Evasión

La música y la vida de Brian Wilson, muerto a los 82 años: las buenas vibraciones de los Beach Boys nunca serán silencio


Lucas del Barco

La música también envejece, como los cuerpos. Pero algunas melodías, como ciertas almas, se resisten al tiempo. Este miércoles, Brian Wilson, fundador de The Beach Boys, ha muerto a los 82 años. Con él se marcha no solo un músico extraordinario, sino el hombre que mejor supo traducir en notas el sol blanco sobre la piel salada, el rugido del mar bajo las ruedas de un descapotable y esa ilusión americana de que la juventud es eterna. Ahora, mientras el eco de Good Vibrations se disuelve como espuma en la orilla, la muerte nos recuerda que todo paraíso es también una ficción.

La familia ha comunicado su fallecimiento a través de Instagram, como si la noticia no pudiera sino flotar, impersonal y tersa, en el mar cibernético. No han dicho dónde ni cuándo murió, ni por qué. Pero el rumor era ya un oleaje suave desde hace tiempo: en 2024, tras la muerte de su esposa Melinda, el tribunal le impuso una tutela legal por padecer un "trastorno neurocognitivo mayor", diagnosticado como demencia. Brian Wilson, el hombre que oyó voces antes que armonías, había comenzado su retirada final del mundo.

Su vida fue una novela escrita entre la espuma del mar y los pasillos insonorizados de un estudio de grabación. Un genio dañado, un ángel que cayó del cielo soleado de California para revolcarse en la sombra de sus propios fantasmas. No sabía surfear, pero creó la banda sonora de una costa que nunca existió del todo. En aquellos años dorados de los 60, mientras el resto del mundo se agitaba entre guerras, protestas y revoluciones, Brian Wilson imaginó otra América: una América limpia, despreocupada, con chicas en bikini, coches brillantes y adolescentes que solo querían divertirse.

Surfin' U.S.A., California Girls, Fun, Fun, Fun… Cada canción era un espejismo coral donde todo brillaba, hasta el dolor. Porque sí, había dolor. Siempre lo hubo. Solo que lo disimulaba entre falsetes perfectos y progresiones de acordes que parecían flotar en el aire. En ese falso paraíso que él mismo ayudó a construir, el niño prodigio se convirtió en el profeta de una inocencia que no sabía que estaba condenada. De 1962 a 1966, The Beach Boys colocaron 13 canciones en el Top 10 de Estados Unidos. Tres de ellas llegaron al número uno. Pero lo importante no fue el éxito comercial, sino el oído milagroso de Wilson. "Ese oído", dijo Bob Dylan, "debería donarse al Smithsonian". No era una exageración. Escuchar Pet Sounds —ese álbum que al principio fue un fracaso de ventas— es asomarse al alma de alguien que entendía la música como un acto místico. Lo compuso mientras The Beatles grababan Rubber Soul y ambos discos se convirtieron en un diálogo de altura entre genios que no competían, se desafiaban con respeto.

En Pet Sounds, Brian Wilson dejó de cantar playas para empezar a cantarse a sí mismo. Las armonías ya no eran radiantes, eran quebradizas. Las letras hablaban de aislamiento, de incomprensión, de no encajar en el mundo. Era la confesión de un hombre que sentía que no había sido hecho para su tiempo, como escribió en I Just Wasn't Made for These Times. Y sin embargo, fue hecho precisamente para eso: para su tiempo y para todos los tiempos. Porque su tristeza sonaba bella. Porque God Only Knows, esa canción que Paul McCartney declaró como la más perfecta jamás escrita, nos sigue conmoviendo con la delicadeza de una oración dicha en voz baja.

Pero el precio fue alto. Brian Wilson se encerró durante años en su habitación, persiguiendo sonidos que solo él oía, mientras el mundo seguía girando sin él. Drogas, diagnósticos psiquiátricos, terapeutas cuestionables… El paraíso se convirtió en cárcel y el genio en náufrago. Aun así, logró volver. Como esos surfistas que caen pero siempre regresan a la tabla. Dio conciertos, publicó discos en solitario, recibió premios. Pero ya era otro. Más lento, más frágil, más sabio. Un anciano con la mirada aún llena de melodías.

Hoy se apaga la voz de Brian Wilson. Pero quedará su música, que es como decir: quedará la juventud. La de verdad, la que se siente cuando uno escucha Don't Worry Baby en una tarde de verano y piensa que todo estará bien. Aunque no lo esté.

Discografía esencial para entender a Brian Wilson y la música de 'The Beach Boys'

Para comprender la magnitud de Brian Wilson en la historia de la música popular, no basta con recordar sus éxitos más radiados: hay que sumergirse en los discos donde su genio creativo transformó el pop californiano en arte mayor. Aquí una selección esencial para adentrarse en el universo de Wilson y entender cómo The Beach Boys pasaron de ser íconos playeros a pioneros sonoros.

1. Surfer Girl (1963)

Este álbum marcó el debut de Brian como productor total. Aquí empieza a definirse el sonido Beach Boys: armonías celestiales, romanticismo adolescente y un anhelo melancólico bajo la superficie brillante. La canción homónima es una joya temprana.

2. Today! (1965)

Dividido entre canciones alegres y baladas introspectivas, este disco anticipa el giro artístico de Wilson. En la segunda mitad, temas como Please Let Me Wonder y She Knows Me Too Well revelan una nueva profundidad emocional.

3. Pet Sounds (1966)

Obra maestra indiscutible. Brian Wilson lo concibió como un álbum conceptual, fusionando pop con arreglos orquestales, armonías complejas y letras melancólicas. God Only Knows, Caroline, No y Wouldn't It Be Nice lo sitúan al nivel de The Beatles y más allá. Es el corazón palpitante de su legado.

4. Smile Sessions (2011)

Originalmente grabado en 1966-67, Smile fue un proyecto ambicioso que naufragó por la presión comercial y los problemas mentales de Wilson. Décadas después, fue reconstruido a partir de los archivos originales. Psicodelia, humor, espiritualidad y descomposición pop: el disco perdido que se convirtió en mito.

5. Brian Wilson Presents SMiLE (2004)

Esta versión en solitario permitió a Brian cerrar una herida abierta. Con nueva grabación y estructura, logró al fin terminar la obra que lo persiguió durante décadas. Es una celebración tardía de su genio y su redención personal.

6. That Lucky Old Sun (2008)

Un disco solista en que Wilson vuelve al sur de California con mirada nostálgica. Parte crónica, parte homenaje, parte testamento: una carta de amor a su tierra y su memoria, con ecos del viejo esplendor.