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Presupuestos 2016: previsión, realidad y ¿gasto social suficiente?

  • La mayor parte del "gasto" social se dedica a pensiones

Juan Rubio Martín

La evolución de la economía española en 2016 debería estar condicionada por los Presupuestos. Baste decir que el gasto público representa en torno al 45% del PIB, cifra suficientemente elevada para que nos detengamos en la valoración del Proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado (PGE) 2016, que, como establece el reglamento del Congreso, goza de preferencia en su tramitación sobre el resto de proyectos.

La posibilidad de cercanas elecciones generales es la razón de que sea durante agosto cuando se inicie la tramitación del proyecto, presentado ayer en el Congreso. Actuación cuestionable ya que no se sabe quién los gestionará tras las elecciones; aunque el actual Gobierno ganara las elecciones, no tendría mayoría absoluta según todas las encuestas.

Cierta deceleración

Veamos, en primer lugar, la coherencia de las previsiones macroeconómicas del Presupuesto con la realidad. Se parte de una previsión de crecimiento para 2016 del 3%, algo inferior al 3,3% previsto para este año; se reconoce, por tanto, una cierta desaceleración. Menos acusada de la que señalan tanto el Banco de España como el Consenso nacional (2,7%), lo que ya cuestiona esa visión que quiere transmitir el Gobierno "conservador" en sus previsiones económicas.

Con este crecimiento la economía seguiría la cadencia cíclica que, tras más de seis largos años de evolución negativa, cambió de signo a finales de 2013 y está continuando en 2015 con cierta intensidad, pero estará en parte condicionado por factores coyunturales ya comentados anteriormente (política del BCE, reducción de precios del petróleo, etc.), así como por la evolución del problema griego (ver Airef).

No solo el crecimiento del PIB será inferior al previsto para 2015; también la composición será diferente. En síntesis, en el cuadro macroeconómico se contempla una menor aportación del consumo privado y de la formación bruta de capital fijo, que se compensa con más consumo final de las AAPP. El sector exterior tiene una aportación prácticamente neutra; el aumento de las exportaciones se ve contrarrestado con un aumento similar de las importaciones. No se puede hablar de excesivas variaciones, pues el consumo privado y la inversión seguirían creciendo a buen ritmo (y con ello, la recaudación pese a la rebaja fiscal), pero de cara al crecimiento a largo plazo del potencial productivo, la desaceleración en casi un punto del crecimiento de la formación de capital, castigada durante seis años de crisis, no es buena noticia.

¿Suficiente gasto social?

A través de las distintas políticas de gasto cabe colegir las grandes políticas económicas del Gobierno, y en este sentido se ha destacado profusamente, por los altos responsables del Gobierno, que el 53,5% del total del Presupuesto irá a "gasto social". Bien, independientemente de que ya es hora de que esta denominación se adecúe más a la realidad, pues hay quienes lo identifican como gasto a fondo perdido cuando atiende a "necesidades" sociales, en realidad esta partida (junto con las "Actuaciones de carácter económico", de mucha menor cuantía) pierde peso en relación a ejercicios anteriores (53,9% en 2015, 58% en 2011).

En buena parte por la recuperación del empleo, pero si consideramos que la tasa de cobertura del desempleo está en mínimos desde 2008 (ver Ministerio de Empleo), el ciudadano entenderá que estos Presupuestos no concuerdan del todo con el "giro social" que transmite el Gobierno. Y eso que el Gobierno apenas habla del progresivo agotamiento del Fondo de Reserva de la Seguridad Social y que la mayor parte del "gasto" social se dedica a pensiones.

Finalmente, desde el punto de vista de la clasificación económica del gasto, la partida que más aumenta es la de gastos de personal (4,9% en un solo año incluyendo la recuperación de la paga extra), obviamente contradictoria con el déficit público comprometido (2,8% del PIB). El Gobierno incide en el aumento de las inversiones reales (4,6%), pero en realidad representan una cifra exigua en porcentaje del total del gasto (1,9% frente al 8,8% de gastos de personal) y han disminuido más del 21% respecto a 2012.

Habrá un intenso debate presupuestario sobre estos y otros aspectos durante las próximas semanas, pero no será tarea fácil que los mensajes iniciales dados por el Gobierno calen lo suficiente en potenciales votantes, que no ven aún acciones contundentes y rápidas que se traduzcan en mejoras económicas sostenidas, no meramente coyunturales, de la situación de los ciudadanos.