Las diabólicas medidas fiscales
- Los 'pieles rojas' que quieren acabar con Rajoy, Guindos y Montoro resurgen
Juan Velarde Fuertes
En el ámbito de la economía no existen medidas fáciles. Como señalaba Von Thünen, para el empresario que quiere prosperar, "el sueño le huye de su lecho". La situación de los asalariados, una y otra vez, se ha señalado. Pero lo mismo sucede con los dirigentes de la política económica de un país. Basta en España leer las tensiones y exigencias que, para salir de la crisis de 2008-2009, pasaron a experimentar Montoro y Guindos, como acaba de exponer éste en su reciente y magnífico libro España amenazada (Península, 2016).
Y eso tiene que tenerse muy en cuenta en España, en el momento, además que, para conseguir respaldo electoral, se ha visto cómo se proponen medidas fáciles que provocan, a la fuerza, crisis económicas: aumentar la rigidez laboral o incrementar el gasto público con huida de tensiones impositivas, aunque creciese la deuda, tanto la del sector público, como la de las familias.
El alud de las advertencias críticas a esto es evidente. Son los economistas solventes los que advierten de las consecuencias de endeudamientos. En el Resumen ejecutivo del Informe mensual correspondiente a septiembre 2016, de CaixaBank Research, se concluye así la exposición de que lo que debe suceder es claro: "La principal tarea pendiente es encauzar con mayor precisión el proceso de consolidación fiscal, como atestiguan las dificultades para cumplir con los sucesivos objetivos de déficit público". Pensemos en esta otra afirmación que también expone: "Posiblemente hay que comenzar a prestar atención a quienes llevan tiempo advirtiendo que los bonos soberanos han pasado a proporcionar riesgo sin rentabilidad".
Los economistas españoles se han hartado de advertir los riesgos del endeudamiento y de las medidas fáciles. Véase desde la postura básica de Barea hasta el trabajo de Antonio Torrero que abre una serie de advertencias a partir de 2010 con su aportación Crisis de la Unión Monetaria Europea (Universidad de Alcalá, 2010), y que después Solbes en sus memorias y Campa en sus declaraciones a El Comercio, ratificaron que era lo que España debía haber atendido, y no las fáciles medidas de Zapatero, que olvidó (y ahora ese olvido, para atraer votos, ha renacido) aquello que se prueba en el libro de Fogel et al., Political Arithmetic. Simon Kuznets and the empirical tradition in Economics, al exponer cómo se hunde una economía porque los procesos de rápido crecimiento provocan en los jóvenes una alienación.
Y las advertencias continuaron, en esa serie que va entre los profesores españoles de Economía, del España en deuda. 1975-1995, de Jaime Requeijo (McGraw Hill, 1997), o la aportación oportunísima de Juan Iranzo, La política monetaria no es el Bálsamo de Fierabrás, aparecida en Crónica de Economía y Sociedad, 21 septiembre 2016.
Por supuesto todo esto tiene el respaldo de los mayores economistas actuales, quienes para adoctrinar rápidamente, acuden a la prensa. Es el caso, por ejemplo, del profesor de Harvard Martin Feldstein, con sus artículos que van de How to stop the drop in home values, en The New York Times del 12 de octubre de 2011 a El déficit estadounidense en explosión, en ABC Empresa, el 4 de septiembre de 2016. O la síntesis elaborada (por cierto con referencias explícitas a los errores de la política de Zapatero) por los profesores Atif Mian, de la Universidad de Princeton, y Amir Sufi, investigador del National Bureau of Economic Research, en el libro La causa de la deuda. Las causas y las soluciones de la Gran Depresión, (RBA Economía, 2015).
Y volviendo hacia atrás, ante la crisis del inicio de la Transición, para superarla, ¿qué recomendó Prados Arrarte, en la serie de artículos Recetas para la crisis económica, al señalar (véase en Ya, 5 de enero de 1977) que lo fundamental es evitar los endeudamientos e insiste en el coloquio con Irastorza publicado en ABC el 22 de enero de 1977: "Es necesario un Gobierno que tenga la capacidad de convicción suficiente, de que jure y perjure que no va a contraer déficit en el presupuesto".
Acudir a soluciones fáciles y eliminar las dificultades fue lo que Bohm-Bawerk, ese gran maestro para siempre en el terreno de la economía, señaló que había sido, para alegrarse de momento, la política de los pieles rojas en Estados Unidos. Vendían enormes superficies de sus tierras a cambio de unas garrafas de bebidas alcohólicas. La miseria, después de la alegría, les esperaba al poco tiempo. En España hemos tenido, más de una vez, políticos pieles rojas. Y ahora, en la pugna para liquidar la política económica de Rajoy-Guindos-Montoro, vemos, con claridad, que adornan a demasiadas cabezas plumas multicolores.