Firmas

Fragilidad en la atención de los mayores

  • La alta esperanza de vida no se soluciona con la 'mochila austriaca'

Juan Velarde Fuertes

Unas reuniones de expertos, convocados por el Imserso, acaban de desarrollar puntos de vista sobre la vinculación entre la fragilidad del sistema económico y el provocado por la atención a, como se los llama ahora, "los mayores".

Cuando se habló por primera vez de esta cuestión, fue a causa de los planteamientos derivados de la política económica de Bismarck, basado en el desarrollo de una corriente de la ciencia económica ajena a la escuela clásica, que por el método inductivo empleado recibe el nombre de historicismo, con vinculaciones continuas con el denominado socialismo de cátedra.

Unido esto al deseo de Bismarck de detener el auge de las tesis de Marx en el mundo laboral alemán, que importunaban sus políticas, la exterior de ataque a Francia, por ejemplo, y la interior de creación del Imperio alemán. Se comprende por qué aparece el 21 de julio de 1889 en Alemania el Seguro Obligatorio de Vejez e Invalidez. La raíz histórica previa puede encontrarse en las Cajas de Hermandades de los mineros en el siglo XVIII. Sara Aznar Gerner expone con claridad todo esto en su artículo Los Seguros sociales en Alemania, en la Revista Española de Seguridad Social, julio-agosto 1950.

Pero esta línea de protección social, que en España es la seguida por el pensamiento conservador heredero de Cánovas del Castillo, quien fue precisamente gran admirador de Bismarck, el cual le tenía a Cánovas mucho afecto. Por eso se encuentra detrás de la aparición en España de la atención a la vejez a través del denominado Retiro Obrero, que nace con el Real Decreto-Ley de 11 de marzo de 1919, y su Reglamento de 21 de enero de 1921, que lo pone en acción durante el Gobierno conservador de Eduardo Dato, y a partir de ahí, hasta la realidad actual, con ampliaciones continuas.

Para articular éstas, al crearse, a partir de 1942 los Sistemas de base keynesiana de Seguridad Social, insertados en planteamientos macroeconómicos, observamos que al ignorar la llamada ley de Bertillon (la aceptada por Vandellós en su trabajo Catalunya, poble decadent, plantea un problema muy serio, que enunció así Beveridge, al admitir, con esa ley, que a mayor desarrollo material, mayor descenso de la natalidad y, al cabo, mayores porcentajes de ancianos, de modo creciente además).

Por eso señaló el autor del famoso White Paper iniciador de la Seguridad Social actual que en los países con esta realidad demográfica, "el único sistema posible es el de la capitalización, porque al disminuir con los años el número de trabajadores activos, el régimen de reparto, que es el que se implantó en España‑al disminuir el número de trabajadores activos, ese régimen de reparto, "equivaldría a hipotecar los recursos de las generaciones futuras". El actual problema vinculado a la financiación de las pensiones en eso se encuentra.

La salida hacia una mayor participación del gasto público en vez de cotizaciones relacionadas con los salarios, que además complican la competitividad empresarial, sobre todo cuando ésta alcanza los crecientes modelos actuales, es una realidad española, por supuesto, muy clara además.

Al Premio Nobel de Economía Franco Modigliani, tras escudriñar unos datos de nuestra evolución demográfica y del sistema español de financiación de las pensiones, le oí decir, en una excursión en la que le había llevado a Morella: ‑"¡Vaya bomba de relojería que tienen ustedes!"

Y esa bomba de relojería no puede desactivarse sin una participación del gasto público, pero en España actualmente eso es inimaginable a causa del problema autonómico en primer lugar, y simultáneamente por nuestra inserción en la Eurozona que no solo exige equilibrio presupuestario, sino liquidar la deuda pública provocada por la política de gasto público de la etapa de Zapatero, aparte de las dificultades que se derivaban de una fuerte presión impositiva. Y, claro es, resultaría imposible para cualquier Gobierno eliminar las pensiones que ahora se están percibiendo.

Es evidente, y multitud de trabajos estadísticos lo prueban, que conforme se avanza en edad, hasta pasados los 65 años, los españoles perceptores de ingresos dedican más fondos a capitalizar a través de mil medios, desde compras de bonos a la adquisición de acciones o incluso a acumular en el domicilio euros. Pero uno de los medios fue participar en la especulación bursátil y en la inmobiliaria, en un alto porcentaje, fue posible hacerlo endeudándose multitud de familias.

La mala solución de la crisis bancaria de 1977, como consecuencia de la creación del asunto de las Cajas de Ahorros, lo ha complicado todo mucho. Y esta ruina de multitud de economías domésticas, conforme ha ido aumentando el número de pasivos se ha convertido en una realidad abrumadora que, como alternativa, hace más perentorio el poder disponer de prestaciones a las personas mayores derivadas del sistema de seguridad social, por lo que se acentúa la dimensión de la bomba de relojería.

Todo esto era perceptible, pero el mundo de la política prefirió ignorarlo como consecuencia del denominado Pacto de Toledo. Recuerdo que esto lo planteé en la que fue la última conferencia que se pronunció en el Instituto Nacional de Previsión en 1979, porque a continuación éste desapareció y con él lo que era una conmemoración anual que se celebraba así, y que titulé Situación económica española y Seguridad Social. Análisis del impacto de la coyuntura en la modificación estructural.

Sus puntos de vista los incorporé al trabajo colectivo que efectué, conjuntamente con José Barea, José Manuel González-Páramo, Manuel Alonso Olea, Juan A. Fernández Cortés y Alfonso Pérez Agote, que se tituló Pensiones y prestaciones por desempleo (Fundación BBVA, 1996). Se completaba además, con reacciones muy claramente frente a la actitud de la delegación socialista que había asistido a la Conferencia Mundial sobre la Población, celebrada en México, que causó allí asombro por cierto, al ignorar todos estos problemas.

Pero si hay problemas con el gasto público, con la competitividad empresarial, con la realidad crediticia, ¿se puede ignorar que también la existencia de personas de mucha edad actúa sobre el gasto? Y esta acción se dirige al gasto público, en relación con las atenciones sanitarias. Véase lo que sobre esto se dice en ese libro que centra muy bien los problemas, de Félix Lobo, La economía, la innovación y el futuro del Sistema Mundial de Salud español, (Funcas, 2017).

Y finalmente sólo aludo (porque aún no se ha publicado, pero me ha entregado el manuscrito)‑a la aportación de Javier Santacruz Cano, Longevidad y cambios en el ahorro y la inversión (2017), donde se analizan estas conexiones de modo interesantísimo.

Y todo ello muestra que la realidad de un creciente número de personas de mucha edad, con una esperanza de vida muy alta, crea situaciones frágiles para la economía que no se pueden ignorar. Y ello no se soluciona, como pretende algún economista, con la mochila austriaca. Es más complejo.