Firmas
'Habemus Papam'
Amador G. Ayora
En la mitología griega, Dios ciega a los dioses cuando quiere quitarles el poder. Con su empecinamiento en el 'no' a Rajoy, después de su tercer descalabro electoral consecutivo, Pedro Sánchez va de derrota en derrota hasta su victorial final: la investidura de Rajoy como presidente.
Su torpe actuación hace que la mitad de los diputados socialistas esté pensando en acogerse al artículo 67.2 de la Constitución, en el que se señala que "los miembros de las Cortes Generales no están ligados a mandatos imperativos". ¡Vamos!, que la disciplina de voto es un invento de las formaciones políticas para mantener prietas las filas.
El espectáculo mediático diario, con enfrentamientos entre los dirigentes abre una herida difícil de suturar en una formación moribunda. El riesgo de la profunda brecha actual es que el voto más izquierdoso se marche a Podemos y acabe engrandeciendo la figura de Pablo Iglesias. Otra de las trampas para elefantes en las que cayó el dirigente socialista. Sólo por este monumental error, Sánchez debería irse. Si sigue al mando después de este fin de semana, convertirá al PSOE en un cadáver político.
Pero dejemos en paz a los muertos y volvamos a los vivos. Como en la Basílica de San Pedro, cuando el cardenal protodiácono sale al balcón para anunciar el Habemus Papam después de que en la Capilla Sixtina se enciende la fumata blanca, Rajoy ha ordenado a Soraya Sáenz de Santamaría que desempolve los proyectos para poner en marcha el Gobierno.
El Palacio de La Moncloa no tiene chimenea con humo de colores, pero es obvio que urge reactivar el pacto con Ciudadanos para consensuar los Presupuestos, así como la hoja de ruta que presentará a Bruselas para atajar el rampante déficit público y evitar la sanción de 6.000 millones.
El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ha vuelto a dejar en mal lugar a Rajoy por segunda vez. El Consejo de Ministros aprobó este viernes el Real Decreto para incrementar hasta el 23 por ciento el pago fraccionado del Impuesto de Sociedades. El desplome de los ingresos por este gravamen en 10.000 millones en lo que va de año aboca a un incremento de este impuesto sobre las grandes empresas en el futuro.
Ya se sabe que las mentiras tienen las patas cortas. Tanto el PP como Ciudadanos, su cómplice necesario para tomar la medida, negaron por activa y por pasiva un incremento de la presión fiscal sobre las empresas durante las dos pasadas campañas electorales. La otra magnitud desbordada que es urgente afrontar es el agujero de la Seguridad Social.
En paralelo, Montoro tuvo que salir en socorro de las autonomías con 10.000 millones adicionales para que puedan cumplir con los vencimientos tanto de sus emisiones de deuda como de las facturas a los proveedores. En total, Hacienda lleva empleados más de 160.000 millones para mantener al corriente de sus pagos a los gobiernos autonómicos, sin haberlos sancionado siquiera.
Pero el primer ministro en ponerse en funcionamiento fue Luis de Guindos. El titular de Economía dio instrucciones al Fondo de Reestructuración y Ordenación Bancaria (Frob) al día siguiente de que se conociera la fractura interna del PSOE para que fusionara Bankia y Banca y Mare Nostrum (BMN).
Carlos Egea, presidente de esta última entidad financiera, estaba pendiente de la fecha desde hace tiempo. Egea mantiene una buena relación tanto con el presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, como con Guindos, a quien tuvo como consejero. Por tanto, no auguro resistencia alguna en esta especie de boda anunciada con antelación. Al contrario, la complementariedad que ofrece el reparto geográfico de las oficinas y la necesidad de ambas entidades de incrementar su tamaño para ganar competitividad fueron premiadas por el mercado con subidas bursátiles en Bankia.
El anuncio se produce, además, después de la machacona insistencia durante la última semana por parte del presidente del BCE, Mario Draghi, para que se aceleren los casamientos entre bancos de la eurozona para hacer frente a los bajos tipos de interés.
Bankia y BMN abrirán, probablemente, la nueva ronda del baile de fusiones en España. El Popular escapó de las garras de otra entidad mayor (CaixaBank o Santander) gracias al fino instinto demostrado, en esta ocasión, por su presidente, Ángel Ron, al plantear una ampliación de capital unas horas antes de que se produjera el Brexit.
Ron se siente ahora en posición compradora ?si surge una buena oportunidad?. A nadie se le escapa, que el futuro de las antiguas cajas de ahorro supervivientes pasa por una mayor integración entre ellas, aunque nadie quiere dar el primer paso y arriesgarse a perder su sillón.
El desplome bursátil de Deutsche Bank en bolsa desde comienzos de año es un anticipo del tsunami que puede recorrer el sector. La inminente subida de los tipos de interés en Estados Unidos supondrá un alivio para las entidades bancarias a corto plazo, aunque el respiro será breve porque Matteo Renzi celebrará el 4 de diciembre un polémico referéndum sobre el papel del Senado italiano, que amenaza con revivir las tensiones en el caso de que lo pierda.
Los datos adelantados sobre la economía española apuntan a un potente frenazo durante el último trimestre del año. El final de la temporada turística, así como el desgaste por la ausencia de Gobierno comienzan a pasar factura. Si la OPEP culmina en noviembre el acuerdo para reducir el bombeo de petróleo, los precios pueden volar en los próximos meses y acabar con el superávit corriente. El barco español no aguanta mucho más sin patrón y por eso es bueno que el Gobierno se ponga en marcha cuanto antes.