué en mi libro Economía española 1975-2011 (Colegio de Economistas de Madrid, 2014), como el modelo Aznar-Rato-Montoro.
La segunda puesta en marcha de un modelo socialista ajeno a los mandamientos de la ciencia económica, fue provocado por los planteamientos de Rodríguez Zapatero y sus directos colaboradores. Su llegada, como es bien sabido, coincidió con el inicio de la llamada crisis subprime. La base de lo que esto significaba, para orientar adecuadamente la política económica española, lo señaló, con agudeza notable Luis M. Linde el 21 de enero de 2009, en su intervención La realidad de la crisis económica internacional, en el Colegio Libre de Eméritos. Nada de esto orientó al Gobierno socialista. El profesor Becker Zuazua en su ensayo Mercado de trabajo y competitividad en la economía española, indicaba el 14 de abril de 2010 cómo la ley de Okun mostraba, en el famoso estudio hecho para el periodo 1982-2009, que la economía española comenzaba a crear empleo cuando crecía por lo menos a la tasa del 2,5%, pero que eso era a causa de la rigidez del mercado laboral.
Y tal cosa, en España, se veía con toda claridad, y era lo contrario de lo que ponía en marcha el Gobierno de Rodríguez Zapatero, aparte de otros disparates respecto a las Cajas de Ahorros, el abandono de rigideces en el control del gasto público, la despreocupación ante una gigantesca especulación inmobiliaria, todo lo cual acabó provocando una crisis económica que ha sido calificada así por Jordi Maluquer de Motes en esa aportación valiosísima que es su España en la economía mundial. Series largas de la economía española (Instituto de Estudios Económicos, 2016), donde señala las consecuencias muy severas en "la nueva gran depresión 2007-2014" (pág. 138). Caos que solo pudo superarse gracias a las medidas del que podemos denominar modelo Rajoy-Montoro.
Y ahora, de nuevo las promesas de Sánchez son extraordinariamente preocupantes, de acuerdo con lo que se lee en la citada referencia, contenida en el artículo de Silvia Zancajo. Sánchez va por el sendero inadecuado, una vez más.
Creo que con lo dicho, queda bien claro que la política económica del socialismo, una y otra vez -y ahora amenaza una tercera-, ratifica lo que Schumpeter señaló así en Capitalismo, socialismo y democracia: "El socialismo lo que busca, de modo incansable, es el aplauso popular que se logra a corto plazo"; e ignora que así se camina hacia la crisis.