Más transparencia, más cultura financiera
Gonzalo Bernardos
El consumidor actual se encuentra con diversas dificultades a la hora de tomar una decisión sobre la idoneidad de contratar un servicio, y más aún si éste es de carácter financiero. A pesar de que Internet nos proporciona una fuente inagotable de información, no siempre somos capaces de separar lo que es verdaderamente útil de lo superficial. A veces, la falta de información, otras el exceso, y también la insuficiente comparación entre distintas alternativas, lleva a los consumidores a tomar decisiones financieras desacertadas, pagando demasiado por un servicio.
Afortunadamente hoy en día son numerosas las iniciativas que entidades y asociaciones están realizando para apoyar la educación financiera, como es el caso del portal "Economía para ti" de Cofidis o de la Asociación Nacional de Establecimientos Financieros de Crédito (ASNEF). Este último ha publicado un índice sobre los diferentes tipos de interés que existen en el mercado actualmente, con el objetivo de permitir a los ciudadanos comparar los diferentes productos de créditos al consumo de duración superior al año. De esta manera, ofrece una ventana de transparencia sobre los costes reales que conllevan.
Lo verdaderamente útil de este índice es que permite ver la evolución que el interés nominal y la TAE han tenido a lo largo de los años, además de poder segmentar la información en base a cuatro tipos de créditos al consumo: los implícitos en las tarjetas de crédito o revolving, los destinados a la adquisición de vehículos, los concedidos para la adquisición de bienes de consumo y los de carácter personal.
Fijándonos con más en detalle en este índice, observamos que existen grandes diferencias entre los máximos y mínimos de la TAE (este dato es el verdaderamente relevante, por encima del interés nominal, ya que es el que nos marca el verdadero coste del préstamo). La primera conclusión obtenida es que, lógicamente, no todas las entidades ofrecen créditos al consumo al mismo precio, por lo que la comparación entre empresas se hace necesaria si el consumidor quiere ahorrar y contratar productos más competitivos. No obstante, hemos de pensar que casi tan complicado es comprar una vivienda al precio más bajo de la década como contratar un crédito al mínimo tipo de interés del año actual.
También es interesante observar que las TAE más elevadas son las relativas a los créditos de tarjeta, con un 23,47% de máximo y un 20,47% de mínimo. La principal razón es que dichos créditos se usan para cantidades más pequeñas que no justificamos, por lo que el riesgo de impagos es más elevado. Para compensar esta morosidad y el hecho de no existir un bien fácilmente embargable, las entidades cobran un plus de interés a todos los clientes. Por el contrario, el préstamo para la compra de vehículos es el que tienen un menor interés, del 11,05% de máximo y el 7,23% de mínimo, ya que la morosidad histórica es más reducida y existe la posibilidad de que, si el cliente incumple con el pago de las cuotas, la entidad pueda embargar el vehículo y recuperar la cantidad prestada a través de su venta.
La transparencia de iniciativas de este tipo deberían extenderse a todo el sector para que los consumidores sean más conscientes de los diferentes tipos de préstamos al consumo que existen en el mercado. Los agentes económicos deben tener la obligación de explicar y hacer pedagogía de los diferentes precios y productos del mercado para que los consumidores puedan escoger los que mejor se adapten a sus necesidades.