Empresas Centenarias

elEconomista: 160 años de innovación periodística


    Gonzalo Urdiales

    A mediados del siglo XIX, dos emprendedores avant la lettre, Antonio Hernández Amores y Juan López Somalo, decidieron crear el decano de la prensa económica española. A finales de abril de 1854 se vocea por primera vez El Economista, una "revista de Administración, Economía Política y Jurisprudencia" para la defensa de la libertad de comercio e industria en el interior y el librecambio con el exterior. Sólo The Economist, de 1843, gozaba de más larga data en Europa.

    Como explica Javier Morillas, catedrático de Estructura Económica de la Universidad CEU San Pablo, en su libro sobre la historia de elEconomista, de próxima publicación, constaba en su primera encarnación de 16 páginas. Hernández Amores y López Somalo, ambos murcianos, se habían formado en el pensamiento ilustrado de la Real Sociedad Económica de Amigos del País; las ideas de Gaspar Melchor de Jovellanos y de los economistas David Ricardo y Álvaro Flórez Estrada los habían marcado singularmente.

    El Economista surge en un periodo de expansión económica, tras la reforma tributaria de Alejandro Mon y Ramón de Santillán en 1845 y la activa labor legislativa del presidente del Consejo de Ministros entre 1851 y 1852, Juan Bravo Murillo. Como señala Morillas, "poco a poco se habían reactivado los procesos de acumulación de ahorro intergeneracional"; la inversión parecía tomar fuerza, impulsada también por la creación de la Bolsa de Madrid en 1831, y en los años 50 España asiste a una expansión del ferrocarril. Los principales asuntos abordados por entonces giraban en torno al impulso del crédito y la banca nacional; la neutralidad en la Guerra de Crimea o la rendición de cuentas del Gobierno.

    En febrero de 1856, El Economista se convierte en quincenal, ahora bajo un nuevo editor y director. Agustín Monterde había creado anteriormente la Revista de Obras Públicas, órgano del influyente cuerpo de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. Los ingenieros iban a estar muy presentes, en las figuras de Gabriel Rodríguez y su discípulo José Echegaray, primero de su promoción y ganador en 1904 del Nobel de Literatura.

    En esta época el periódico se esfuerza en sacar a la luz las corruptelas surgidas alrededor de la expansión del ferrocarril, al tiempo que seguía propugnando la bancarización, el librecambismo y la inversión en infraestructuras. El Economista emprende una tarea pedagógica, recogiendo en sus páginas el pensamiento de liberales de la talla de Stuart Mill, Jean-Baptiste Say o Frédéric Bastiat. Incluso llegará a promocionar en sus páginas otras publicaciones -competidoras- que comparten su mensaje.

    En la década de los 1860, sin embargo, los impulsores del semanario se fragmentan y El Economista se diluye hasta que, en 1876, se inicia una ?segunda época? bajo las riendas de F. Socarraz de Cervellón, de nuevo favorecido por un clima de optimismo y estabilidad tras la coronación de Alfonso XII -que marca el inicio de la Restauración- y la Constitución de 1876. La vocación liberal y pedagógica se mantiene, así como su ?defensa de una Administración profesionalizada e independiente?, escribe Morillas. La preocupación por el medio rural anticipa una sensibilidad ?que hoy llamaríamos medioambiental?. El medio sigue preconizando el desarrollo bancario y haciendo hincapié en la importancia de la educación.

    En esta nueva etapa, el periódico vuelve a ser semanal, con un formato de entre cuatro y ocho páginas. Aparece aquí un signo que será emblemático de elEconomista actual, la innovación bursátil: incluirá en la cabecera la cotización semanal de la Bolsa de Madrid, y extractos de las de Londres y Madrid.

    La temprana muerte del monarca y las turbulencias financieras provenientes de Francia precipitan la tercera etapa del periódico. En 1886, se refunda bajo la propiedad y dirección de Isidoro García Barrado, "artífice de la fundación de la Caja de Ahorros de Salamanca y empresario liberal vinculado el negocio de ultramar", como recoge Javier Morillas.

    Se abre una etapa caracterizada por la presencia de personalidades de primera línea en las páginas del periódico: José Gómez-Acebo, marqués de Cortina y luego presidente de Banesto y ministro de Fomento; Eleuterio Delgado, ministro de Hacienda, o el ya mencionado José Echegaray, ganador del Nobel y que desempeñó las carteras de Hacienda y Fomento, serían algunos de los líderes del rotativo en las décadas siguientes.

    Con la independencia como premisa -afirma no representar a ningún partido político-, El Economista se centra en el problema del déficit y la deuda públicos al comienzo de esta tercera fase marcada por el turnismo político, y manifiesta su preocupación por el precario estado de la Hacienda Pública. Los avances logrados en este terreno se ven notablemente contrarrestados por la pérdida de Cuba y Puerto Rico -el Desastre del 98-, fruto de la guerra con Estados Unidos.

    El periódico aboga por mirar hacia adelante y promover las obras públicas, señalando el caso de las carreteras; en puertas del siglo XX España contaba con 60.000 km. de carreteras, por más de medio millón en Francia. El medio critica el intervencionismo del Directorio de Primo de Rivera (1923) y aboga por el retorno a la normalidad constitucional y al "más amplio consenso nacional".

    Por otro lado, El Economista anticipó el Crac del 29: expresa "temores" por la evolución del mercado de Wall Street en su edición de diciembre de 1928 y vuelve sobre el asunto el día 15, brindando a los lectores españoles una perspectiva única por su rigor de lo que ocurría al otro lado del Atlántico -vocación que retomaría asimismo elEconomista en su etapa actual-.

    Con la Guerra Civil, el periódico ve interrumpida su publicación durante tres años. 1938, 1939 y 1940. Reaparece el 1 de marzo de 1941, con un formato de 16 páginas, bajo la batuta de Juan Gómez-Acebo Modet, marqués de Zurgena. El Economista sigue de cerca la repercusión de las reformas monetaria y tributaria impulsadas por el ministro José Larraz y mantiene su preocupación por el restablecimiento del crédito. También se irán recogiendo en años posteriores los "planes de autarquía económica" y saluda con entusiasmo el Plan de Estabilización de Fuentes Quintana, que abría la economía a la competencia, y la entrada en Europa.

    Hacia el final del siglo, el diario mantendrá su influencia, nutriéndose de firmas del relieve de Pío Cabanillas, Juan Velarde, Francisco Fernández Ordóñez, Miguel Boyer, Enrique Barón y tantos otros, hasta 2001.

    Hacia el bicentenario

    El periódico que tienen entre manos nace en 2006, impulsado por Alfonso de Salas, Juan González y Gregorio Peña, que llevaban aplicando su savoir faire al mundo de la edición de periódicos desde los años 80, en el Grupo 16 y luego como fundadores de El Mundo. Con 30 años de exitosa experiencia a sus espaldas, De Salas, González y Peña concibieron la idea de crear un periódico económico en 2004; no había un producto de estas características en el mercado que combinara innovación, rigor y la perspectiva socioeconómica que ha distinguido a este medio desde su aparición.

    Una vez conformado el elenco de inversores -entre los que figuraba Il Sole 24 Ore, líder en difusión no sólo en Italia, sino en toda Europa-, y una plantilla joven y muy cualificada, el periódico echa a andar en febrero de 2006, con una entrevista al entonces ministro de Economía, Pedro Solbes. Amador G. Ayora, que fue director adjunto en el inicio, asumió la dirección en noviembre del mismo año. La acogida fue excelente -como pusieron de relieve las fiestas simultáneas de presentación en Madrid y Barcelona-, y en 2008 el éxito era incontestable: segundo medio en difusión y 1,4 millones de lectores mensuales en Internet. Y es que el nuevo elEconomista nació por y para la era digital. La web del diario se inició en marzo de 2006, solo un mes después de la edición impresa.

    La innovación se tradujo en numerosos premios de diseño otorgados por la Society for News Design y, lo más importante, nuevas herramientas para los lectores, con protagonismo de la información bursátil. En junio de 2006 llega el Eco10, un índice de ideas de inversión de calidad en la bolsa española; en 2007, Ecotrader.es, el portal para suscriptores pionero en España a la hora de ofrecer información exclusiva en tiempo real; más tarde EcoDiario.es, el portal de información general, Ecomotor y, en 2013, las revistas digitales especializadas por sector.

    Poco después, la apuesta transatlántica con el portal elEconomistaAmerica.com -con delegaciones en cinco países- y con México como cabeza de lanza de la mano de Economíahoy.mx. En 2017, esta apuesta se complementó con un consejo editorial presidido por Enrique V. Iglesias, que viene a reforzar el liderazgo mundial de elEconomista en los portales económicos europeos.