Las distintas rutas hacia la movilidad del futuro
- Las soluciones en materia de energía y tecnología se adaptan a cada necesidad de movilidad
- El objetivo cero emisiones para 2050 fijado por la UE ha replanteado la movilidad hacia patrones más eficientes y sostenibles
elEconomista.es
Nunca hemos tenido tantas opciones de movilidad como las que tenemos actualmente. Y, al igual que nos vestimos de forma diferente según la ocasión, también utilizamos medios de transporte adaptados a nuestras necesidades en cada momento.
El nuevo paradigma en materia climática influye, además, en esta concepción que se tiene acerca de la movilidad, pues el objetivo marcado por la UE de alcanzar en 2050 cero emisiones netas de gases de efecto invernadero ha acelerado la transición hacia nuevos patrones en este campo. Bajo este marco, se dibuja ante nosotros un escenario en el que las diferentes opciones de movilidad van a contribuir al objetivo clave de descarbonizar la economía.
Las personas realizamos, de media, según el Observatorio de la Movilidad Metropolitana (OMM) -publicado en octubre de 2020-, entre 2 y 3,6 viajes cada día. Acudir al trabajo o a lugares de enseñanza (colegios, universidades, etc.) suelen ser los desplazamientos más habituales y, para ellos, se emplea el coche y la moto en el 65% de los casos. No obstante, no sucede igual en todas las ciudades. Urbes menos pobladas, con menos distancia y tráfico, registran mayores porcentajes de viajes a pie y en bicicleta, como por ejemplo Lleida o León. Asimismo, las zonas rurales de baja densidad poblacional han perdido en los últimos años infraestructuras públicas de transporte, lo que ha intensificado la dependencia del vehículo privado.
Como se puede comprobar, no existe, por tanto, una movilidad única para cada persona ni para cada momento. La situación derivada de la pandemia ha provocado, además, una revisión de este paradigma, tanto desde las instituciones como por parte de los propios ciudadanos. Por ejemplo, los ayuntamientos de muchas ciudades están diseñando cambios para ganar espacios peatonales e incrementar las redes de carril bici, mientras que muchas personas están -gracias al teletrabajo- desplazando sus residencias hacia otras zonas, en muchos casos rurales, y modificando su forma de moverse.
Las personas realizamos entre 2 y 3,6 viajes cada día, principalmente para ir al trabajo o a centros de enseñanza, siendo el coche y la moto los medios utilizados en el 65% de los casos
La situación actual demanda una alta y variada movilidad, que garantice los desplazamientos de forma eficiente y segura, y que se base en la neutralidad tecnológica: "cada usuario tiene unas necesidades diferentes de movilidad, así que una única solución no puede ser válida para todos en general. Por eso, cada una de las soluciones energéticas que se están planteando pueden ser muy interesantes y no debemos ponerlas en contraposición. Ninguna es mejor que otra, son todas necesarias porque cada una va a dar respuesta a una necesidad diferente", explica Javier Aríztegui, gerente de Transición Energética y Movilidad en Repsol Technology Lab.
Descarbonización de la economía
Una de las alternativas mejor posicionadas para contribuir a la descarbonización de la economía es la de los biocombustibles, combustibles líquidos sostenibles no derivados del petróleo, con nulas o bajas emisiones de CO2 o, incluso, con emisiones negativas. Como indica Aríztegui, "los biocombustibles avanzados, fabricados a partir de residuos, son muy parecidos a las gasolinas y gasóleos tradicionales, lo que nos permite ponerlos en el mercado de manera masiva y comenzar ya la descarbonización de la movilidad, sin necesidad de cambiar la tecnología de los vehículos ni las infraestructuras de distribución y repostaje".
Los combustibles sintéticos y el hidrógeno son otras de las dos rutas posibles hacia esta economía baja en carbono porque permiten dar servicio a cualquier segmento de la movilidad: "estos e-fuels se producen a partir de CO2 que podemos capturar de la atmósfera y de hidrógeno que podemos fabricar a partir de electricidad de origen renovable y, como tal, no tienen un techo de producción. Además, pueden servir de complemento para los biocombustibles avanzados y tienen unas características excelentes para su uso en el motor de combustión porque estamos desarrollando combustibles que son químicamente iguales que las gasolinas y gasóleos que utilizamos hoy en día", cuenta Aríztegui. "Por otra parte, tanto el hidrógeno como sus derivados, permiten también almacenar mucha energía en poco volumen, por lo que son muy indicados para necesidades de movilidad de largo recorrido como el transporte de mercancías, el sector marítimo o la aviación".
Por ejemplo, el entorno de actividad natural de la aviación son precisamente los largos recorridos y los viajes intercontinentales, donde la electrificación no es una alternativa viable: el queroseno que se utiliza como combustible seguirá siendo necesario en el futuro, pero lo que sí puede hacerse es ir aumentando paulatinamente el porcentaje de este queroseno que procede de materia prima de origen biológico para producir lo que conocemos como bioqueroseno o biojet. Y en ello están trabajando ya muchas compañías aéreas de todo el mundo: el verano pasado se empezaron a producir en España, concretamente en los complejos que Repsol tiene en Puertollano y Tarragona, los dos primeros lotes de biojet fabricados en nuestro país (7.000 y 10.000 toneladas respectivamente). Con ellos, la aerolínea Evelop pudo realizar, el pasado mes de marzo, el primer vuelo Madrid-Punta Cana propulsado por este biocombustible.
Por otra parte, para recorridos cortos, la movilidad eléctrica está posicionándose como una de las mejores opciones. Muestra de ello es el crecimiento que han experimentado en nuestro país los vehículos eléctricos, con 17.925 unidades vendidas en 2020, según datos de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac), lo que representa un crecimiento del 78,3% respecto a 2019. Según explica Aríztegui: "Los vehículos eléctricos son una solución excelente sobre todo en ámbitos urbanos, debido a las características de la circulación en las ciudades. Con muchos arranques y paradas, estos vehículos son óptimos. Si la electricidad con la que alimentamos esos vehículos es renovable, consiguen la descarbonización que vamos buscando". El fomento de medidas de instalaciones de infraestructuras de recarga es un elemento básico para impulsar esta movilidad y en nuestro país compañías energéticas y empresas del sector planean instalar al menos 30.000 puntos de carga en tres años, algunas, incluso, con apuestas como ofrecer un punto de recarga eléctrica a sus clientes cada 50 kilómetros, tal y como ha anunciado Repsol, que ya cuenta con una de las redes públicas de recarga eléctrica más extensa del país con más de 300 puntos (70 de ellos, además, de recarga rápida y 8 de recarga ultrarápida).
No obstante, mientras que para generaciones anteriores, el hecho de contar con un vehículo propio era un símbolo de libertad, las actuales lo conciben, en muchos casos, como una herramienta más de movilidad que no necesariamente va unida a este proceso de adquisición. Para ellas existe el carsharing o, lo que es lo mismo, coche compartido, una opción que tiene cada vez más incidencia en grandes ciudades como Madrid, donde opciones como Wible, el servicio de carsharing de Repsol y Kia que, en sus casi tres años de actividad, han utilizado más de 200.000 usuarios en más de 1,4 millones de viajes, lo que demuestra que este tipo de movilidad gana adeptos entre distintos tipos de usuarios.
El avance y progreso tecnológico ha permitido, sin duda, poder contar hoy con un abanico tan amplio de soluciones energéticas y de movilidad. Estos sectores, que viven una gran transición, con cambios en los hábitos de consumo y en los modelos de desplazamiento, trabajan para alcanzar una economía baja en carbono que ayude a alcanzar el objetivo de neutralidad climática para 2050 sin olvidar las necesidades de los usuarios del presente y las de los que serán los protagonistas de la movilidad del futuro.