Evasión

El pequeño pueblo de Orense con un espectacular monasterio y una antigua aldea abandonada

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María León

Las mejores fragancias se guardan en frascos pequeños y casi podría decirse que pasa de manera similar en Galicia. Aunque esta zona de España está repleta de pequeñas aldeas y localidades, en más de una ocasión ha demostrado que eso no significa que tenga pocas cosas que ofrecer, porque seamos sinceros, es una de las partes más bonitas de España. Situado al sur de la provincia de Ourense, nos encontramos con Melón, que no tiene nada que ver con la fruta, pero que destaca por otras magníficas cualidades.

Un paseo por Melón

Con apenas 1300 habitantes, este pequeño municipio de la comarca del Rebeiro es conocido por los sorprendentes paisajes que le rodean. Muy cerca de él se encuentran las pozas de agua cristalina y sus cascadas: las Pozas de Mougás y Loureza, las Caldeiras do Castro y la Poza da Moura. El verdadero protagonista y 'culpable' de este fenómeno es el río Cerves, que nace en la Serra de Faro de Avión y cuyo vertiginoso descenso forma estas magníficas piscinas naturales, ideales para la época veraniega.

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Más allá del verdor de su naturaleza, esta localidad está repleta de elementos que enriquecen su patrimonio artístico y arquitectónico. Como si de un viaje al pasado se tratase, al pasear por sus calles se puede conocer su precioso puente medieval por el que discurre un riachuelo, sus casas antiguas con solera y sus viejos hórreos.

Además, uno de los monumentos más impactantes de la localidad es el Monasterio de Santa María. Aunque sus orígenes es una de esas cuestiones que todavía no está muy clara, se dice que fue fundado en el año 1142 por la orden del císter gracias a la donación de Alfonso VII y estuvo habitado hasta 1835. De su antiguo muro monasterial solo se conservan hoy parte de la cerca y la portada.

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Una aldea abandonada a las afueras

Ahora bien, para descubrir la otra cara de la moneda del paso del tiempo no hace falta alejarse mucho de Melón. Ahí, justamente a las afueras, se encuentra la aldea de Codesás, un pequeño núcleo que fue desapareciendo poco a poco y que, a día de hoy, se trata de una aldea abandonada. Por desgracia, al igual que ocurre en muchas otras zonas de esta comarca, la falta de mantenimiento y el decrecimiento de su población son los principales motivos.

Se puede pasear por sus callejuelas, pero eso sí, es importante recalcar que no se debe entrar a las casas, ya que se trata de propiedades privadas y que, además, están en pésimas condiciones. Es evidente que los materiales que se utilizaban por aquel entonces no son los de ahora y la prueba está en que sus suelos y techos amenazan constantemente con derrumbarse.

Sus veinte viviendas sobreviven como un fantasma del pasado y se las conoce como el conjunto de Codesás Vella, ya que está a tan solo unos metros del restó de Codesás Novo, que por suerte aún sigue vivo.