Evasión
Crítica de 'Mariliendre' (Atresplayer), un luminoso golpe de nostalgia dosmilero que reivindica la importancia de ser auténtico
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David Saiz
Hay una escena en el primer capítulo de Mariliendre que resume muy bien la esencia de la serie. Ese instante en el que el protagonista, un chico gay lleno de miedos, incertidumbres y complejos, descubre la noche de Chueca acompañado por su fiel escudera. En realidad está conociendo algo más profundo de sí mismo: la reafirmación de lo que es, el orgullo de lo que siente y la seguridad de que puede ser feliz. Alcanza esa certeza cuando se topa con más gente como él. Sabe, al fin, que no está solo.
Mariliendre -llega el 27 de abril en Atresplayer, pero se ha preestrenado en el Festival de Málaga- es una comedia musical luminosa, positiva, inspiradora y divertida. Redonda. Habla de emociones, de la amistad perdida, del amor, del paso del tiempo y, sobre todo, de la importancia de ser auténtico, como diría Agrado en Todo sobre mi madre. De vivir tu propia vida y no la de los demás. Es necesaria para los que aprendieron esta lección hace tiempo y obligada para los que todavía no se lo han aplicado.
La serie -seis capítulos que nosotros ya hemos visto al completo- cuenta una historia que en realidad es bastante profunda, pero usa un tono cómico, costumbrista y, a veces, surrealista. Lo hace con humor fresco, vivaracho, despreocupado, alocado, incluso negro. El lenguaje es el que hablan Meri Román (Blanca Martínez Rodrigo) y "sus gays", los debutantes Martin Urrutia (el ídolo del último OT), Yenesi y Álvaro Jurado, además de Omar Ayuso (Élite) y Carlos González (Todas las veces que nos enamoramos). Ella era la amiga hetero -una marica más, en realidad- que lideraba esa pandilla que cada fin de semana, a comienzos de los 2000, quemaba el corazón del ambiente de Madrid. Pero algo ocurrió para que esa amistad quebrara en medio de un desfase de fiesta, alcohol y mucha (mucha) droga.
Han pasado diez años y el grupo está desmembrado y desperdigado. Aquella íntima relación de juventud está rota y los intereses de cada uno ya son otros. La vida misma, vaya. Meri está desnortada y lleva un rumbo descolorido, en gris y sepia, pero un desgraciado acontecimiento provoca que conecte de nuevo con ese pasado arcoiris que se fue de manera trágica y absurda. El proceso para reunirse con sus amigos de siempre, cerrar ciertas puertas y coser algunas heridas que quedaron abiertas es el eje de esta historia que sale de la factoría de Los Javis -Ambrossi y Calvo son los productores- y firma Javier Ferreiro como director.
Mariliendre es un soplo de sentimientos y emociones, pero también es un golpe de nostalgia que reivindica la explosión pop que se produjo cuando comenzó el nuevo milenio. La removida, llegó a llamarse. Un homenaje a la Chueca de aquella época, a los locales de entonces y al imaginario audiovisual de esos tiempos. Está llena de referencias a las series, el cine, los programas de televisión y el show business patrio de hace dos décadas. Y, sobre todo, a la música dosmilera. Porque Mariliendre es una comedia musical muy bien ejecutada que tira de hits icónicos de Chenoa, Sonia y Selena o Beth. Las versiones son exquisitas y los números musicales -muy bien engarzados con los diálogos- esconden referencias a La La Land, Chicago, Moulin Rouge... o incluso C Tangana. Sería perfecto que lo convirtieran en un musical para la Gran Vía de Madrid.
Algunos dirán que es una serie de nicho. Sí, puede ser, pero también lo eran Paquita Salas o Veneno, supuestamente dirigidas a un público reducido, con códigos comunes, pero acabaron siendo fenómenos trasversales y virales. Lo mismo le puede pasar a Mariliendre, porque contiene diálogos icónicos que se convertirán en memes, stickers y frases de camiseta. Además, es una serie llena de detalles, capas y subtextos que cada uno descifrará como quiera (o pueda). Unos entenderán un único sentido y otros -Cuando tú vas, yo vengo de allí- comprenderán el doble juego que esconde cada trocito de guion. Quienes entiendan el mismo universo que los protagonistas, evidentemente, lo gozarán más que nadie. Y, sí, Los Javis y Atresplayer lo han vuelto a hacer.