Energía

Vestas, el primer revés a la apuesta verde de Pedro Sánchez

  • El cierre de la planta cuestiona el potencial de empleo de las renovables
<i>Foto: Archivo</i>

Rafael Daniel
Valladolid,

La apuesta verde en política energética del Gobierno de Pedro Sánchez ha sufrido su primer revés apenas tres meses después de que el PSOE llegase al poder y anunciase su intención de convertir a España en el adalid de las energías renovables en la Unión Europea. El anuncio de Vestas, uno de los principales fabricantes del mundo de aerogeneradores, de cerrar su fábrica de Villadangos, además de generar un grave problema económico y social en una comarca muy deprimida, no sólo cuestiona la potencialidad industrial de los planes de la ministra para la Transición Energética, Teresa Ribera, sino que además se produce en una provincia, León, que es la principal víctima del nuevo rumbo energético con el cierre anticipado de las minas.

La noticia de la presentación de un ERE extintivo para los cerca de 500 trabajadores de la planta de Villadangos ha supuesto un auténtico "jarro de agua fría" para la euforia demostrada por Ribera en materia energética. La ministra verde se ufanaba a comienzos del verano del acuerdo en la Unión Europea para que el 32% del consumo energético procediese de fuentes renovables. El porcentaje estaba muy cerca de las posiciones defendidas por España, un 35%. Para Ribera, la transición ecológica "tiene el potencial de convertirse en motor para la creación de más y mejores empleos e impulsar la competitividad".

El mensaje era un claro intento de amortiguar las críticas que habían provocado las intenciones de la ministra de acabar con el carbón. Ribera quería adelantar el cierre de las minas españolas en activo a 2025, cinco años antes de lo previsto por la Unión Europea, lo que generó una fuerte contestación de comunidades como Castilla y León y otras gobernadas por el PSOE.

Por la rápida reacción del Gobierno, la "espantada" de Vestas no parece ser una deslocalización más. Nada más conocerse la noticia, la ministra de Industria, Reyes Maroto, se reunió con el comité de empresa y se unía codo con codo con la Junta de Castilla y León para lograr una interlocución con la empresa que revirtiese el cierre. Una petición que ha provocado incluso la apertura de la vía diplomática pero que por el momento no ha obtenido respuesta por parte de la multinacional danesa, que achaca el cierre a una bajada a una "demanda decreciente" de la plataforma de turbina eólica de 2 MW en Europa, modelo que se fabrica en la planta leonesa, mientras que la demanda de la plataforma de 4 MW en Europa.

Por el momento, en el departamento de Teresa Ribera no quieren valorar las consecuencias de la decisión de Vestas y remiten a los medios de comunicación al Ministerio de Industria.

El cierre anunciado de la fábrica de Vestas abre una nueva crisis del sector energético en Castilla y León

La movilización sindical amenaza además con un elevado riesgo de desgaste para la imagen del Gobierno. Los trabajadores, que comenzaron una huelga cuando en junio conocían el traslado de algunas líneas de producción, han acampado frente a las instalaciones de la compañía para asegurarse de "que no se mueva nada ni hacia dentro ni hacia fuera".

A esto se une también las formas empleadas por la compañía eólica. Receptora de cerca de 15 millones de euros en ayudas públicas, los directivos esperaron a que terminase la vigencia de los acuerdos de mantenimiento del empleo que conllevaban para hacer público el cierre. Por si fuera poco, el anuncio llegó a las puertas de una reunión de la Junta y el Gobierno con la compañía para conocer sus verdaderas intenciones.

El cierre anunciado de la fábrica de Vestas abre una nueva crisis del sector energético en Castilla y León. Durante los últimos años, las noticias negativas para la Comunidad no han parado de sucederse. Primero fue el amargor de conocer el final definitivo de la central nuclear de Santa María de Garoña, en Burgos, tras un desquiciante proceso en el que la Junta se empleó a fondo. Con su propio partido en el poder, el PP, el Ejecutivo de Juan Vicente Herrera no dudó después en enfrentarse al ministro de Industria, José Manuel Soria, para defender el mantenimiento de la actividad minera, un proceso que se solo vivió una tregua con Álvaro Nadal, y que se ha reabierto con Ribera, firme defensora de su cierre.

La salida de Vestas constituye otro varapalo para el desarrollo eólico de la región, que genera en torno a 2.100 empleos directos y otros 750 en las labores de operación y mantenimiento y cuenta con treinta plantas en Castilla y León, siete de ellas en la provincia de León.

La decisión de la multinacional danesa de cerrar tanto su planta de ensamblaje de León como la de reparación que tiene en Barcelona ha encendido las alarmas en las otras dos plantas que la compañía en España, una en la localidad gallega de Viveiro, en Lugo y otra en Daimiel (Ciudad Real).

La empresa asegura de que el cierre de León no afectará a la planta de Daimiel

En Galicia, la multinacional danesa cuenta con casi 240 empleados, más de la mitad con contratos temporales. El presidente del comité de empresa de Vestas en Viveiro, Jano Grandío, de UGT, aseguró que la planta es "viable", apelando a una "nueva línea de producción" de paneles eléctricos, pero admitió que existe "bastante preocupación". Según recoge Europa Press, Grandío admitió que el cierre de la factoría de León "quita producción" a la de Viveiro y genera dudas sobre si "provocará que haya una bajada en la plantilla" o incluso la liquidación de "esta fábrica".

Por su parte, en la planta de Daimiel, donde la danesa fabrica las palas de los aerogeneradores y cuenta con unos 850 trabajadores, los representantes de la plantilla habrían sido informados por parte de la empresa de que el cierre de León no afectará, en principio, a la planta daimileña.