Empresas y finanzas
Los Ruiz-Mateos no estaban autorizados en las cuentas que controlaban el dinero
- El clan familiar movió más de 2.000 millones en el Banco Etcheverría
Eva Díaz, Javier Romera
La familia Ruiz-Mateos creó un entramado societario que restringió a todos ellos el acceso a la tesorería de las dos principales sociedades encargadas de centralizar los fondos que captaban de los inversores de Nueva Rumasa y después redistribuían, principalmente a empresas extranjeras, según los datos de la Agencia Tributaria. Estas dos firmas son Bardajera SLU y Janer & Bayly SL. La primera empresa estaba administrada por una sociedad ubicada en Belice, controlada exclusivamente por Zoilo Pazos, sobrino de Ruiz-Mateos. El juez De la Mata cree que con esta restricción a la tesorería pretendían ocultar que son los titulares reales del dinero, razón por la que usaron testaferros. El manejo del dinero en el entramado internacional lo habría llevado a cabo Alfonso Barón Rivero.
Bardajera, que tenía una cuenta en la sucursal madrileña de Banco Etcheverría, sumó un total de 614 millones de euros, que se encargó de redistribuir entre 2009 y 2011. La segunda firma, Janer & Bayly SL, funcionaba de forma similar. La mercantil estaba controlada por la empresa estadounidenses Tobane Assets LLC, a la par gestionada exclusivamente por el testaferro de la familia, Rufino Martín-Maestro. Janer & Bayly llegó a tener en Banco Etcheverría más de 100 millones de euros que también redistribuyó.
Los investigados simulaban en su operativa diaria la existencia de retiradas y entregas en efectivo en el Banco Etcheverría, que en realidad eran traspasos entre las distintas cuentas del grupo, según el último auto del juez de la Audiencia Nacional, José de la Mata. A través de esta entidad gallega, la familia realizó más de 42.000 movimientos por encima de los 2.000 millones.
Envío de fondos al extranjero
La familia Ruiz-Mateos ideó en 2009, a raíz de la situación de "práctica insolvencia" en la que se encontraba el grupo Nueva Rumasa, la captación de fondos para mejorar su situación y aplicarlos a su propio beneficio. Para ello, apelaron "al ahorro del público mediante agresivas campañas" publicitarias en las que ofrecían a sus clientes invertir en sus sociedades más conocidas. "Aseguraban retribuir esas inversiones con elevados intereses, y mostraron una imagen de solvencia y bonanza empresarial de Nueva Rumasa que en ese momento carecía de sustento real", refleja el auto.
La familia Ruiz-Mateos llegó a captar 337,7 millones de euros de los inversores entre febrero de 2009 y febrero de 2011. El importe de los intereses con los que debían retribuirse esos fondos era de 47,9 millones. Para hacer frente a ese compromiso, emitieron pagarés por parte de 13 sociedades, pero dejaron sin pagar 289,1 millones.
Los fondos captados se destinaron, casi en su totalidad, a una caja común desde la que se redistribuía al resto de empresas del grupo. "La mayoría de estas sociedades pertenece a otras extranjeras, generalmente radicadas en paraísos fiscales y jurisdicciones no cooperantes o de baja tributación -fundamentalmente Belice, Panamá y Holanda", señala el escrito judicial.
El patriarca y su mujer, en ninguna sociedad
José María Ruiz-Mateos y su esposa, Teresa Rivero, no figuraban como partícipes directos prácticamente en ninguna sociedad del grupo Nueva Rumasa, según datos de la Agencia Tributaria.
La administración del entramado empresarial que llegó a sumar hasta 445 sociedades, 56 de ellas en el extranjero, estaba en manos de los seis hijos varones del matrimonio y de los testaferros de la familia. Las hijas, por su parte, solo constan como administradoras de las firmas patrimoniales radicadas en Belice dueñas de sus viviendas particulares.