Editoriales
Deloitte, de nuevo cuestionada
elEconomista.es
Abengoa declaró la semana pasada el mayor preconcurso de acreedores de la historia española, aplastada por la ingente deuda que años de mala gestión acumularon sobre la empresa andaluza. Dada la gran envergadura de las cifras relacionadas con esta crisis, sólo puede llamar la atención que la auditora de sus cuentas, Deloitte, no lanzara ningún tipo de advertencia hasta hace poco más de dos semanas, justo en el momento en el que era ya previsible que estallara el escándalo.
No en vano el escenario cambió pocos días antes, con la entrada de un nuevo actor: Gestamp. Su intención de tomar el control permitía vaticinar que muchas cartas quedarían al descubierto sobre la situación real de Abengoa. Esta última ya presentaba un pasivo de 17.745 millones al cierre de 2014, según la auditoría a la que Deloitte dio el visto bueno.
En las últimas cuentas (enero-septiembre de 2015), ese lastre era ligeramente superior, 20.000 millones, pero bastó para que la auditora considerara ahora, en un inusual párrafo de énfasis, que albergaba "dudas significativas" sobre la supervivencia misma de la empresa.
Tal volantazo sorprende en la medida en que afecta a las cuentas de una empresa cotizada, hasta el viernes integrante del Ibex 35, y que se supone sometida a la más estrecha vigilancia por parte de su supervisor para proteger al accionista.
De nuevo, la actuación de Deloitte queda en entredicho en un caso que recuerda a la salida a bolsa de Bankia, en la que ignoró decenas de "errores" y, por ello, Economía la sancionó hace un año con 12,4 millones. La gravedad de este último caso llegó a poner en cuestión la idoneidad de que Deloitte conserve su licencia en España. Doce meses después, vuelve a dar motivos para ello.