Empresas y finanzas
Isidro Fainé deja la primera línea y liderará la Fundación de La Caixa
Eva Contreras
"Dentro de veinte años, tú serás el director de este banco". Isidro Fainé suele comentar que este sugerente y casi profético comentario cambió su vida cuando apenas tenía 19 años. Corría el año 1961. Su pasión era la Física y acudió a una oferta de trabajo en el Banco Atlántico, porque era compatible con cursar esa carrera universitaria. Tras someterse a las pruebas y oír aquella certera insinuación del director del banco, arrinconó la Física por Económicas y arrancó una trayectoria que le llevó a liderar, 55 años después, el mayor conglomerado financiero-industrial de España.
Sus orígenes no le predisponían. Hijo de campesinos, a los que enseñó a leer y contar, creció en una casa de Manresa sin electricidad ni agua corriente. Al propio Fainé, que el próximo 10 de julio cumplirá 74 años, le gusta compartir que empezó a trabajar a los 13 años por unas 52 pesetas a la semana, como ejemplo de capacidad de superación si se pone el empeño y el esfuerzo necesario. Convenció a sus padres para estudiar en Barcelona y cambió las bicicletas por una fábrica de bobinado de motores a la que siguieron media docena de empleos hasta enrolarse como administrativo en el Atlántico, donde llegó a ser director de Inversiones en 1964.
Con 28 años se le plantea un nuevo desafío: reflotar al quebrado Banco de Asunción en Paraguay por encargo del Atlántico. De regreso a España y cumplidos los 32 entró en Banca Jover, donde se postuló como director general, tras un breve paso por Banca Riva y García. El último puerto antes de recalar en 1981 en La Caixa como director general adjunto, fue en Bank Unión, donde se fajó en banca industrial y conoció el negocio de autopistas, años antes de presidir Abertis.
Él mismo ha reconocido que entró en La Caixa "para bancarizarla" y maximizar el potencial de una red de sucursales, la más extensa del país, que defiende a contracorriente mientras el sector la ajusta para ganar eficiencia. Nada más aterrizar dedicó varias semanas a visitar una a una las entonces 500 oficinas, hoy extendidas a más de 5.000 tras la carrera de fusiones encadenada en plena crisis: a la compra de Morgan Stanley en 2008, siguieron las integraciones de Bankpime, Caixa Girona, Banca Cívica, Banco Valencia y Barclays Bank, a expensas de la opa lanzada a su participada lusa BPI. Su apuesta por la sucursal encaja con una gestión también de proximidad, convencido del provecho de explicar, escuchar y debatir.
Pero, según cuentan las hemerotecas, José Vilarasau tuvo que emplearse en convencerle y atraerle desde un banco industrial. Cuando Vilarasau accede a la presidencia, recibe la responsabilidad de director general, compartida con Antonio Brufau y sin que entonces se visualizasen las opciones individuales de ambos para promocionar.
Frenética transformación
Surge una primera oportunidad para Fainé con la retirada forzada de Vilarasau por una ley que fijó en 20 años máximos los permitidos para ser consejero de una caja. Corría 2003 y el mercado especulaba con su candidatura. Sin embargo, el relevo lo asumió Ricard Fornesa, entonces presidente de Aguas de Barcelona. El nombramiento de Brufau como presidente de Repsol un año después dejó a Isidro Fainé como director general único y en 2007 ascendió a la presidencia.
La transformación del grupo se hace frenética: ese mismo año 2007 fue el impulsor, junto a Fornesa, de la salida a bolsa de Criteria, el holding encargado de la cartera industrial y de la expansión financiera internacional, con inversiones en el mexicano Imbursa o el asiático The Bank of East Asia. Entre 2008 y 2015 anexiona seis entidades -una de ellas, Cívica, fruto de la fusión de seis cajas de ahorros- y en 2011 debuta la propia Caixa en bolsa.
Su grupo es de los pocos en salir indemne de una crisis que obligó el rescate de innumerables cajas y cuya conversión a bancos, por imposición de la roika, es el origen del actual relevo. Fainé da un paso al lado de la primera línea ejecutiva bancaria en favor de presidir la Fundación, principal accionista de Caixabank y de una rica cartera de participadas, y cuyo leiv motiv es una obra social que defiende como la principal razón de ser de la entidad.
A este corredor de fondo le caracteriza esa dicotomía de recalcitrante luchador y hábil negociador con un profundo sentido social, cincelado en su origen humilde. "Es un enemigo implacable. Pelea duro, pelea mucho y hasta el final", reconocen con respeto en una entidad rival. Entregado a su tarea no es infrecuente que emplace a los colaboradores a cualquier hora y quiera ser él mismo el que dialogue directamente con los reguladores.
Meticuloso y astuto, recurre con frecuencia en discursos internos para arengar al equipo a la máxima de que lo importante de dónde plantas algo "es la tierra", para invitarles a sopesar bien sus focos de esfuerzo. Al mismo tiempo sus allegados reconocen que se preocupa por el equipo hasta el punto de memorizar nombres y datos personales, y reconocer su esfuerzo.
El envés y complemento de una mente tan analítica es una persona muy emocional, a la que se le quiebra con facilidad la voz y empañan los ojos cuando aborda situaciones de personas desfavorecidas en las que se vuelca la obra social. Su Fundación es la tercera mayor filantropía privada del mundo, sólo superada por la de Bill Gates y la Wellcome Trust en Reino Unido.