Evasión
Raquel Congosto, autora de 'Amiga mía': "Escribir es intentar contar una pesadilla"
- La escritora y arquitecta debuta con una novela sobre la ruptura de una amistad
- Cuatro libros para los amantes del diario: de los apuntes de Ernaux al artefacto de Esteban Feune de Colombi
- Sabina Urraca: "Hay una tendencia a leer un texto y dulcificarlo en la cabeza"
Ana Latorre
"Escribo desde mi lado de la foto sin ti. Escribo para darle un lugar al dolor, para señalar el recorte de tu figura. Escribo porque el vacío importa. Creo que esta vez sí podré hacerlo". Esto podría ser el inicio de una carta de amor, o mejor: podría ser una historia de fantasmas. Podría hablar de dos amigas que ya no son amigas, de un plural fracturado. Podría hablar de infancias y de anhelos y de mundos a medio hacer. Mundos como edificios abandonados. Mundos como el de Marina y Celia, las protagonistas de Amiga mía (Blackie Books), la primera novela de Raquel Congosto.
El libro aborda la historia de una amistad que no sobrevive al tiempo, aunque se cuenta en presente. Es una especie de novela-misiva. Tiene algo de thriller extraño y hermoso. Como una planta ruderal, surgió de entre las grietas. "En realidad, cuando empecé a escribir Amiga mía estaba trabajando en otra novela. Después de un taller, Margarita García Robayo me dijo que una editorial argentina quería editar cuatro libros y que yo podría escribir uno, aunque tenía que ser más corto. Le dije que sí y empecé de cero. Armé una pequeña escaleta, firmé el contrato y me puse a escribir. El problema es que el papel se disparó en Argentina y el proyecto se cayó. Fue un bajón, así que tuve que enviarlo por España", avanza Congosto.
En un momento en el que hemos pasado de romantizar la amistad a bajarla del pedestal, ¿cómo has afrontado la escritura de esta historia?
He leído libros de amigas niñas y de amigas adultas, y, aunque vinculo la relación de Marina y Celia con la que vemos, por ejemplo, en la tetralogía de La amiga estupenda, que también habla de las partes perversas de la amistad, he visto muy pocas historias que traten este tema desde el presente. ¿Qué pasa con todo lo que queda del pasado? En las novelas de Elena Ferrante, esto apenas aparece. He ahí esa circularidad en la escritura de Amiga mía. Luego, me interesaba el lenguaje que manejamos sobre la amistad. Creo que de esto habla Marina Garcés en su nuevo libro, pero aún no lo he leído.
Marina Garcés explora en su obra el concepto de promesa, lo que me recuerda a las palabras de Marina a Celia: "Prométeme que no me dejarás nunca". ¿Por qué una promesa así parece menos inquebrantable en una amistad que en una relación amorosa al uso?
Porque nadie termina de aceptar que una amistad no se pueda arreglar, es increíble. No sabemos socializar con las personas que dejan de ser amigas, nos faltan códigos. He visto muchísima literatura sobre duelos de parejas sexoafectivas, pero no sobre esto. La amistad es maravillosa, pero en ella se dan conflictos igual de perversos que los que vemos en la pareja o en el ámbito laboral. Lo que pasa es que los límites no están marcados. Cuando escribía el libro, pensaba en la amistad como algo libre, un océano donde nadar. Te mueves por un terreno que se ve muy bien, pero que tiene muchas complejidades. Recibo muchas historias de personas que me cuentan sus dolores sobre esto. Y tampoco es que haya una parte que lo haga sublime y otra que no: las dos hacen lo que pueden desde su lugar.
Amiga mía se narra después del duelo, no durante. ¿Hubiera sido posible escribir una historia así con las heridas tiernas?, ¿el duelo empaña la objetividad?
Totalmente. Cuando falleció mi madre me pasé dos años en shock. Sin embargo, hay personas a las que he conocido en talleres que sí escriben desde un dolor tierno. No es mi caso. Yo necesito hacer una disección clara y tratar de ser ecuánime. Buscar qué puntos, de manera sutil, pueden ir afectando a una relación. Poner distancia. Si la hubiera escrito desde el duelo, Amiga mía sería una historia distinta, de ajuste de cuentas. Y me gusta que se empatice con Marina y Celia, porque construir estos Frankensteins ha sido difícil para mí. Coger cosas que te gustan; inventarte otras en las que puedas apoyar la frustración, pero también la emoción de absoluta felicidad…
Las alegrías del pasado se sienten durante buena parte de la historia. Un pasado que, además, narras en presente. ¿Por qué?
El primer pasaje que escribí es el que ocurre en el hospital, que está más pegado al personaje, a la realidad, al presente. En ese momento, estaba pasando por un proceso de ecografías, mamografías... y me empezaron a venir los fantasmas a la cabeza. Me acuerdo de que una vez, hablando con Mercedes Halfon, ella me dijo que se había dado cuenta de que su género era el de los diarios, y yo le contesté que el mío era el de los fantasmas, que, para mí, son las proyecciones de un pasado. O las de un futuro que nunca fue. Superar a los fantasmas es invocar el presente, homenajearlo.
"Mercedes Halfon me dijo que su género era el de los diarios, y yo le contesté que el mío era el de los fantasmas"
El después son Pablo y Matilda, que usan la misma habitación donde seis años atrás dormía Marina. ¿La esperanza es eso?
Claro. Es lo que pasa con las plantas que Celia estudia en un proyecto sobre el cambio climático. Las ruderales crecen entre las grietas. Y eso, de alguna manera, da cierta esperanza. Me parece bonito cómo se van colando otras cosas entre los espacios, como esas plantas salvajes que no sabes hacia dónde van a ir.
Celia subraya que no escribe para perdonar, aunque el libro ha sido recibido por algunos lectores como una historia terapéutica. De alguna forma, les ha ayudado.
A mí escribir me ayuda a pensar, porque hay muchas veces en las que no sé exactamente qué pienso; soy muy emocional. Una amiga que trabaja en Memoria Histórica me dijo que en Amiga Mía, como pasa con los desaparecidos, yo había creado un cuerpo al que llorar. En ese momento se me saltaron las lágrimas. Aconsejo ir a psicólogos o a profesionales para trascender de verdad determinadas heridas, pero, en mi caso, la construcción de este libro ha sido importante, me ha servido.
¿Es casual que la amistad se sitúe en el movimiento 15-M? Hablas de la muerte de una amistad, pero también de algo que va más allá: el final de "un nuevo mundo".
No, no es casual. Las personas que vivimos el 15-M notamos una euforia, unas ganas de hacer, un estar en todo… Pusimos muchísimo cuerpo en aquellos tiempos, pero también había pequeñas grietas. Ese nuevo mundo que queríamos construir tenía determinadas fracturas. Por ejemplo, eso se veía en las asambleas. Había conflictos porque surgían contradicciones, fricciones.
Y también había muchísima precariedad…
Sí, y eso te llevaba a un desgaste psicológico brutal.
¿De qué forma el capitalismo afecta a nuestras amistades?
El dinero resquebraja muchas cosas. Lo he visto en historia de compañeras y compañeros. De hecho, más que el dinero, nos afecta la falta de dinero, porque resta seguridad. No soy tan joven como lo era en la época del 15M, pero a medida que ves cómo se está devorando el territorio, te preguntas: ¿Dónde cabe aquí el gozo y el desarrollo de la salud emocional para tener amistades en las que no existan estas preocupaciones constantes?
Celia y Marina compartían inquietudes y sueños, pero esto también potenciaba las inseguridades de cada una, los celos… Una amistad así, ¿es más frágil que las demás?
Puede ser. Cuando hablo de la amistad de Marina y Celia, lo hago pensando en que son una pareja más. Entre ellas no está el componente sexoafectivo, pero hay algo excitante en su forma de pensar juntas: hablan y se atropellan, una dice una cosa y la otra añade una distinta. Me parece precioso. Creo que hay relaciones que son más duraderas, pero no tan excitantes.
"La falta de dinero afecta a nuestras amistades porque resta seguridad"
Las protagonistas son arquitectas, como tú. ¿De qué manera te influye esta formación en la construcción de tus textos?
Me influye mucho. Cuando escribo, estoy haciendo un proyecto. Dibujo y luego doy un sentido a eso. Me gusta mucho hacer planos de situación y relacionarlos con el entorno, darles una mirada. Es un ejercicio precioso, porque me ayuda a eliminar las cosas que no son importantes para dejar las que sí lo son. Por ejemplo, a veces te sale una frase bonita y quieres incluirla, pero se desvía del concepto. En la Escuela de Arquitectura tuve un profesor maravilloso, Javier Seguí. Murió hace cuatro años. Él decía que dibujar era como intentar contar una pesadilla. Tú estás recordándola y quieres que la persona que te escucha conecte con el miedo que has pasado, así que empiezas a mover más los brazos, a abrir más los ojos, a inventar cosas más terribles que las que has soñado para que se empatice con tus sensaciones... A veces, la realidad no te da lo suficiente y tienes que ponerte a construir. Para mí, escribir es eso. Escribir es intentar contar una pesadilla.
Escribes desde muy pequeña. ¿Un escritor es solo quien publica libros?, ¿cómo te relacionas tú con esta definición?
La verdad es que me cuesta decir que soy escritora, aunque creo que sí trabajo mucho con la palabra. Lo veo en mis últimos proyectos. Algunos que he hecho con el Ayuntamiento son muy narrativos. La performance, las piezas y las instalaciones artísticas están unidas por el componente narrativo que queda por debajo. Pero nunca hubiera sido consciente de ello si no hubiera sido por un amigo con el que estudié. 'Pero, Raquel, tú siempre has sido esto. Por cómo redactabas las presentaciones, cómo explicabas aquello que hacías… Tú siempre has sido escritora', me decía.
Esto les pasa a más escritoras. ¿Por qué da tanto pudor definirse como tal?
En mi caso creo que es porque estudié la carrera de Arquitectura. Puede que lo haga fatal, pero como hay un título... (risas). Será el síndrome de la impostora, supongo. Soy de las que sueñan que suspende un examen de matemáticas en octavo de EGB y que ya todo se estropea. Con Amiga mía estoy recibiendo bastante feedback y, claro, estoy abrumada. A veces no sabes bien cómo colocar la emoción ni qué contestar. Me da como vergüenza. Hablo con la boca pequeñita.
¿Leeremos en algún momento la historia que dejaste a medias?
Sí, mi intención es terminarla. Me parece que le queda bastante poco. También he construido otra especie de artefacto que no sé si llamar poemario. Tengo algunas piezas escritas o sin terminar. Están en proceso. Y, por supuesto, quiero sacarlas adelante.