La banca, abocada a más ajustes
elEconomista.es
Las plantillas del sector financiero español afrontan un duro 2018. Sólo en lo que llevamos de ejercicio los despidos de empleados de banca ya afectan a 3.800 personas, el doble que en todo el año 2017. Es cierto que la comparativa presenta ciertos sesgos. El pasado fue un año excepcional en el que el ajuste de personal tuvo un saldo inferior a los 1.700 individuos, registro no visto desde los años anteriores a la crisis.
Además, es ahora, a principios de 2018, cuando inevitablemente tienen que notarse los efectos de dos fusiones de tanta envergadura como las que protagonizan Santander y Popular, por un lado, y Bankia y BMN por otro. Sin embargo, pese a estas salvedades, constituiría un error considerar que lo que está ocurriendo en 2018 en el sector financiero es únicamente una mala racha puntual.
Sin duda, nadie puede negar el gran esfuerzo por ganar eficiencia y reducir costes que las entidades españolas acometieron desde el inicio de la crisis. Lo atestiguan cifras como las casi 20.000 personas que las entidades tuvieron que despedir en un solo año cuando las turbulencias financieras estaban en su apogeo.
Ahora bien, reconocer ese hecho no equivale a ignorar que la banca española, casi una década después del estallido de la crisis, presenta aún su peor nivel de eficiencia de los últimos catorce años.
Sin duda, los despidos pueden ser traumáticos (y es de elogiar que, en todo este proceso, las entidades consigan el apoyo de los sindicatos) pero resulta innegable que la banca española no puede resignarse a mantener unas deficiencias que comprometen seriamente su competitividad.
Realidades como el auge de la operativa en internet, o la lentitud con la que el BCE normalizará su política monetaria, abocan a los bancos a más ajustes.