Construcción Inmobiliario

La alianza en Abertis ya no será "para toda la vida"

  • El enfrentamiento revive la guerra de opas en Abertis entre ACS y Atlantia
Sede de Abertis

Javier Mesones

Florentino Pérez y la familia Benetton vuelven a verse las caras en una guerra empresarial que asoma tintes históricos. En juego está Atlantia, la mayor operadora de infraestructuras del mundo que tiene en la española Abertis su pieza más codiciada.

El empresario, presidente y primer accionista de ACS, se ha lanzado a la arena de la mano de dos de los mayores fondos internacionales, el estadounidense GIP y el canadiense Brookfield, para hacerse con el gigante italiano. Los Benetton, a través de Edizione, son los históricos inversores de referencia de la concesionaria con el 33,1% del capital y están dispuestos a plantar la batalla por mantenerse al frente de la compañía. Ya han anunciado que no tienen ningún interés en el proyecto de Pérez y, más aún, negocian una alianza con la gestora estadounidense Blackstone para una eventual contraoferta que podría llegar a implicar la exclusión de bolsa de la firma italiana.

Un enfrentamiento que revive la guerra de opas (ofertas públicas de adquisición) que ACS y Atlantia libraron cinco años atrás por comprar Abertis a La Caixa y el resto de accionistas. Entonces firmaron la paz y se convirtieron en aliados estratégicos en la concesionaria de origen catalán lanzando una oferta conjunta por más de 18.000 millones de euros, casi 2.000 millones que el precio ofrecido inicialmente por Atlantia. La firma transalpina tomó el control con el 50% más una acción de Abertis, mientras que ACS se conformó con el 30% más el 20% menos una acción a través de su constructora alemana Hochtief. Con ello, la multinacional española se evitaba consolidar una deuda que entonces superaba los 15.000 millones -hoy son 23.350 millones-. Firmaron un pacto de cogobernanza -Atlantia designa al consejero delegado y ACS al presidente no ejecutivo- con el que pretendían aprovechar conjuntamente las oportunidades a nivel global en el segmento de las autopistas de peaje. Las relaciones en estos cinco años no han sido sencillas, dado el afán de ambos grupos de ejercitar el mando, aunque la sangre nunca llegó al río. Eso sí, las prometidas sinergias han sido prácticamente inexistentes. Abertis no ha acudido a ninguna de las subastas anunciadas por sus propietarios -ha habido procesos en Estados Unidos, Canadá, Chile, Portugal o Alemania-, ni tampoco ha unido fuerzas con ellos para ningún nuevo proyecto.

Aquel pacto de accionistas en Abertis fijó una duración de 10 años, hasta 2028. Ahora bien, cuando anunciaron su acuerdo para comprar juntas Abertis, Pérez aseguró que se trataba de un proyecto "a largo plazo" e, incluso, "con la ilusión de que dure toda la vida", dijo. Con ello, intentó desterrar que la intención de la operación fuera la de "despiezar" Abertis y "repartirnos los activos".

Ahora, con el choque público de las últimas horas entre los Benetton y ACS la continuidad de esa alianza está más en peligro que nunca. No en vano, el planteamiento del también presidente del Real Madrid de desgajar el negocio de autopistas de Atlantia, con Abertis como buque insignia, y tomar su control implica 'de facto' su final. Si desiste, las aguas podrían volver a su cauce, aunque tan revueltas que la futura convivencia se vislumbra complejísima. La tercera vía es que Atlantia, con Edizione a la cabeza y con la caja repleta por la venta de ASPI, plantee el camino contrario y trate de adquirir a ACS su 50% en Abertis.

Pero esta última opción se antoja inasumible para Pérez, decidido a transformar 'su' empresa en uno de los mayores gestores de autopistas del mundo y dejar así como legado un grupo asentado en un negocio más seguro y predecible que el de la construcción -que en todo caso no abandona-. Eso sí, esta apuesta también implicaría asumir un endeudamiento que supera -solo Abertis- los 23.350 millones de euros, dejando atrás una década de esfuerzos por recortar su deuda hasta incluso presentar, en 2021, caja neta positiva.

La relación en estos cinco años no han sido sencillas y las sinergias previstas han sido nulas

El de 2017, no obstante, no fue el primer 'encuentro' entre Pérez y los Benetton. En 2006, también con Abertis y Atlantia -entonces Autostrade- como protagonistas, se fraguó una fusión entre ambas compañías, con la española mandando, que el Gobierno de Romano Prodi frustró. ACS era accionista de Abertis, de la que salió en 2012 en plena ofensiva en Iberdrola -para regresar en 2018-.

Hace un año ACS también se cruzó en el camino de Atlantia cuando lanzó una oferta no vinculante para comprar su filial ASPI, la mayor operadora de autopistas de pago de Italia, por cerca de 10.000 millones, pero finalmente su propuesta no prosperó y fueron CDP, Macquarie y Blackstone -ahora aliado de los Benetton- los que se llevaron el gato al agua por más de 9.000 millones.

Ahora, ACS, con los bolsillos llenos por la venta de Cobra a Vinci por 4.900 millones de euros y con la capacidad financiera de GIP y Brookfield, echa un órdago para arrebatar Atlantia a los Benetton y estos, lejos de amilanarse, están dispuestos a verlo. Por ahora, la operación ya se ha encarecido, en dos sesiones, en 1.450 millones de euros.