Firmas

Inquietud en Pensiones y preocupación


    Julio Fernández García

    El anteproyecto correspondiente a los Presupuestos Generales del Estado presentado por el Gobierno, incorpora una propuesta de incremento de las pensiones más reducidas y de las pensiones de viudedad, tal y como nos adelantaba el presidente del Gobierno en el monográfico de pensiones.

    Con respecto al intenso debate, durante estas últimas semanas, en relación a la pérdida del poder adquisitivo de los pensionistas, donde se ponía en tela de juicio el actual factor de revalorización y/o el incremento del 0,25%, es preciso puntualizar cómo quedará finalmente el IRP (índice de revalorización de las pensiones) una vez aprobados los presupuestos; la proyección de gastos en materia de pensiones fija un incremento general del 0,25% del conjunto de las pensiones contributivas, a lo que habría que añadir un 3% en las pensiones mínimas y no contributivas, limitando al 1,5% a aquellas que no superan los 9.800 euros anuales y al 1% a las prestaciones entre 9.800 y 12.040 euros.

    A su vez, aumenta en un 2% la base reguladora de las pensiones de viudedad hasta situarlas en el 54%. A esto también habría que añadir el millón de pensionistas que ganan entre 12.000 y 18.000 euros los cuales se ahorrarán, de media, 220 euros este año gracias a los cambios en IRPF.

    Este conjunto de revalorizaciones suponen un incremento del 3,7% en relación al Ejercicio 2017, situándose el gasto en pensiones en los 144.834 millones, lo que supone que un 40,9% de los presupuestos irán destinados a hacer frente a estas prestaciones.

    Entiendo que dicha propuesta ha sido acogida positivamente, tanto por parte de los diferentes partidos de la oposición como de los diferentes colectivos, aunque no hayan sido cubiertas la totalidad de las expectativas. Cierto es que el Gobierno tenía en la recámara la solución para satisfacer la demanda de un colectivo importante, que manifestó su malestar en reiteradas ocasiones en los últimos meses.

    Días atrás, después del tan esperado monográfico de pensiones celebrado en el Congreso de los Diputados, me decidía a escribir una tribuna manifestando mi más sincero agradecimiento al presidente por su intervención, habiendo trasladado tanto el funcionamiento como la situación actual de nuestro sistema público de pensiones, así como las causas por las que no podía atender las demandas de los diferentes partidos políticos.

    Gracias a dicha intervención, pienso que a día de hoy todos los ciudadanos pueden saber cómo funciona realmente un sistema de reparto de caja, el cual está continuamente expuesto a desequilibrios demográficos, factores sociales y crecimientos económicos fluctuantes, que es lo que realmente ha provocado la situación actual. Mi agradecimiento venía provocado por traspasar la "barrera de la comunicación" y trasladar la información a toda la sociedad, ya que, sin duda, tienen todo el derecho a disponer de la misma con el fin de poder tomar las decisiones que consideren oportunas en cada momento.

    Sinceramente, he acogido los Presupuestos con gran alegría, pero a su vez con cierta preocupación; con gran alegría dado que beneficiar a unos de los colectivos más sensibles es motivo suficiente y con cierta preocupación dada la situación actual de las cuentas de la Seguridad Social y a las fuentes de financiación de los citados presupuestos.

    Los ingresos por cotizaciones ascienden a 114.916 millones y los gastos a 144.834 millones, lo que supone 5.188 millones más que el presupuesto de 2017, un 3,7% más, derivado en parte de estas mejoras de las prestaciones incluidas en el anteproyecto, así como del aumento del número de pensionistas que cada año se incorporan al sistema y con prestaciones cada vez más altas. Parece evidente que los gastos son sensiblemente superiores y, por lo tanto, es necesario recurrir a otras fuentes de financiación ajenas a la propia productividad del sistema para poder asumir dicha partida presupuestaria. Las fuentes de financiación vuelven a ser las mismas, préstamo concedido por el Estado y disposición de parte del Fondo de Reserva.

    Por ello y haciendo alusión de nuevo a la ruptura de la "barrera de la comunicación", sería conveniente informar a la sociedad hasta cuándo vamos a poder mantener el sistema actual financiando parte del mismo por medio de préstamos, que incrementan a razón de un 49% más cada año y/o disposiciones del fondo de reserva, que después de la retirada en el presente ejercicio se quedará bajo mínimos. Si trasladamos dicha información, teniendo probablemente que dedicar un nuevo monográfico, daríamos respuesta a muchas de las preguntas, que han surgido a raíz de la intervención del ministro de Hacienda en la Presentación del Proyecto de Ley de los Presupuestos Generales del Estado, como: si las cotizaciones sociales son impuestos, ¿las pensiones contributivas y no contributivas se financian por la misma vía?, ¿por qué han valorado trasladar las pensiones de viudedad y orfandad a pensiones no contributivas?; ¿cree que es justo penalizar a los pensionistas que más han aportando al sistema?; ¿podemos realmente asumir estas revalorizaciones en las pensiones?; ¿por qué no dejan fuera de los programas electorales las pensiones y evitamos las batallas políticas?; ¿por qué no se valora un cambio a un sistema de capitalización mixta?; etc.

    Por otro lado, evitaríamos la incertidumbre y falta de credibilidad de los jóvenes para con nuestro sistema de pensiones. No podemos olvidar que en un sistema intergeneracional, como el nuestro, los jóvenes son una pieza clave para la sostenibilidad y suficiencia del mismo.