La empresa familiar en España: ¿cómo hemos cambiado en 25 años?
Isabel Acosta
La economía española ha experimentado una fuerte transformación en los últimos 25 años, y las empresas familiares -que representan el 89% del tejido productivo privado- han desempeñado un papel preponderante en la modernización de la gestión, la expansión internacional de nuestras firmas y el reforzamiento de la actividad y la competitividad.
Como explica el profesor del CEF Juan Fernando Robles a elEconomista, las claves de la transformación y mejora de nuestra economías han sido la internacionalización, la redefinición del mapa bancario, una conflictividad laboral moderada y circunscrita a sólo algunos sectores y momentos puntuales, así como la notable mejora de las infraestructuras, que ha llevado a nuestro país a exhibir ahora una de las redes ferroviarias de alta velocidad más extensas del mundo que comunica grandes núcleos urbanos del país en el entorno de las dos horas de desplazamiento, facilitando tanto los negocios como la movilidad laboral o el turismo.
Con todo, la renta per capita española se ha más que duplicado en los últimos 25 años, pasando de una equivalencia a 12.520 euros en 1992 a los 30.728 euros actuales, en paridad de poder de compra. No sólo eso, la ocupación ha subido en más de 6 millones de personas en los últimos 25 años. Cuando nació el Instituto de la Empresa Familiar (IEF), en 1992 -que agrupa a un centenar de empresas familiares líderes en sus sectores- la afiliación a la Seguridad Social apenas superaba los 12 millones de personas, frente a los 18,3 millones actuales.
Un antes y un después
La entrada en el euro ha sido el catalizador de la mejora de nuestros indicadores macroeconómicos, al propiciar un área financiera de bajos tipos de interés y estabilidad monetaria que borró del imaginario español las sucesivas devaluaciones para financiar el déficit, así como las inflaciones y tipos de interés de dos dígitos, mejorando la competitividad de nuestras empresas y brindando oportunidades de desarrollo, aumento de la riqueza e inversión, como indica el profesor Robles.
En 1992 la inflación se situaba en el 5,9%, frente al 1,9% del último dato proporcionado por el Instituto Nacional de Estadística, correspondiente al pasado mes de septiembre. Como indicador de la evolución de los tipos de interés, cabe destacar el rendimiento a diez años de la deuda pública, que en 1992 se situaba en el 12,5% frente al 1,6% actual.
Las firmas españolas se han internacionalizado en los últimos años, "no sólo porque ha aumentado el volumen de importaciones y exportaciones, especialmente éstas, en términos relativos, sino porque el país ha pasado de ser receptor de inversiones a ser un inversor neto en el exterior", añade el experto en Banca y Finanzas.
El germen de esta salida al exterior surge en los años 90, de la mano de la banca, las eléctricas y las telecomunicaciones. Así, otras medianas y grandes empresas vieron en el exterior su forma de crecer, sobre todo apostando por el mercado latinoamericano, donde ahora España es el segundo inversor sólo por detrás de EEUU.
Los expertos consultados por este periódico destacan otro factor del particular cómo hemos cambiado vivido por la economía española en las últimas décadas, y es la homologación y liberalización de los mercados financieros en una creciente integración con el mercado internacional. Ello ha propulsado la inversión, sobre todo en los últimos 15 años, y pese al paréntesis de la crisis económica, que, como indica Robles, "precisamente se ha podido superar por las condiciones financieras favorables" que ha brindado el entorno del euro a una economía muy apalancada.
En medio de este proceso, se han producido grandes cambios en los hábitos de los consumidores, que han derivado en la implantación de cadenas especializadas, en la ganancia de peso de la marca blanca o de las tiendas de marca frente a los puntos de venta multimarca. Y a estas nuevas tendencias se han adaptado con celeridad grandes empresas familiares del país, que han podido acompasar la adaptación y el cambio de modelo con su expansión empresarial.
Como explica el investigador de la Universidad de Essex Javier Santacruz, las firmas familiares han llevado a cabo una notable profesionalización de su gestión, lo que -apunta Robles- unido a la modernización de nuestro sistema fiscal nos ha aproximado a los países de nuestro entorno. Ese impulso de las compañías familiares a nuestra economía se sustenta también en una mejor organización y un blindaje frente a los conflictos de interés.
Dentro de su papel de actor principal del tejido productivo, las compañías de corte familiar también demandan más reformas por parte del Ejecutivo. En concreto, las encaminadas a la ganancia de tamaño. Un reciente estudio recoge 50 demandas de los empresarios familiares para seguir relanzando la locomotora productiva española.
Entre ellas, la bajada de cotizaciones, un contrato fijo único, una reducción de la complejidad fiscal, una simplificación del marco regulatorio, una mejora de las políticas activas de empleo y un pacto de Estado por la educación, que además, se acompañe de mayor colaboración universidad-empresa.