Banca y finanzas

Andersen, la consultora 'cómplice' del escándalo Enron, quiere resucitar de forma discreta para luego salir a bolsa

Retirada del logo de Enron.

Víctor Ventura

A principios de siglo, el 'big four' que domina el sector de las auditoras era un 'big five'. A las cuatro actuales -KPMG, Deloitte, PwC y EY- se les sumaba Arthur Andersen, fundada en 1913. La firma formó parte del oligopolio hasta que Enron, el mayor fraude empresarial de la historia de EEUU, se la llevó por delante en 2002. Y dos décadas después, una firma quiere resucitarla de forma silenciosa como consultora, de la mano del que fuera el consejero delegado de su gran rival, con una salida a bolsa como objetivo final.

Arthur Andersen nació como una firma de auditorías, pero su negocio de consultoría creció sin parar hasta superar al original. Esta dualidad provocó una tensión interna que acabó por llevarle a la ruina: Enron le pagaba a la consultora cientos de millones de dólares anuales a cambio de gestionar su complejo entramado de vehículos de financiación externa. El ala de auditorías, que supervisaba sus cuentas, sospechaba que esos vehículos eran en realidad un fraude masivo. Pero la consultora presionaba a sus compañeros para que no tiraran de la manta: si Arthur Andersen denunciaba que Arthur Andersen estaba ayudando a Enron a falsear sus cuentas, perderían los millones que les daba el gigante energético por ello y sufrirían una enorme crisis de reputación.

Aquel plan acabó por estallarles en la cara: cuando Enron no pudo seguir ocultando el gigantesco agujero en sus cuentas, Andersen se encontró con todo lo que temía de golpe. Sus maniobras contables salieron a la luz, su reputación acabó incinerada por no haber denunciado el fraude pese a haber sido plenamente consciente (y responsable, en parte) de él, y la Justicia de EEUU le denunció por obstrucción y por destruir pruebas. La vetusta firma no sobrevivió a 2002.

La firma no desapareció por completo. Una filial, Andersen Consulting, había operado de forma independiente desde 1989, llegando a competir con su matriz. En el año 2000, la firma rompió todas sus relaciones con Arthur Andersen con un pago de 1.200 millones y cambió su nombre a Accenture, lo que le permitió sobrevivir sin mácula al escándalo que hundió a su antigua fundadora poco después hasta convertirse en la mayor consultora del mundo. El nombre Andersen Consulting quedó en desuso. Pero no durante demasiado tiempo.

La historia de la nueva firma se remonta a la caída de Arthur Andersen, en 2002. Varios de sus empleados, que se habían quedado sin trabajo, montaron su propio negocio de contabilidad y gestión de impuestos, llamada WTAS. La firma fue creciendo y en 2014 compró el nombre de Andersen, rebautizándose como Andersen Global. Y su negocio no es una anécdota: junto a su red de consultoras asociadas, la nueva Andersen tuvo unos ingresos de 2.500 millones de dólares en su último año fiscal completo.

En los últimos años, la firma ha acelerado su estrategia de comprar pequeñas empresas de todo el mundo para ir ampliando su red. La compañía está en España, pero también tiene filiales en lugares como Polonia y Nigeria, con participación de antiguos empleados de Andersen Consulting. Solo en EEUU ha comprado 20 firmas en los últimos seis meses.

Y no quiere quedarse ahí. La compañía está estudiando una salida a bolsa, y ha contratado a Morgan Stanley para estudiar una OPV. Su objetivo sería conseguir más capital para acelerar su expansión mediante adquisiciones.

El último paso que le quedaba era el de resucitar el brazo de consultoría, mucho más rentable que el de la pura contabilidad. Para ello ha contratado a George Shaheen, el que fuera consejero delegado de Andersen Consulting (Accenture) entre 1989 y 1999. En declaraciones al Financial Times, ha explicado que la gran diferencia será dejar de lado las auditorías y centrarse en la consultoría, para evitar los conflictos de interés que hundieron a Arthur: "Andersen hoy no tiene ese problema de independencia, así que podemos ser todo lo agresivos que queramos". Y también ha dicho que no quiere enfrentarse a Accenture en su principal mercado, las externalizaciones de servicios. En su lugar, se centrará en ciberseguridad, tecnología de la información y sostenibilidad, para recuperar al gigante que fue. "Andersen Consulting era la Coca-Cola de los servicios profesionales", asegura.

A principios de año, un humorista compró la marca de Enron para crear una web de parodia y anunciar un imaginario "mini-reactor nuclear para el hogar" llamado "El Huevo". Aquello era una broma. Pero la resurrección de Andersen, la otra gran víctima de aquel escándalo, es mucho más real.