La rentabilidad, la asignatura que aún tiene pendiente la banca
- Entre los nuevos retos, destacan la diversificación del negocio y la digitalización
Eva Díaz, elEconomista.es
La banca entra en 2018 arrastrando la rentabilidad como asignatura pendiente que, a la par, se convierte en el principal reto del nuevo año. El prolongado escenario de tipos bajos no tiene visos de cambio y el Banco Central Europeo (BCE) sigue retrasando en el calendario la fecha para ver una subida de los tipos de interés en la Eurozona, ya postergada a 2019, o como muy pronto, a diciembre de 2018.
El Consejo de Gobierno del BCE ya adelantó a principios de diciembre que la previsión es que los tipos de interés se mantengan en los niveles actuales durante un periodo prolongado que superará con creces el horizonte de sus compras de deuda.
A este contexto de tipos bajos se le suma un stock de crédito descendiente, teniendo en cuenta que en la actualidad, los bancos españoles prestan a las familias tan sólo un tercio de lo que prestaban en 2007, año previo a la crisis. De nuevo, en este aspecto, y según los pronósticos de los principales bancos españoles, el stock de crédito no comenzará a experimentar un crecimiento hasta el año 2019. Otra losa a la rentabilidad es el peso que aún tienen los activos improductivos en el balance de los bancos. A noviembre de 2017, entre préstamos y adjudicados, la exposición inmobiliaria del conjunto del sector asciende a 75.000 millones de euros, y eso, teniendo en cuenta que la banca ha acelerado su limpieza en el segundo semestre del año reduciendo el ladrillo a casi la mitad en este 2017. Sin embargo, el proceso de deshacerse de estos activos tóxicos para elevar la rentabilidad no tiene freno. La banca tiene puestos en venta activos por 6.000 millones y planea operaciones relevantes para el año que entra.
Ante esta situación, y con el modelo de negocio en cuestión, la diversificación de las entidades más allá de la pura actividad bancaria, como en el negocio de los seguros o en la gestión de activos, se ha convertido en un factor clave para mantener la rentabilidad, ayudada también, por el alza de las comisiones.
Otro de los grandes retos de la banca en un momento de cambio de modelo por la revolución tecnológica y una clientela cada vez más joven y menos asidua a pisar una sucursal es la carrera hacia la digitalización. El 43 por ciento de los españoles entre 16 y 74 años accedieron a la banca a través de Internet en 2016, según datos de Eurostat. La cifra aún está muy por debajo de la media de la Unión Europea, pero va in crescendo. Este reto obliga al sector a grandes inversiones en tecnología para no quedarse atrás en la batalla por nuevos clientes y facilidad de servicios y, como ya avisó el consejero delegado de Santander, José Antonio Álvarez, la digitalización no es una opción: "si te quedas fuera, pierdes el partido". Sin olvidar que, de la mano de lo digital va la reducción de plantilla, de oficinas y por lo tanto, de costes. El propio consejero delegado del banco cántabro ya avisó que en cuestión de pocos años las sucursales sólo realizarían el 1 por ciento de las transacciones y su puro valor quedaría reducido al asesoramiento. El entorno regulatorio, aún centrado en los riesgos tradicionales, no acompaña y banca y normativa dan pasos de la mano hacia su desarrollo.
Regulación y test de estrés
Precisamente la regulación marcará el inicio de 2018 con la entrada en vigor en enero de la nueva normativa contable sobre provisiones, NIIF 9. El Banco de España calcula que la banca europea, de media, deberá elevar sus provisiones un 13 por ciento y que el impacto en el capital (medido como CET1) será de 45 puntos básicos, aunque éste último efecto se diluirá en cinco años. La principal novedad de esta regla contable es que las entidades deberán establecer sus provisiones según la pérdida esperada de sus activos, y no como hasta el momento, que se hacía, según la pérdida incurrida. El gran cambio introducido está en los activos normales en vigilancia especial. Si hasta el momento se provisionaban teniendo en cuenta la pérdida incurrida en una previsión de 12 meses, ahora se considerará el impago a lo largo de toda la vida del préstamo. Se prevé que este incremento de dotaciones lastre los resultados de la banca en los test de estrés que llevará a cabo la Autoridad Bancaria Europea, (EBA, por sus siglas en inglés), cuyos resultados se esperan para el 2 de noviembre de 2018. La prueba de resistencia será similar a la realizada en 2016, aunque añadirá ajustes para incorporar la implementación de NIIF 9. Los bancos españoles serán los más expuestos en un escenario de estrés ya que lastran un mayor volumen de crédito deteriorado en sus balances.