Evasión
La "joya de la corona" de casi 115 millones de euros vendida en una subasta de Nueva York: así es el 'El imperio de las luces' de René Magritte
- El surrealismo de Magritte marca un nuevo hito y se convierte en una de las pinturas más caras de la historia
- El pintoresco pueblo de la Costa Azul francesa que enamoró a Pablo Picasso y cuyas calles son como un museo al aire libre
- La ciudad alemana que sirve la auténtica cerveza Kölsch donde hay que tapar el vaso si no quieres que los camareros te sirvan otra ronda
María León
Diez minutos. Ese fue el tiempo exacto que duró la batalla por 'El Imperio de las luces' en el Rockefeller Center. Casi 60 años después de su muerte, el pintor René Magritte hace historia y se une al selecto club de los más de 100 millones de dólares. La venta impone un nuevo hito en Nueva York al alcanzar la suma de los 115 millones y convertirse en uno de los cuadros más caros de la historia.
René Magritte marca un nuevo récord al superar en más del doble el precio anterior. Lo tenía una obra de la misma colección que el 'Imperio de las luces' y se vendió también en una subasta por 79 millones en el año 2022.
"La joya de la corona" de la subasta
Entre pinturas de otros gigantes como Max Ernst o Ed Ruscha, para la subasta de Christie´s, este cuadro es la auténtica joya de la colección privada de su antigua propietaria, la difunta diseñadora de interiores Mica Ertegun.
Este cuadro forma parte de una serie diecisiete de lienzos homónimos del pintor belga, que simbolizan el juego de luces y sombras característicos de su pincel. A diferencia de otros pintores surrealistas, para Magritte su arte buscaba la ambigüedad y se alejaba de lo onírico.
En detalle
En la obra somos testigos de la extraña visión del pintor. Para Magritte, el día y la noche coexistían y, en cierto modo, tenía razón. El belga explicaba que, mientras en un punto del mundo reinaba la noche, en otro salía el sol para presentar el nuevo día.
Del mismo modo, ocurre en su obra. En la parte de arriba destaca un cielo azul claro salpicado de nubes blancas, propio de un día soleado. Y por contradictorio que parezca, en la parte inferior observamos que la oscuridad de la noche se ha apoderado de la calle. Solo la farola que encontramos en la mitad de la composición y la ventana evitan que la escena de suma en la total oscuridad.