IAG y Meliá son dos compañías que tienen mucho en común. Cotizan en el Ibex 35, tienen su sede social en España, se dedican al sector de los viajes, son dos de las 30 firmas que más capitalizan del mercado español... y han conseguido revalorizarse al alza en el último mes del año en los últimos 5 ejercicios. Si se confía en la estadística, tienen por delante un interesante potencial a corto plazo, ya que sus acciones acumulan pérdidas en diciembre del 4 y 6%, respectivamente. Eso sí, el reto de sumar el sexto diciembre alcista consecutivo es complicado porque solo les quedan tres sesiones y media (la de Nochevieja) para conseguirlo.
En IAG, los problemas que podrían tener Iberia, Vueling y Aer Lingus para seguir operando con normalidad dentro de la Unión Europea (si no se alcanza un acuerdo para el Brexit favorble a sus intereses) volvieron a ponerse de manifiesto la semana pasada. Y es que el mayor riesgo para el grupo de aerolíneas se encuentra en las implicaciones de la ruptura entre el Reino Unido y el club comunitario.
En este sentido, en los últimos días se ha hecho mucho hincapié desde distintos ámbitos en el hecho de que las aerolíneas europeas deberán estar controladas por accionistas con domicilia en la UE si el Brexit se complica. Este tipo de comentarios están alineados con las dudas planteadas desde el inicio del proceso del divoricio. Sin embargo, IAG confía en cumplir con todas las exigencias de propiedad y control de la Europa comunitaria y no se ha mostrado preocupada por las declaraciones cruzadas. Y parece que los analistas también.
"En definitiva", explican desde Banco Sabadell, "estas incertidumbres son conocidas y nuestra impresión es que el grupo dispone de herramientas suficientes para poder seguir operando con normalidad". El 75% de los expertos que siguen a la compañía aconsejan comprar sus acciones, a los que otorgan un potencial alcista del 20%. Entonces, si quiere cumplir con la historia reciente, 4 puntos porcentuales de dicho porcentaje deberían de consumirse en los próximos días.
En el caso de Meliá, los analistas llevan meses insistiendo en que cotiza en bolsa a múltiplos de crisis que no se corresponden con la actual coyuntura económica, por mucho que haya consenso en una desaceleración global del crecimiento. Es cierto que la fortaleza del dólar tampoco ayuda y que el peor momento del turismo en España ha demostrado que el sol y playa nacional sigue siendo clave para su negocio a pesar del proceso de internacionalización, más allá del Caribe, de los últimos años.
Pero es difícil que el castigo que sufren sus acciones no sea calificado como desmesurado. Tanto como para que tras caer casi un 30% en 2018, Meliá cotice por solo un 42% del valor de sus activos inmobiliarios, que en verano fueron tasados en 4.386 millones de euros (15,2 euros por cada título). La hotelera de la familia Escarrer capitaliza hoy 1.862 millones, lo que significa que cuenta con un potencial alcista del 135% hasta alcanzar el valor de su ladrillo.
Los analistas no van tan lejos, puesto que esta cifra es solo una referencia, ya que se presupone que Meliá no va a vender una parte significativa de sus hoteles en propiedad en el medio plazo, pero sitúan el precio objetivo de sus acciones en 12,3 euros, lo que desde los 8,1 euros a los que cotiza hoy implica un potencial alcista del 52%. De hecho, el 78% de estos expertos recomienda comprarlas y sus estimaciones encaminan a la compañía a beneficios históricos, , principalmente por su apuesta por el modelo de gestión.