Empresas y finanzas

Biden se pone del lado de los trabajadores de Amazon en su batalla por fundar un sindicato dentro del gigante comercial

  • Hace décadas que ningún presidente EEUU apoyaba a los sindicatos públicamente
Joe Biden. Foto: Reuters

Víctor Ventura

"Permítanme ser muy claro: no me corresponde a mí decidir si alguien debe afiliarse a un sindicato. Pero déjenme ser aún más claro: no depende de las empresas decidir eso tampoco. La decisión de afiliarse a un sindicato depende de los trabajadores. Y punto". Estas declaraciones del presidente de EEUU, Joe Biden, estaban dirigidas hacia Amazon, el gigante del comercio minorista y una de las pocas grandes empresas del país que aún no tiene un solo sindicato que represente a sus empleados. Una declaración de principios que ha sacudido al mundo laboral en EEUU, que hacía décadas que no escuchaba a un mandatario lanzar un mensaje de apoyo así hacia las organizaciones sindicales.

El foco de la batalla está puesto en una planta de Amazon en una pequeña ciudad de Alabama con menos de un año de antigüedad. Sus empleados han decidido organizarse para pedir mejores condiciones laborales y un entorno más seguro de cara al covid-19, que está provocando grandes focos de contagio en muchas grandes plantas industriales de todo tipo de empresas por todo EEUU. En una compañía que no tiene ningún tipo de sindicato, el hecho de que los trabajadores de un municipio de apenas 26.000 habitantes de un estado pobre estén tratando de ser los pioneros ha desatado reacciones de todo tipo en todo el país.

La compañía ha decidido atacar organizando reuniones obligatorias entre los empleados, en las que se les informa de los 'riesgos' que supondría organizar un sindicato, y se les presiona para que no se unan, según denuncian los organizadores laborales, además de cubrir la televisión local con anuncios en contra de los sindicatos. En ese contexto, el mensaje de Biden en sentido contrario ha supuesto una sorpresa para todos.

Al cierre de 2020, solo un 10,8% de empleados en EEUU pertenecen a un sindicato

El mensaje en sí es poco polémico: "No debe haber intimidación, coacción, amenazas o propaganda antisindical. Ningún supervisor debería confrontar a los empleados sobre sus preferencias sindicales. Cada trabajador debe tener la posibilidad de afiliarse libremente a un sindicato. La ley garantiza esa elección". Sin embargo, hasta esa advertencia resulta un cambio en la fría relación de los presidentes con los sindicatos en los últimos 50 años.

Hasta la década de los 60, los sindicatos representaban a entre el 25 y el 35% de los trabajadores del país, según cómo se midieran los datos, y su fuerza era capaz de afectar a un gran porcentaje de de trabajadores no sindicados, que recibían las mismas condiciones que los que sí lo estaban para evitar fugas de trabajadores. Pero los mandatos de Richard Nixon y Ronald Reagan, que se posicionaron a favor de la libertad de las empresas de negociar condiciones individualmente con cada trabajador, en vez de en grupo, provocaron una larga caída del número de empleados afiliados, que en 2020 era del 10,8%, según los datos del Departamento de Trabajo. Y Trump no le fue a la zaga.

Los presidentes demócratas que han ocupado el cargo en ese tiempo han decidido pasar de puntillas sobre el tema. Ni Bill Clinton ni Barack Obama dieron apoyo a los sindicatos y dejaron hacer a los sucesivos gobernadores republicanos que han ido aprobando leyes para hacer más difícil sindicarse en sus respectivos estados, con el apoyo de los tribunales.

El resultado es que las diferencias se han disparado según la tendencia política de cada estado. Los que más índices de afiliación mantienen son tradicionalmente demócratas, como Nueva York o Hawái (más del 20%) y California, Minnesota o Nueva Jersey (más del 15%). Enfrente, los más republicanos, como Texas, Utah, Dakota del Sur o Arkansas, ni siquiera llegan al 5% de presencia sindical. El hecho de que un bastión conservador como Alabama pueda ser un pionero en este tema resulta aún más sorprendente.

Pero Biden ha dejado claro que la recuperación vendrá de la mano de "trabajos con sindicatos que paguen bien", y se ha declarado "el presidente más a favor de los sindicatos que se recuerde". Su carrera política, como el autodenominado "tercer senador de Pensilvania", y el hecho de que ganar las elecciones en las ciudades obreras del llamado "cinturón del óxido" señalan que le han escuchado.

Las votaciones de los empleados de la planta de Alabama durarán hasta el 28 de marzo, y hace falta que una mayoría simple de los trabajadores voten a favor. Amazon paga un salario mínimo de 15 dólares a la hora y está acostumbrado a que los empleados que están disconformes con sus condiciones se vayan del trabajo en vez de organizarse y pedir mejoras. La pregunta es si el apoyo implícito del presidente bastará para lograr un hito en las historia del gigante minorista.