Editoriales

Álvarez-Pallete abre su propia vía

    En la imagen, José María Álvarez-Pallete.

    elEconomista.es

    La presentación de los resultados hasta septiembre de Telefónica tuvo un protagonista indiscutible: el anuncio de un ambicioso recorte en el dividendo de 2016 y 2017. Todo cambio que afecte a esa retribución implica un profundo alcance para la teleco, caracterizada durante años como la empresa que ofrece uno de los dividendos más generosos de Europa, con una rentabilidad del 8%.

    Tras la bajada, ese porcentaje se reducirá a casi la mitad. No en vano el recorte es de envergadura, ya que los 0,75 euros por acción hasta ayer previstos quedarán en 0,55 euros este año. En 2017, aún retrocederá más, hasta 0,4 euros, si bien es cierto que será un dividendo real, desembolsado íntegramente en metálico, sin recurrir al sucedáneo del pago en acciones o scrip.

    Nadie puede discutir que Telefónica tiene poderosas razones para actuar así. Mantener la generosa retribución anterior habría supuesto que, en 2017, destinara todo su beneficio a sufragarla. Por el contrario, con el recorte acometido, la mitad de su caja, cerca de 2.000 millones, se libera para contribuir a la reducción de su abultada deuda. La empresa necesita un reforzamiento de ese tipo, después de que sus dos más recientes proyectos para bajar el pasivo, la venta de O2 y la salida a bolsa de Telxius, se frustraran.

    Pero, además, el recorte tiene un alto valor simbólico, ya que supone un claro punto y aparte con respecto a la gestión del expresidente César Alierta, quien hizo del dividendo estable y siempre creciente una política casi sagrada de Telefónica. Las actuales circunstancias no permiten continuar esa tradición y el presidente desde abril, José María Álvarez-Pallete, demuestra valentía al romper con ella y abrir su propio camino como gestor de la compañía.