Energía

Valles de hidrógeno: El paisaje del futuro

  • Estos polos industriales van a sentar las bases de la economía del hidrógeno renovable

Carlos Asensio
Madrid,

A lo largo de la historia se han hecho un sinfín de representaciones distópicas de cómo iban a ser las sociedades en el año 2040. Coches que vuelan, ciudades con arquitecturas poco convencionales, nuevos medios de transporte... Lo cierto es que, más o menos alejadas de la ficción, nuestras sociedades van, sin duda, a experimentar cambios en los próximos años. Puede que no acabemos moviéndonos en coches voladores pero sí, por ejemplo, en vehículos movidos por una nueva variedad de combustibles o nuevas formas de energía que no nos imaginábamos hasta ahora.

Las bases de esa sociedad del futuro ya se están definiendo. Y uno de los grandes protagonistas va a ser, sin duda, el hidrógeno renovable. Su relevancia queda patente en el hecho de que la Comisión Europea presentó el año pasado una estrategia sobre el hidrógeno que aspira a canalizar hasta 500.000 millones de euros en las infraestructuras necesarias para que este gas le permita cumplir su objetivo de ser neutra en emisiones en 2050. En esa misma línea, España ha aprobado la Hoja de Ruta del Hidrógeno: una apuesta por el hidrógeno renovable que incluye 60 medidas y fija una serie de metas para 2030 como reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en 4,6 millones de toneladas equivalentes de CO2 o que al menos un 25% del consumo de hidrógeno por parte de la industria sea renovable. 

Pero ¿por qué es tan relevante este gas en la transición energética? Si el hidrógeno se ha puesto justamente de moda en los últimos años es por el papel que puede desempeñar en la transición a una economía descarbonizada. No emite CO2 cuando se utiliza, de manera que "ofrece una solución para descarbonizar los procesos industriales y los sectores económicos en los que la reducción de las emisiones de carbono es urgente y difícil de lograr", como explica la Comisión Europea (CE).

En España, además, estamos de suerte. Nuestro país lo tiene todo para subirse al tren del hidrógeno: "España tiene la oportunidad de ser un actor relevante en el sector energético europeo que se está construyendo en torno al hidrógeno. Sin duda alguna, tenemos capacidades industriales, tecnológicas y climáticas, que nos dan ese recurso renovable necesario para poder hacer un hidrógeno a un coste competitivo. Y la oportunidad está ahí", cuenta el director de Hidrógeno de Repsol, Tomás Malango. Además de los beneficios medioambientales y energéticos, este gas genera un ecosistema muy potente y da la oportunidad de establecer una cadena de valor que va desde el desarrollo y la innovación a la industrialización masiva o la comercialización, "que nunca antes hemos tenido", explica el experto. 

En nuestro país ya existen ejemplos en este sentido, como el Centro Nacional de Hidrógeno de Puertollano. Esta localidad manchega acoge también el clúster del hidrógeno de Castila-la-Mancha, que va a poner en marcha en el complejo industrial de Repsol de la zona una planta de fotoelectrocatálisis. Esta nueva tecnología hace posible obtener hidrógeno renovable usando únicamente rayos de sol con lo que evita tener que utilizar electricidad para producirlo: su menor gasto energético lo hace más competitivo y contribuye a extender sus distintos usos.

"En España tenemos capacidades industriales, tecnológicas y climáticas, que nos dan ese recurso renovable necesario para poder hacer un hidrógeno a un coste competitivo"

"El valle del hidrógeno es un concepto que ha desarrollado la Unión Europea para explicar cómo se va a desplegar la economía del hidrógeno, que va a ser en una fase inicial local y basada en un entorno donde hay una gran producción de hidrógeno y varios consumidores" explica Tomás Malango. "En las siguientes etapas, el plan es desplegar el hidrógeno a lo largo de toda la cadena de valor, primero conectando los valles y, finalmente, construyendo corredores del hidrógeno que permitan conectar valles incluso de distintos países". 

Visto todo este potencial, además de en Puertollano, están surgiendo otras iniciativas en el resto de España. Por ejemplo, Repsol está desarrollando sus proyectos en torno a otros tres valles: País Vasco, Cataluña y Región de Murcia, con el objetivo de producir 552 megavatios de este elemento para 2025 y 1,9 Gw en el 2030. Todo esto con "inversiones del orden de 2.500 millones de euros hasta el 2030" con un impacto directo en dos ámbitos, empleo y descarbonización: "se crearán miles de puestos de trabajo y se evitarán más de un millón de toneladas de CO2", adelanta Malango.

"El hidrógeno renovable producido en estos valles se utilizará a corto plazo para usos industriales pero se irá incorporando paulatinamente a otros campos como la movilidad", explica Malango. Y es que el hidrógeno y sus derivados son, por ejemplo, claves para descarbonizar este sector, sobre todo en ámbitos difícilmente electrificables, como el transporte marítimo, el aéreo y el de larga distancia por carretera. Puede usarse como materia prima, junto al CO2, para producir combustibles sintéticos compatibles con los motores de combustión actuales. Y ya existen algunos modelos de vehículo eléctrico de pila de combustible (FCEV, por sus siglas en inglés), que emplean el hidrógeno como fuente de energía y podrían complementar al vehículo eléctrico de batería, sobre todo en el transporte pesado.

La gran versatilidad que presenta este gas para sus usos energéticos y todas sus posibles aplicaciones pueden llegar a suponer entre el 10% y el 20% del consumo energético mundial, una vez se desplieguen todas sus posibles aplicaciones. "El hidrógeno va a venir a sumarse a la paleta de soluciones para una economía descarbonizada. Tendremos gases renovables como el biogás, el hidrógeno, productos líquidos derivados del hidrógeno, combustibles sintéticos o biocombustibles. Va a ser un momento apasionante para el sector", concluye Malango.

Todo un mundo de posibilidades en el que nuestro país tiene mucho que decir y en el que el objetivo común está claro: avanzar en la descarbonización de la economía con nuevas formas de entender y producir la energía que ya están marcando la diferencia.