Editoriales

Futuro negro en manos de Sánchez


    elEconomista.es

    Si hay un rasgo predominante en la propuesta de programa de Gobierno que el líder del PSOE, Pedro Sánchez, ha elaborado es su carácter regresivo. Lo demuestra en fiscalidad, donde aboga por recurrir a la vieja fórmula de penalizar la riqueza, estableciendo un tipo mínimo obligatorio para el Impuesto de Patrimonio y anunciando una reforma integral de la tributación de grandes patrimonios a través de una comisión específica.

    A ello, suma la intención de volver a gravar el simple cambio de titularidad de activos, impidiendo que haya autonomías en las que Donaciones y Sucesiones esté bonificado. La involución queda aún más clara en la actitud respecto a las reformas heredadas. Sánchez cambiará normas de probada eficiencia, como la Ley de Unidad de Mercado o la destinada a racionalizar el gasto municipal.

    Pero, sobre todo, es sintomática su pretensión de derogar la reforma laboral, restándoles poder a los convenios de empresa (pese a que hasta los sindicatos aplaudieron ese status) y anunciando cambios en el régimen del despido colectivo. Y aún hay un aspecto en el que el PSOE retrocede con más decisión: el gasto público. Aboga por dispararlo creando una renta mínima para familias sin recursos y recuperando el subsidio de paro específico para mayores de 52 años.

    Sánchez confía en desplegar esas medidas con el placet de Bruselas, de donde espera obtener un año más para reducir el déficit, a pesar de la contundencia con la que la Comisión exigió rigor la semana pasada. Además de irrealista, la vuelta al pasado del líder socialista es peligrosa en la medida en que dibuja un futuro negro para España, impidiéndole afrontar un nuevo momento crucial, en el que la incertidumbre vuelve a dominar la economía mundial.