La segunda semana de marzo de 2020 pasará a la historia como la de Covid- Crash. Yo pensaba que lo había visto todo en mercado, el estallido de la Burbuja Tecnológica, Lehman, la crisis de deuda europea...
Despreciamos una gripe que se ha convertido en la peor experiencia que con toda seguridad vayamos a vivir una generación. Por muchas reflexiones que me haga sobre la incapacidad de habernos anticipado a lo que ha pasado solo me viene a la cabeza que tratar de entenderlo es cuando el replicante de Blade Runner dice que "ha visto cosas que vosotros no creeríais como atacar naves en llamas más allá de Orión".
El varapalo es dramático para las carteras que están invertidas pero una oportunidad histórica para la liquidez.
El mercado se ha partido para el inversor de corto y de largo plazo. Quien es más especulativo sabe que la situación es tan dantesca que solo los rebotes son una oportunidad para escapar. La lectura del mercado por análisis técnico es escalofriante, el mercado puede borrar la última década. No hay orfidales para aguantar la tensión que produce.
Para el inversor de valoraciones el único refugio es pensar en el largo plazo y aplicarse carretillas de estoicismo durante las muchas semanas que puede durar esto. Hay que olvidarse de los beneficios de este año, incluso puede que tengamos que hacerlo de los dividendos, y pensar que el mundo no se acabará y las compañías recuperarán la velocidad de crucero a la que venían avanzando. A Alguna de estas empresas, la crisis se las llevará por delante, pero la mayoría saldrán hasta reforzadas porque aplicarán protocolos de trabajo que se desconocían. Confío que elEconomista sea una de ellas porque lo se ha hecho en unos días es avanzar una década. A mitad de semana le decía a nuestro presidente, Antonio Rodríguez Arce, que íbamos a hacer como en la película del submarino ruso K-19, en la que el comandante lo llevaba al máximo nivel de profundidad para saber la presión que aguantaba, al trabajar en remoto. Lo vamos a lograr.
Sobreviviremos. Y en los marzos de años venideros celebraremos como sociedad, con nuestras familias, con nuestros amigos, con nuestros compañeros, lo más importante que contaremos de nuestra experiencia vital. Los inversores también celebraremos los años que ahora hemos perdido de valoración de las empresas y que se recuperarán.
Para quien tiene liquidez el pánico debe ser todos los días un motivo para frotarse las manos. La munición tiene que distribuirse más tiempo todavía del que pudiéramos pensar. Nadie sabemos cuando se invertirá la gravedad de lo que estamos viviendo. Y, salvo suerte mayúscula, nadie entrará en el mejor momento. Lo que no tengo ninguna duda es que quien compre a estos precios ganará dinero y que el fatídico idus de marzo de 2020 será celebrado en los venideros tanto por quienes sufren o aguardan.