Energía

La UE prohibirá todas las compras de gas ruso en 2027: los grandes problemas del 'sprint final' contra Moscú

  • Los bajos precios han provocado un repunte de las compras del gas ruso
  • El plan de la UE es que esto baje a cero para 2027
  • Los puertos occidentales reciben cargueros de Moscú frente a la incertidumbre global

Álvaro Moreno

La UE ya no habla de reducir la dependencia del gas ruso, ya hay un horizonte temporal en el que aspira a llegar a la cifra de cero importaciones y vetándola de forma efectiva. La Comisión Europea ha publicado este martes un documento en el que menciona una hoja de ruta para abandonar la energía del país euroasiático en 2027. El grupo prohibirá los contratos al contado este mismo 2025 y posteriormente se irán prohibiendo los contratos a largo plazo en un proceso paulatino hasta 2027.

El 24 de febrero de 2022 el mundo cambió por completo. Mientras los soldados entraban en Ucrania, desde todas las capitales europeas descubrían que habían depositado toda su confianza en Rusia. Por aquel entonces cerca del 45% de todo el gas natural en el Viejo Continente venía de este país. En el caso de Alemania e Italia era crítico con un 55% de exposición frente al 40% de Italia. Los países del este como Austria, Eslovaquia o Hungría tenían más de un 80%. A partir de entonces empezó una costosa y dura batalla por dejar de comprar a Moscú.

Actualmente ha sido necesario que se corten prácticamente todos los gasoductos. Primero cayó Nordstream para posteriormente, ver el 1 de enero como se cortaba el último vínculo directo Rusia-UE. El Soyouz, la arteria gasista que riega de energía rusa el este de Europa a través de Ucrania, dejó de estar operativa al término de su contrato aquel día. Ya solo queda un vínculo indirecto a través de la infraestructura que une Rusia con Turquía y este con Europa, el Turkstream.

Si bien en los primeros años se ha logrado una reducción traumática pasando del 45% al 18% actual. El motivo es claro, si bien los gasoductos cada vez envían menos y menos gas, los puertos de Europa occidental se están llenando a pasos acelerados de gas natural licuado. Según datos del Instituto de Economía Energética y Análisis Financiero (IEEFA, por sus siglas en inglés) en 2024 Francia habría liderado las importaciones de gas ruso con 2.700 millones de euros, seguida de Hungría, España con 2.000 millones e Italia 1.300 millones. Detrás de ellos están países como Grecia (920 millones), Eslovaquia (800 millones), Bélgica (70,9 millones), Lituania (1.8 millones) o Finlandia ( menos de un millón).

Ahora la Comisión Europa quiere acabar con esto y dar la estocada final al suministro desde Moscú. La institución indica en un documento que "pondrá fin por completo a su dependencia de energía rusa". Según el mismo documento arranca una hoja de ruta en la que "se espera que la UE sustituya hasta 100 000 millones de metros cúbicos de gas natural para 2030, lo que supone una disminución de la demanda de entre 40.000 y 50.000 millones de metros cúbicos para 2027. Al mismo tiempo, se prevé que la capacidad de GNL aumente en unos 200 000 millones de metros cúbicos para 2028, lo que representa cinco veces más que las importaciones actuales de gas ruso de la UE".

En el documento se habla específicamente de aprobar la suspensión de todas las importaciones rusas para 2027 en lo que respecta a gas. Para ello realizarán propuestas que mejores la transparencia y trazabilidad y se bloquearán los nuevos contratos al tiempo que se anulan los existentes. Bruselas está elaborando una fórmula legal para encajar esto que se planteará en junio. Por su parte también "presentará nuevas medidas para abordar la flota paralela rusa que transporta petróleo". La prohibición de compras y entraría en vigor a finales de este mismo año y solo con la extinción de los contratos calculan que se reducirían un tercio las importaciones. Posteriormente empezarían a eliminar el resto gradualmente hasta 2027.

"La guerra en Ucrania ha puesto de manifiesto brutalmente los riesgos de chantaje, coerción económica y subidas de precios"

Desde la CE explican que el impacto en los precios será moderado por que "las acciones presentadas se implementarán gradualmente y de forma coordinada con los Estados miembros, teniendo en cuenta las especificidades nacionales en cuanto a necesidades y alternativas de suministro. Este enfoque contribuirá a minimizar el impacto en los precios". Por su parte añaden que "todas las medidas propuestas irán acompañadas de esfuerzos sostenidos para garantizar suministros alternativos, incluso mediante la agregación de la demanda, y optimizar el uso de la infraestructura de gas existente. Además, se sustentarán en los objetivos de transición limpia de la UE".

Ursula Von der Leyen explicaba que "La guerra en Ucrania ha puesto de manifiesto brutalmente los riesgos de chantaje, coerción económica y subidas de precios. Hemos diversificado nuestro suministro energético y reducido drásticamente la antigua dependencia de Europa de los combustibles fósiles rusos. Ha llegado el momento de que Europa corte por completo sus vínculos con un proveedor tan poco fiable. Y la energía que llega a nuestro continente no debería pagar una guerra de agresión contra Ucrania. Se lo debemos a nuestros ciudadanos, a nuestras empresas y a nuestros valientes amigos ucranianos".

El gas ruso es un 40% más barato

Este 2024, de hecho, se ha dado un paso atrás respecto a 'desrusificación'. Así lo explicaba el último informe de Ember, que consideraba que "las importaciones de gas ruso a la UE aumentaron un 18% en 2024. A pesar de los planes de eliminar gradualmente la energía rusa para 2027, el aumento fue impulsado por el aumento de las importaciones a Italia y Francia". La firma concluía que "es un escándalo que la UE siga importando gas ruso". "En lugar de invertir en alternativas reales como las energías renovables y la eficiencia energética para frenar las importaciones rusas, los Estados miembros están malgastando dinero con una costosa capacidad de GNL".

Los países de Europa Occidental, que lideran el aumento de las compras, han encontrado en estos pedidos un alivio a los traumáticos precios del mercado. El gas ruso ofrece un descuento clave frente al de otros clientes. Según cálculos del gobierno ruso recogidos por Reuters el precio por 1.000 metros cúbicos por gasoducto es de 339 dólares frente al precio medio en Europa de entre 500 y 600 dólares, casi un 40% más barato. Ya yendo solo al GNL el megavatio hora de Rusia se compra en Europa a 27,9 euros frente a los 34,4 que ofrece EEUU, el principal suministrador. Esto según el último informe de la Comisión Europea.

Según el mismo, en cuanto al gas natural licuado (GNL), las importaciones registraron una fuerte caída en valor (-39,1%) y en volumen (-15,1%) en comparación con 2023. Estados Unidos fue el principal proveedor de GNL para la UE, suministrando casi la mitad (45,3%) de las importaciones, seguido por Rusia (17,5%) y Argelia (10,7%). En gas en general Noruega traer casi la mitad (el 45%) de las importaciones vía gasoducto. En cualquier caso, el GNL está siendo la clave para explicar la resistencia de Moscú en el Viejo Continente.

¿Por qué es difícil acabar con el gas ruso?

El motivo del que está costando reducir ese GNL que mantiene vivo el suministro ruso en el continente más allá de los precios más baratos radica en varios puntos. Por un lado, la estructura de estos compromisos. España y Francia han cerrado durante estos años contratos a largo plazo con suministradores rusos. Acuerdos que no pueden incumplir sin sanciones claras de la UE Según datos de la IEEFA solo un tercio de las compras de gas ruso del continente en 2024 se realizaron en operaciones al contado, el resto sí que respondieron a acuerdos a largo plazo.

Y ya no son solo contratos de suministro sino acuerdos empresariales más profundos cuya ruptura abriría complicados frentes legales. El ejemplo paradigmático es que TotalEnergies cuenta con importantes participaciones en proyectos GNL rusos como Yamal. Por lo tanto romper de golpe traería importantes perjuicios para firmas como esta. La misma UE reconoce en su anuncio que está realizando "una evaluación adecuada de las repercusiones jurídicas y económicas para dar la seguridad necesaria a las empresas".

Antonio Aceituno, presidente de Tempos Energía explica que romper estos contratos supone una tarea realmente complicada. El motivo es claro "solo hay dos maneras para las empresas de abandonar los compromisos a largo plazo, una causa de fuerza mayor con la que no se puede contar... y sanciones concretas de la UE que se lo permitan". Respecto a esto último lo ve complicado incluso con el anuncio dado que "la realidad es que ese tipo de medidas en la UE se tienen que aprobar por unanimidad y Hungría y Eslovaquia votan sistemáticamente en contra". En ese sentido, cabe recordar que a pesar de la declaración de Bruselas estas medidas deben ser votadas todavía.

Coincide Ana Maria Jaller-Makarewicz en declaraciones a elEconomista. La experta comenta que este es el gran problema a la hora de acabar con los pedidos rusos. "Los contratos a largo plazo tienen claúsulas Take-or-Pay, que provocan que el comprador sea el penalizado si no acepta esos volúmenes de gas. Solo podrían romperse con una prohibición expresa de la UE". Según Jaller-Makarewicz "empresas tales como SEFE, TotalEnergies, Shell, Repsol, etc tienen contratos con Yamal LNG o con Novatek" y, por lo tanto esa es la razón por la que la batalla ahora vira hacia España y Francia..

En cualquier caso, no solo un caso de que cuesta abandonar los contratos que ya existen. Ha habido un aumento de las compras en determinados países que sí han venido de la mano del precio. Un ejemplo claro son España, Francia y Bélgica. El primero muestra un ejemplo claro debido a que Rusia se ha convertido por momentos en el segundo mayor proveedor de gas, solo por detrás de Argelia y superando a EEUU. Según el último boletín informativo de Enagás solo en los que llevamos de año Rusia se mantiene como el tercer gran proveedor representando un 13,2% del total, pero ya muy detrás de Argelia y EEUU, que representan un 32% cada uno.

Estos tres países con una gran capacidad de regasificación y exportación usan sus terminales para adquirir este gas ruso barato y vender al exterior o al resto del mercado europeo este excedente. No es solo por este país pero este proceso de reexportación es el motivo por el que los datos de Cores muestran que desde Madrid se exportaron cera de 36.084 gigavatios hora a otros países, principalmente a Marruecos (el 27% del total) y la propia Francia (un 25%). Por su parte, según la OPEP, Francia exportó aproximadamente 14.089 millones de metros cúbicos de gas natural en 2024. El país galo se ha convertido en un núcleo clave de exportación sin producir prácticamente y en buena medida esto se explica con las compras rusas.

Dudas con el suministro

Desde Ember defienden que los precios han sido la clave para explicar este fenómeno. Pero no tanto el impulso por conseguir gas barato sino la gran incertidumbre que han generado los mercados internacionales y la necesidad de estabilizar el suministro. "La seguridad de suministro de fuentes fuera de Rusia se ha vuelto muy volátil y las recientes tensiones geopolíticas hace que se dude del suministro estadounidense, todo esto mientras el continente se ha puesto de acuerdo en expandir su capacidad de GNL".

Desde Tempos apuntan a que este es otro gran problema. "Actualmente el 50% del GNL que viene, llega desde EEUU, si se renuncia al gas ruso te expones a una dependencia muy grande de este país tal y como pasaba con Rusia". Aceituno explica que "si existe cualquier tipo de problema, esta situación te llevaría a quedar desabastecido".

Ember recomienda para evitar esta situación seguir el modelo japonés y que la UE compre directamente a través de sus empresas proyectos gasistas que garanticen su suministro. Una propuesta que ya está siendo debatida en el seno de la UE pero que aún no es una realidad. "Estos planes que se han sugerido desde Bruselas de financiar infraestructura extranjera y apostar por contratos largos es la clave para reducir la dependencia de gas ruso, pero seguiría acrecentaría la dependencia de otros actores poco fiables". En ese sentido creen que la clave pasa por apostar más por otras formas de energía más allá de los combustibles fósiles.

Ambos países y los otros ya mencionados puedes hacer esto dado que el GNL no está sancionado de ninguna manera por la UE. Ahora se entra en una dimensión totalmente distinta y queda por ver si las medidas anunciadas por Bruselas podrán provocar la desconexión total. Desde la IEEFA creen que la clave reside en reducir la demanda de gas en general tal y como está sucediendo e ir aprovechando estos menores pedidos en perjuicio de Rusia. Esto es algo que en buena medida ya está sucediendo pues las exportaciones de GNL en su conjunto cayeron un 16%. Hay que destacar que los envíos por gasoducto a través de Turquía de gas ruso se han disparado un 16%.

Ahora la clave es encontrar ese delicado equilibrio entre mantener la estabilidad en los países más expuestos, como Hungría, Eslovaquia o Austria, al tiempo que se logra una desconexión paulatina de cara a 2027 en los contratos de GNL. Con la guerra todavía presente, la realidad es que Europa, más de un lustro después, podría acabar con uno de los grandes objetivos que marcó desde que el primer soldado entró en suelo ucraniano: cortar al 100% los vínculos con Rusia. Esto, que provocó un terremoto y una gran crisis en su momento, ahora podría ser un camino más sencillo, aunque no exento de sacrificios.