Banca y finanzas

León XIV hereda una Banca Vaticana saneada, pero que necesita seguir haciendo dinero: "Los mercados financieros no tienen piedad"

  • Francisco enderezó el rumbo del Instituto para las Obras de Religión
  • Tras décadas de escándalos como relaciones con la mafia en los 80
  • La banca es clave ante el déficit crónico en las finanzas vaticanas
El papa León XIV. Foto: Europa Press

elEconomista.es

Hablar de Banca Vaticana es para muchos sinónimo de escándalos, opacidad e intrigas palaciegas. La reminiscencia llega incluso a las escenas de El Padrino III: la mafia de por medio, cardenales confabulando, un banquero ahorcado en un puente de Londres... Son episodios que sucedieron en los años 80. Desde entonces, de forma menos impactante, las finanzas de la sede central de la Iglesia católica también han deparado algún que otro escándalo cuando no desvío de fondos. Sin embargo, tras llegar al papado, Francisco ordenó un saneamiento que ha enderezado el rumbo. Ahora, León XIV hereda ahora una Banca Vaticana más transparente y que logra hacer dinero -algo clave en una Iglesia perennemente deficitaria-, pero con el reto de seguir consiguiéndolo en un escenario incierto.

Desde las oficinas situadas junto a la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, un laico, Jean-Baptiste Douville de Franssu, antiguo ejecutivo de la gestora Invesco, y Gian Franco Mammì vigilan los 5.700 millones de euros de uno de los bancos más exclusivos del mundo. Esta cantidad palidece ante los billones con los que trabajan los gigantes financieras de Nueva York o Londres, pero la acumulación de activos e inversiones de cartera está sirviendo al propósito superior de hacer una pequeña mella en las tensiones financieras que han exprimido a la Iglesia Católica durante años.

El Instituto para las Obras de Religión (IOR), o Banco Vaticano, como se le conoce, ofrece servicios bancarios tradicionales y supervisa las inversiones de las instituciones vinculadas a la Iglesia. El año pasado siguió captando nuevos fondos, incrementando sus activos gestionados hasta alcanzar el nivel más alto de los últimos 10 años, y pretende consolidar su récord demostrando que puede seguir superando sus índices de referencia, incluso ciñéndose a inversiones acordes con la ética de la fe. "Los mercados financieros no tienen piedad", dijo de Franssu, presidente del IOR, en una entrevista recogida por Bloomberg. "Si el IOR no ofrece lo que se espera de él, tendremos serios problemas".

Los beneficios del banco aumentaron alrededor de un 7%, hasta 32,8 millones de euros en 2024, según las cifras publicadas este miércoles. Esas ganancias, que se utilizan para pagar dividendos a la Iglesia, no compensarán el agujero dejado en el presupuesto del Vaticano debido a la disminución de las donaciones en todo el mundo, los costes administrativos y el importante desequilibrio estructural que presenta el fondo de pensiones vaticano. Pero son indicativo de que el banco está dando algunos pasos para deshacerse de la reputación de mala gestión y secretismo que dio lugar a varios escándalos públicos en torno a pérdidas de inversión, investigaciones penales e incluso relaciones amorosas clandestinas.

De Franssu y Mammì -empleado desde hace más de tres décadas y director general desde 2015- transmiten la intención del papa León XIV de continuar el proceso iniciado por Francisco para limpiar la institución que sirve efectivamente como el family office de la fe más grande del mundo. De Franssu fue contratado en 2014 después de tres décadas de escándalos, desde la quiebra del Banco Ambrosiano en los años 80 hasta la congelación de 23 millones de euros por parte de la fiscalía italiana en 2010, que empañaron la imagen del IOR y llevaron a Francisco a hacer de la transparencia financiera una prioridad. Ese mismo 2014 se produjo una sospechosa inversión de 350 millones en un inmueble de lujo en Londres con dinero de las donaciones que el Vaticano tuvo que vender en 2022 perdiendo cientos de millones.

"Cuando llegué, no había un gobierno sólido, las reglas no se respetaban y no teníamos las competencias adecuadas", ha relatado a la prensa el banquero francés. Tras un proceso de escrutinio se retiraron inversiones del banco vaticano en empresas vinculadas al armamento, la eutanasia y el aborto y, aunque con dificultad, se implementaron medidas de transparencia. "En el Vaticano, como en toda institución, hubo resistencia, pero nosotros fuimos más resistentes que aquellos que se resistían", ha afirmado De Franssu.

En todo este tiempo, la institución ha empezado a publicar informes anuales y ha renovado su estructura de gestión, cediendo más supervisión a laicos como De Franssu. También adoptó una normativa destinada a adaptar el banco a las normas financieras internacionales, lo que llevó al cierre de miles de cuentas.

El IOR también ha contratado a bancos de inversión como Citigroup e Intesa Sanpaolo. En los últimos tres y cinco años, 10 de sus 13 fondos de inversión insignia superaron a la mayoría de sus homólogos, según el informe publicado este miércoles, y sus ejecutivos confían en que el primer papa estadounidense anime a más instituciones estadounidenses afiliadas a la Iglesia a trasladar su dinero a Roma.

"Hemos demostrado que se pueden batir los índices de referencia con inversiones puramente éticas", ha reivindicado Mammì en la entrevista recogida por Bloomberg. "Si quieren especular -si quieren alcanzar ese 2% adicional de rentabilidad- les sugiero que se vayan a otra parte".

Números rojos

Aunque el IOR no forma parte del presupuesto anual básico de la Santa Sede, es una de las instituciones clave en la gestión financiera del Vaticano. Comparte con la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica la responsabilidad de la gestión de los bienes muebles e inmuebles de la Santa Sede. Para 2024, el consejo del IOR propuso un dividendo de 13,8 millones de euros a la Comisión de Cardenales, que lo utiliza para pagar actividades relacionadas con la religión y la caridad o como contribución a las arcas de la Santa Sede.

En los últimos años, los dividendos han sido inferiores a los de antes de 2014, lo que, según Mammì, refleja los esfuerzos del banco por controlar mejor sus finanzas. Aunque la Santa Sede en su conjunto no ha publicado un informe presupuestario completo desde 2022, el último conjunto de cuentas para el año 2024 incluía un déficit de unos 70 millones de euros, según el diario italiano La Repubblica.

De fondo, persisten retos como la citada caída continua de las donaciones -que representan un 17% de los ingresos de la Santa Sede-, combinada al aumento constante de los gastos de personal (+6% en 2023). Otra preocupación radica en el referido fondo de pensiones, que se enfrenta a desafíos como el envejecimiento de los empleados y la reducción de ingresos. En noviembre, Francisco reconoció que no estaba "en medida de garantizar a medio plazo" el pago de las pensiones de las "generaciones futuras". Desde la Banca Vaticana se ciñen a su cometido. "Nuestro trabajo como gestores es invertir, obtener beneficios y repartir dividendos", subraya Mammì. "Corresponde a los cardenales decidir cómo redirigir el dinero".