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Política y economía en la historia de España

    Imagen: Dreamstime.

    Juan Velarde

    En la tarea de escribir la historia de España más de una vez es preciso señalar el trasfondo económico de las medidas adoptadas por los gobernantes. Conviene tener esto siempre en cuenta y saber si se atinó o no y si se reaccionó ante errores. Por eso me pareció interesante, tomando como base la serie del PIB a precio de mercado que, en euros de 2010 y para el periodo que transcurre de 1850 a 2014 recoge Jordi Maluquer de Motes en su libro España la economía mundial.

    Series largas de la economía española (1850-2015) (Instituto de Estudios Económicos 2016), y con los datos que se ofrecen en las páginas 102-107 contrastar las crisis económicas sufridas en conjuntos superiores a un año a lo largo de lo que podría denominarse la política contemporánea española. Hacerlo además, desde el reinado de Amadeo I al de Juan Carlos I. Tengamos en cuenta que ese periodo se encontraba ligado a la Revolución Industrial, la cual genera una onda larga un crecimiento económico continuo en todo el mundo occidental, y España no se puede escabullir de esa realidad.

    El primer tropiezo -el PIB para 1855 no se recupera, y para eso levemente, hasta 1858- y es el paso del bienio progresista, encabezado por Espartero al que encabezará O'Donnell quien, por ello, con la presencia de personalidades como Alejandro Mon, Claudio Moyano o García Barzanallana, logra al fin, poner algún orden en la economía.

    El tropiezo siguiente se inicia en 1866. El PIB de 1866 no se va a recuperar hasta 1870. Es la etapa que va de Narváez al inicio del llamado Sexenio Revolucionario, que se prolongará hasta 1874. Da la impresión de que transcurre de la Regencia del General Serrano, con Laureano Figuerola en Hacienda, hasta enlazar con la larga caída que va de 1873 a 1879. Es el periodo de la I República hasta el inicio del reinado de Alfonso XII y el momento en que, superando a Martínez Campos, Cánovas del Castillo se hace cargo del poder. Una vez más queda claro que las conmociones políticas, derivadas del Sexenio Revolucionario y el destronamiento de Isabel II, perturbaron con fuerza a la economía española.

    La crisis siguiente se inicia en 1883 y durará hasta 1892. Es realmente la que aparece en la primera parte de la Regencia de María Cristina de Habsburgo y el comienzo del funcionamiento del Pacto del Pardo, que se encuentra detrás del inicio de otra crisis, pues el PIB de 1892 no se superará hasta 1898. A mi juicio, en ambas y sucesivas crisis, se incuba por una parte, una tensión social creciente, anarquista-sindicalista por un lado y socialista muy radical, y por otra, aparecen las influencias derivadas de la derrota en el conflicto con Estados Unidos y la pérdida de todas las posesiones ultramarinas, desde Cuba y Puerto Rico a Filipinas, Guan y la Micronesia, más el espíritu de rechazo a la estructura sociopolítica de la Restauración que, a partir de esos momentos, comienza a generalizarse y todo esto lo ratifica el que el PIB para 1901 no se superará hasta 1906.

    La reforma de Villaverde, las novedades -a partir de la Ley Osma de Azúcares y Alcoholes-, con Maura, crean novedades que podrían calificarse como de búsqueda de salidas hacia ampliación del proteccionismo. Recordemos la correspondencia de García Alix, ministro en esa etapa con Flores de Lemus, sobre la extensión muy general en Europa de proteccionismos como fundamento esencial de las respectivas políticas económicas.

    Se ha hablado de que la I Guerra Mundial impulsó, de muchas maneras derivadas del sector exterior, la economía española. Conviene, en ese sentido, tener en cuenta que el PIB de 1918 respecto al de 1913 suponía un crecimiento de únicamente el 0,03 por ciento, o sea, que prácticamente no se había avanzado nada en ese periodo. La huelga revolucionaria de 1919, el atractivo que en ciertos políticos españoles surge derivado del triunfo bolchevique en Rusia, que es el origen de esta huelga, complicó en el momento final muchísimo las cosas, y al mismo tiempo, hizo que la palabra "octubre" pasase a tener en España algo especialmente significativo y que así se pasaron a empeorar mucho la coyuntura.

    También ahí se halla la base de la acogida ciudadana en favor de una paz social, que se va a alcanzar en la Dictadura de Primo de Rivera. Se inició ésta en 1923 y duró hasta todo el año de 1929. Respecto al año inicial de este proceso el PIB se incrementó al final en un 30,5 por ciento. Esto debe ligarse a la consolidación, en esa etapa del modelo proteccionista, completado con un fuerte incremento del corporativismo que se vinculó con un acuerdo larvado con el partido socialista.

    Recordemos que Primo de Rivera pensó seriamente en nombrar ministro de Trabajo al socialista asturiano Manuel Llaneza, presidente del Sindicato Obrero de los Mineros de Asturias, con el que se reunía, como me ha señalado, como testigo, Félix Suárez Inclán, en el restaurante asturiano Casa Mingo, en la calle Echegaray de Madrid. Añádase a este testimonio y otros datos, la eliminación del anarquismo y también el inicio por parte de Primo de Rivera de la puesta en marcha de un partido político único.

    O sea, el planteamiento que había de defender Manoilescu desde Rumanía como base de la industrialización protegida que debía enriquecer a cualquier nación europea. Se facilitaba esto en España porque Primo de Rivera había logrado la financiación victoriosa de la Guerra de Marruecos con el desembarco en Alhucemas y el traspaso de ese gasto público a una política de mejora de las infraestructuras.

    Todo esto está de acuerdo con la comprobación de un muy fuerte desarrollo. Recordemos además que era la época en la que Churchill incluso, al visitar Italia, se declaraba explícitamente partidario de una política análoga a la que desarrollaba Mussolini. El aumento que tuvo lugar en la economía en el año 1929 fue extraordinario, de tal manera que España no volvió a superarlo hasta 1951.

    Por tanto, a partir de 1930 se inicia una fortísima etapa de retroceso de la economía nacional tanto a causa de la gran depresión, como de la política económica desastrosa de la etapa de la II República que enlaza con las consecuencias de la Guerra Civil de 1936 a 1939 continuada con el impacto de la II Guerra Mundial hasta 1945 y desde esa fecha como consecuencia del aislamiento político. Hasta 1950 continuaron siendo las tasas de desarrollo de la economía española negativas.

    A partir de esa fecha el crecimiento es constante, aunque con ciertas detenciones. La primera, en 1959 y 1960, que se explica por el encaje de un modelo económico radicalmente nuevo respecto al anterior iniciado a partir del cambio de gobierno en 1957. A partir de ahí comienza un proceso de aproximación a Europa, que es lo que culminará en el año de 1985. Pero ese crecimiento en la marcha hacia Europa tuvo un freno importante derivado del choque petrolífero de los años 70 y su enlace con la crisis bancaria que solo va a ser superada después de la Ley de Ordenación Bancaria de 1977. Es un proceso de crecimiento y de ampliación de enlaces internacionales continuos, desde el ingreso en la OCDE al ingreso en el FMI.

    Existen algunos frenos, relacionados con la equivocación de invitar el modelo de desarrollo francés, o el de no atinar a dar la respuesta adecuada a la crisis financiera iniciada en el 2008. Pero estos errores políticos que, originaron en ocasiones trastornos importantes, como fue el derivado de cómo fue nuestro ingreso en el Sistema Monetario Europeo, no han impedido que tomado en su conjunto tengamos que señalar que aquella vieja situación de estancamiento económico español ha desaparecido. Lo que no está garantizado es que si persistiese una mala política económica los malos vientos podrían soplar de tal manera que el bienestar se esfumase.