Cautela ante la evolución de China
elEconomista.es
El agencia de calificación crediticia Moody's anunció la rebaja de la nota que atribuye a China. Hay que remontarse a 1989, el año de las protestas en Tiananmén, para encontrar una decisión semejante. Los principales mercados, sin embargo, mantuvieron la calma habitual desde hace meses ante las informaciones relativas al gigante. Sin duda, hay razones para evitar los vértigos.
Las degradación fue de sólo un escalón, y mantiene aún una nota alta, A1 frente al Aa3 anterior, con perspectiva futura estable. Es más, no cabe esperar un fuerte impacto en los costes de financiación chinos, ya que la gran mayoría de su deuda la poseen actores vinculados al Estado. Ahora bien, el elevado pasivo del país asiático constituye un problema en sí mismo y ese hecho es lo que determinó la decisión de Moody's, ya que equivale al 255 por ciento del PIB, una envergadura que preocupa a las autoridades.
De hecho, Pekín toma medidas para frenar el apalancamiento que han disparado la rentabilidad de su bono a 10 años a máximos de 2014. Pero la verdadera cuestión, aún no resuelta por China, radica en cómo relanzar su crecimiento. El recurso tradicional a los estímulos públicos masivos seguirá alimentando la deuda.
Por su parte, ahondar las depreciaciones del yuan (que ya se deja un 5% contra el euro en 2017) amenaza con provocar una fuga de capitales y alterar los mercados mundiales con tanta fuerza como se vio en 2015-2016. Por tanto, en los próximos meses debe vigilarse con cautela la evolución de China ante esta encrucijada, ya que puede convertirse en el principal factor desestabilizador de las bolsas, por encima de la crisis en Brasil o del retraso en el calendario de alzas de tipos de la Fed.