Vigor bancario que debe preservarse
elEconomista.es
La gran banca española terminó la presentación de sus resultados del primer trimestre y el balance solo puede ser positivo. De hecho, su beneficio conjunto creció un 15% hasta marzo. Pero aún más destacable es la circunstancia de que España vuelve a ser el principal impulsor de las ganancias, ya que el negocio en nuestro país creció casi un 24% interanual.
Se trata de un fenómeno que quizá cause extrañeza, pese a la fortaleza que mantiene la recuperación económica. Sin duda, el sector financiero tiene todavía ante sí importantes retos, como el descenso de la cartera crediticia neta, una normativa europea más exigente y, sobre todo, la cautela con la que el BCE normaliza su política monetaria.
A este respecto, los analistas han vuelto a retrasar sus expectativas sobre las primeras alzas de tipos hasta mediados o finales de 2019. Sería un error considerar que la gran banca española está desarmada para resistir este tipo de demoras. Los esfuerzos acometidos en años pasados por reducir los activos improductivos, ganar solvencia y racionalizar estructuras dan unos frutos que en otros países de la eurozona aún esperan.
No es casual que los expertos consideren que los bancos españoles serán los más beneficiados por las futuras alzas de tipos, y animen a invertir en unas entidades que, salvo Bankinter, vuelven a cotizar por debajo de su valor contable. Puede concluirse que el sector financiero de nuestro país cuenta ya con unos fundamentales suficientemente sólidos para que su negocio en España siga avanzando, sin fiarlo todo al BCE.
Conviene no dilapidar ese potencial con políticas comerciales agresivas, que animen a asumir demasiados riesgos, como la que podría desencadenarse en el mercado hipotecario.