Banca y finanzas
El otro riesgo en la financiación de Muface: se duplican los jubilados en apenas trece años
- Las mutuas públicas se mantienen a pesar de que ni la mitad de los beneficiarios son cotizantes
Aitor Caballero Cortés
La financiación de Muface, cada año que pasa, se complica más. Y es que la mutualidad está viviendo en estos últimos meses la mayor crisis en sus cincuenta años de historia. Las aseguradoras llevan reclamando desde antes de verano que la situación del modelo actual es "insostenible" y estiman que a final de año acumulen unas pérdidas de 429 millones de euros en el concierto actual, que finaliza este mes y lleva vigente desde 2022.
Es por ello que las compañías reclamaron al Gobierno un incremento en las primas de aproximadamente un 40% para que al menos no dieran el servicio "a pérdidas". Estas demandas las justifican porque los mutualistas cada vez son más mayores y, por ende, son más costosos para las aseguradoras al usar más las coberturas.
Y es que Muface, como el resto de mutualidades públicas, tiene dos fuentes de financiación principales: la aportación del Estado por la adjudicación del contrato a las aseguradoras, y las aportaciones que los propios mutualistas hacen al sistema, a modo de retenciones en nómina, tal y como un trabajador normal con sus aportaciones a la Seguridad Social.
En los últimos años, esta segunda pata, aunque de menor relevancia que el dinero público destinado a la mutualidad, se está viendo afectada por el envejecimiento del funcionariado, y ya son más de 400.000 los que están jubilados, cifra que se ha duplicado desde el 2010. Los jubilados dejan de aportar al sistema a partir del primer mes desde su retiro, pero pueden seguir disfrutando del sistema sanitario privado además de recibir una pensión a través del sistema de clases pasivas, financiado por la Seguridad Social.
Por tanto, la aparición de un mayor número de jubilados sin un reemplazo de mutualistas cotizantes, obligaría al Gobierno de turno a destinar cada vez más fondos si quiere mantener Muface con vida. Primero, porque esas personas están exentas de cotización, y segundo, porque al tener una edad más avanzada, el coste que le suponen a la mutualidad es mayor.
Menos de la mitad cotizan
Muface se mantiene con menos de la mitad de las personas que forman parte de ella como cotizantes. Una situación que en los últimos trece años se ha ido agravando, ya que del 49,4% que representaban los mutualistas en activo, en 2023 ya son solo el 45,36% y bajando.
Y eso a pesar de que el número de beneficiarios (que suelen ser la pareja del mutualista, sus hijos, etc.), que tampoco pagan por estar en Muface, también ha decrecido en los últimos años. Sobre todo lo ha hecho por la inclusión de la mujer en el mercado laboral, ya que no se puede pertenecer a Muface si se cotiza para el régimen de la Seguridad Social.
Lo que le está faltando a la mutualidad es un sistema de reemplazo óptimo. Actualmente, el porcentaje de funcionarios que optan por Muface es de algo más del 70%, pero si se observa el dato de los más jóvenes (que son menos costosos y aportan a la mutua), este dato es invertido: aproximadamente siete de cada diez optan por la sanidad pública y solo el resto se adhieren a Muface, por lo que el porcentaje de cotizantes sobre el colectivo total seguirá descendiendo con los años.
Mugeju e Isfas, por el mismo camino
Muface no es la única mutua en la que se encuentra en esta encrucijada. Isfas, la que se encarga de la sanidad de los militares y Mugeju, de la de jueces, fiscales y resto de empleados de la Administración de Justicia. Aunque es cierto que en la primera el número de cotizantes ha crecido, es aun así el sistema en el que menos peso tienen, con un 41,4%. Y su peso ha aumentado especialmente porque, como en el resto de mutuas, hay menos beneficiarios. En concreto, en Isfas en estos trece años se ha reducido su número en unas 60.000 personas.
El caso de Mugeju es diferente debido al tamaño reducido de la misma. Aquí, al igual que en Muface e Isfas, los beneficiarios caen de forma ostensible, pero se duplican los jubilados como en la mutualidad de los funcionarios. De hecho, con esta es con la que tiene una situación más comparable, ya que los titulares cotizantes apenas crecen en 2.000 personas mientras los exentos de aportaciones no paran de aumentar. El colectivo total se mantiene estable en los 91.000 mutualistas.