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¿Qué son los contratos inteligentes en blockchain y cómo funcionan?

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elEconomista.es

Un contrato es un acuerdo entre dos o varias partes que se comprometen a cumplir una serie de condiciones. Tradicionalmente, la gestión y firma de los contratos se ha hecho en formato papel y, después, en formato digital. Los contratos inteligentes son una versión más sofisticada y permiten automatizar los acuerdos establecidos. Esto es posible gracias a la tecnología blockchain, la misma en la que se basan las criptomonedas.

En realidad, los smart contracts son programas informáticos en los que se ejecutan las cláusulas del acuerdo cuando estas se cumplen y sin necesidad de que ninguna de las partes intervenga. El hecho de programar los contratos permite establecer esos procesos, escribirlos en el código informático. Por ejemplo, se podrían usar en logística, de forma que se rastree un paquete cuando entra en el almacén, se clasifica, entra en reparto y se entrega. Todo a través de una aplicación que se va actualizando cada vez que se acredita que se ha cumplido cada uno de los procesos.

Esta operación queda registrada en la cadena de bloques. Es la tecnología blockchain la que permite que se cumpla lo establecido en el contrato sin que haya una autoridad que lo acredite. Las partes pueden tener confianza gracias a que es la tecnología la que verifica que un proceso se ha llevado a cabo. En ese sentido, las ventajas de los contratos inteligentes se pueden trasladar a numerosos procesos y sectores.

Por ejemplo, en el ámbito de las finanzas un contrato inteligente permite la concesión de un préstamos entre dos personas, directamente y sin intermediarios. En ese caso, en lugar de hacer todo el papeleo que conllevaría la operación, cada fase de la misma se acredita en una aplicación que va verificando los procesos y las condiciones. Después, esa operación se registra en la blockchain.

La cadena de bloques es una tecnología que permite participar en una base de datos descentralizada. Es decir, los participantes pueden verificar todo lo que se anota, las transacciones. Ese registro es compartido por muchos ordenadores y se hace de una determinada manera para que sea inalterable. Las transacciones verificadas no se pueden modificar. Esto permite eliminar al intermediario o al notario que tendría que dar fe de un acuerdo.

Igual que las criptomonedas se basan en eliminar los intermediarios en el envío de dinero, los contratos inteligentes trasladan esa misma idea a un ámbito general. Bitcoin permite a dos usuarios intercambiar dinero sin la necesidad de que intervenga un banco, una entidad o institución financiera. De cartera a cartera. Se puede equiparar al movimiento del efectivo, que pasa de una mano a otra, pero en un canal digital. En lugar de limitarse únicamente a ese traspaso de dinero, los smart contracts permiten eliminar los intermediarios en cualquier tipo de acuerdo, no solo en los monetarios.

Por eso, la idea de descentralización en la que se basan las criptomonedas se puede llevar a más terrenos gracias a los contratos inteligentes. Desde aplicaciones descentralizadas en general (DApps), a finanzas descentralizadas (DeFi) o a cualquier otra actividad que permita sustituir a la autoridad central.

Los contratos inteligentes son muy útiles para automatizar procesos que requieren de muchos trámites y papeleo. No solo se digitaliza todo un proceso burocrático, sino que también se automatiza.

Ethereum es la plataforma de contratos inteligentes de referencia. De hecho, surge como alternativa al protocolo Bitcoin, ya que este último solo permite intercambiar dinero. Ethereum quiere mejorar y ampliar este concepto y su protocolo está diseñado para habilitar contratos inteligentes.