Editoriales

El interminable recurso al FLA


    elEconomista.es

    El Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) presenta una longevidad que casi nadie habría previsto en el momento de su nacimiento. El FLA comenzó a funcionar en un ejercicio tan difícil como fue 2012. Entonces, en plena recesión económica, con la prima de riesgo en el entorno de los 600 puntos básicos, las regiones se estrellaron contra unos mercados de deuda cerrados a cal y canto.

    Cuatro años después, el PIB crece por encima del 3% y se mantiene en vigor un programa sin precedentes del BCE de compra de deuda soberana, que sitúa el cupón del bono español apenas por encima de los 100 puntos. Sin embargo, nada parece haber cambiado para el FLA. Muy al contrario, Hacienda repartirá, a través de este mecanismo, más de 24.000 millones de euros en este ejercicio, la mayor cifra desde que se encuentra en vigor. No sólo eso: cuenta ahora con un alcance más amplio que nunca.

    En años anteriores, fue más limitado porque las autonomías se resistían a ponerse bajo su paraguas, temerosas de verse estigmatizadas. Ahora, sin embargo, sólo dos territorios (Madrid y Castilla y León) se mantienen al margen. Todo apunta, por tanto, a que se ha desarrollado una dependencia hacia el FLA que no se compadece con el carácter extraordinario, y por tanto temporal, con el que nació este Fondo. Es más, las autonomías parecen encontrarse muy a gusto en un status casi privilegiado, que les permite recibir una cuantiosa financiación estatal por adelantado.

    Pese a ello, la mayoría todavía incumple el plazo de pago en 30 días con los proveedores . Urge poner fin a una situación prolongada a costa de hacer interminable su recurso, Las autonomías tienen que asumir que deben volver a asumir la responsabilidad que implica financiarse por sí solas.