Evasión
De Waterloo a la eternidad, la historia de ABBA llega a las librerías en forma de biografía: ¡Mamma Mía!
Sara Tejada
Se publica Melancolía encubierta, biografía de ABBA, con entrevistas exclusivas con sus miembros. El autor, el periodista ElJan Gradvall, nos recuerda que Waterloo fue el principio del fin para Napoleón, pero también marcó el comienzo de algo mucho más alegre: la conquista del mundo por parte de cuatro suecos con botas de plataforma y estribillos irresistibles.
En 1974, ABBA se alzó con la victoria en Eurovisión gracias a Waterloo, una canción que no solo aseguraba su triunfo en el festival, sino que les abría las puertas a una carrera musical sin precedentes. Era el inicio de un fenómeno que, lejos de apagarse con los años, sigue brillando con fuerza en la cultura pop.
"Sabíamos que, si llevábamos una canción llamativa y nos vestíamos de forma extravagante, la gente nos recordaría", admitió Björn Ulvaeus en una entrevista reciente. Y vaya si lo lograron. ABBA no solo conquistó Eurovisión, sino que convirtió la retransmisión del evento en su trampolín hacia la fama internacional. A partir de ese momento, Agnetha Fältskog, Björn Ulvaeus, Benny Andersson y Anni-Frid Lyngstad (Frida) comenzaron a cimentar un legado que, décadas después, sigue vivo en cada fiesta, musical y película que rescata su inconfundible sonido.
Suecia, cuna de un sonido global
Antes de su explosión internacional, ABBA ya tenía historia. El grupo se formó en 1972, pero sus miembros llevaban años haciendo música por separado en la Suecia de los 60, un país donde el rock rebelde aún no tenía el impacto que sí disfrutaba en el resto de Europa. Aun así, la escena musical sueca encontró su propio camino con el fenómeno dansband, un estilo bailable y pegajoso que serviría de base para el inconfundible sonido de ABBA.
Pero lo que hizo especial a la banda no fue solo su capacidad para crear melodías inolvidables, sino su talento para empaquetarlas con una estética vibrante y un magnetismo visual que los hacía irresistibles. En un mundo donde la imagen comenzaba a ser tan importante como la música, ABBA entendió que su éxito dependía tanto de lo que se escuchaba como de lo que se veía.
Himnos eternos y lágrimas en el estudio
Si hay una canción que resume el espíritu de ABBA, esa es Dancing Queen. Grabada en agosto de 1975, supuso su primera incursión en la música disco y marcó un antes y un después en su carrera. "Lloré cuando la escuché por primera vez", confesó Frida en la biografía Melancolía encubierta: el libro de ABBA. Y no es para menos. Dancing Queen es pura euforia encapsulada en poco más de tres minutos, un himno que sigue sonando en bodas, discotecas y películas como Mamma Mia! (2008), donde se convirtió en la banda sonora del desenfreno y la alegría.
Pero ABBA no era solo fiesta. Detrás de su brillo había una melancolía latente que alcanzó su máxima expresión en canciones como The Winner Takes It All, un desgarrador relato de desamor basado en la ruptura real entre Björn y Agnetha. Fue esa combinación entre euforia y tristeza lo que hizo de su música algo universal. ABBA cantaba sobre la vida real, con sus momentos de felicidad desbordante y sus golpes de realidad.
Más que un grupo, un fenómeno global
A finales de los 70, ABBA ya no era solo una banda sueca de éxito: era un símbolo internacional. Su música resonaba en todos los rincones del planeta, y parte de su estrategia para conquistar mercados fue grabar versiones en distintos idiomas. En 1979, lanzaron Chiquitita en español, una decisión que nadie imaginó que tendría tanto impacto. "La versión en español fue un éxito mayor de lo que jamás habríamos soñado", admitieron años después. Chiquitita se convirtió en la canción más popular de América Latina durante 25 años, consolidando la relación del grupo con el público hispanohablante.
Pero más allá de las cifras y los premios, lo que realmente distinguió a ABBA fue su capacidad para trascender generaciones. Su música no quedó anclada en los 70 y 80, sino que siguió encontrando nuevos públicos con cada década. En los 90, mientras el pop sueco se consolidaba como una potencia mundial, ABBA era reivindicado por artistas y cineastas que veían en su legado una fuente inagotable de inspiración.
Pocos grupos pueden presumir de una vigencia tan prolongada como ABBA. Su regreso en 2021 con el álbum Voyage y el espectáculo holográfico ABBA Voyage en Londres demostró que su magia sigue intacta. Como dijo Robin Gibb, de los Bee Gees: "Dentro de doscientos años, la gente seguirá cantando temas de ABBA".
Su música no solo forma parte de la historia del pop, sino que sigue siendo la banda sonora de millones de vidas. Desde su icónico take a chance, take a chance, take a chance hasta la última nota de Dancing Queen, ABBA no es solo un grupo: es un fenómeno atemporal que, como su música, nunca dejará de brillar.