Elecciones 26M

Elecciones europeas: los euroescépticos buscan su 'vendetta' este domingo

  • Podrían ganar en la mitad de los socios fundadores de la Unión Europea
Sede del Parlamento Europeo, que vive sus elecciones este 26-M. Imagen: Dreamstime.

Jorge Valero

El mandato político que cerramos pasará a los libros de historia como el lustro en el que Europa cayó víctima del virus del euroescepticismo. En este curso que termina con el voto de estas elecciones europeas, la UE sufrió el primero de sus divorcios tras la salida del Reino Unido. Mientras, los adversarios políticos de la UE ocuparon posiciones dominantes en la mitad de los socios fundadores, además de colarse por primera vez en el Parlamento de la locomotora germana.

Durante los pasados años, sobre todo tras la decisión de los británicos de abandonar la Unión en junio de 2016, cada elección nacional se ha visto menos como una pugna entre la izquierda y derecha, y más como un choque entre quienes defienden el proyecto comunitario y quienes lo quieren desmantelar.

Tras el batacazo del Brexit, Europa cogió algo de aire cuando Geert Wilders y Marine Le Pen no consiguieron llegar al poder en Holanda y Francia en la primavera de 2017. Pero desde entonces, el discurso nacionalpopulista y xenófobo de la Liga llegaba al poder en Italia, mientras que gobiernos cargaban abiertamente contra Bruselas en Polonia, Hungría o Rumanía, e incluso nuevos frentes se abrían en el Báltico con Estonia. En el campo contrario, los europeístas no lograron capitalizar el ímpetu que generó la llegada de Emmanuel Macron al Eliseo, aunque se evitaron nuevos reveses en países como Suecia.

Cierre de temporada

En unas elecciones europeas enmarcadas casi como el cierre de temporada en este serial de proeuropeos contra euroescépticos, estos últimos pueden conseguir su vendetta anotándose una victoria moral sobre los primeros.

Algunas encuestas colocan en Francia a Le Pen por delante del proyecto de Macron, con el que pretende aglutinar a las fuerzas progresistas y proeuropeas. Mientras, el partido Foro para la Democracia, fundado hace tres años, lucha por superar a los liberales que encabeza el primer ministro holandés Mark Rutte con un discurso incluso más duro que el de Wilders. Más aún, la Liga de Matteo Salvini continuará subiendo en Italia y no se espera solo a que gane las elecciones europeas en su país, sino que aspira incluso a convertirse en el partido nacional con más escaños en el Parlamento Europeo.

El peligro que representa el empuje de las fuerzas soberanistas y contrarias a la integración europea es relativizado dentro de las instituciones. Fuentes comunitarias indican que, a pesar de su crecimiento, no alcanzarán el tercio de escaños en el Parlamento Europeo al que aspiran, mientras que continuará dominando una mayoría claramente proeuropea en el hemiciclo. Otro cargo institucional recuerda que el Eurobarómetro publicado del pasado abril coloca en niveles récord el apoyo a la UE, con un 68 por ciento de europeos señalando que la Unión ha sido beneficiosa para sus países. Y aunque los euroescépticos hagan más ruido, no ganarán la suficiente influencia como para determinar el proceso para designar a los altos cargos de la UE, ni a través de la Eurocámara ni del Consejo Europeo, por lo que su poder real quedará diluido.

Los euroescépticos no se harán con Europa una vez cierre el último colegio electoral este domingo a las 11 de la noche, precisamente en Italia. Pero el cuadro clínico no pinta tan bien como algunos lo quieren ver en Bruselas. El Brexit, totalmente fuera de control, podría terminar siendo pilotado por uno de los duros del partido Conservador tras la salida de Theresa May, lo que podría derivar en una ruptura a las bravas. La derrota de Rutte y Macron supondría un serio revés para el campo europeísta, más aún si la Liga se convierte en el partido más votado de la Eurocámara.

Además, las encuestas ofrecen una radiografía más compleja. Aunque el apoyo hacia el proyecto europeo continúa siendo mayoritario en el conjunto de la UE, el Eurobarómetro también indicó que la mitad de los ciudadanos no cree que Europa está avanzando en la dirección correcta, mientras que el 49 por ciento opina que su voz no es tenida en cuenta en Bruselas. Más aún, el voto a favor de la permanencia de la UE no alcanzaría el 50 por ciento de nuevo en el Reino Unido, ni tampoco en Chequia o Italia.

Los europeos tampoco se muestran optimistas respecto al futuro de la Unión. Una encuesta publicada el pasado 15 de mayo por el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, un centro de análisis, incluso reflejó que más de la mitad de los encuestados en una decena de Estados miembros consideraron "una posibilidad real" que la UE se desintegre en un par de décadas.

Poder en Bruselas

Con este telón de fondo, una fuente de una de las grandes capitales opina que no se puede descartar tan rápido a los euroescépticos del proceso de elección para las presidencias de las instituciones de la Umión Europea.

Las razones por las que Europa se ha deshinchado son variadas, tanto circunstanciales como estructurales. La gestión de la crisis económica y migratoria dejó mucho que desear. Mientras Europa corrió a salvar a sus bancos, el exceso de austeridad provocó una segunda recesión. Iniciativas con un impacto directo en los ciudadanos, como un seguro de desempleo europeo o una garantía de depósitos común, continúan atascadas en la mesa de los Estados miembros o, como es el caso de la primera, fuera de ella.

Los populistas han sido mejores explotando los problemas y desafíos, admiten en la Eurocámara o en la Comisión Europea. Y aunque sus soluciones no sean las adecuadas, tampoco terminan de llegar las que propone el campo proeuropeo.

Los candidatos han entonado al-gún ligero mea culpa, como hizo el socialista Frans Timmermans, y prometieron una Europa que proteja más y sea más democrática, como hizo el nominado por el PPE para liderar la Comisión Europea, Manfred Weber. Pero la integración europea necesitará más que buenos argumentos para continuar siendo la fuerza dominante el próximo curso.

Las emociones han conseguido ser una poderosa herramienta en manos de quienes quieren hacer descarrilar el proyecto comunitario. Los que quieren mantenerlo vivo deberán empezar a utilizarlas.

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